Hugo “el Pollo” Carvajal no pudo frenar más su entrega, pero sin duda tuvo tiempo de preparar mejor su defensa ante Estados Unidos, que probablemente esté dispuesto a pactar con el exjefe de inteligencia de Chávez y Maduro con fama de que “lo sabe todo de todos”.

La pretensión del chavismo de pedir la extradición de Carvajal -primero de España y ahora de Estados Unidos- es reveladora del temor que le ocasiona la información que posee el mayor general retirado, sobre todo porque del otro lado están el Departamento del Tesoro y tribunales de Florida y Nueva York con casos armados desde 2008.

Lo acusan    de narcotráfico, blanqueo de capitales y colaboración con las FARC de Iván Márquez para introducir drogas en ese país por Venezuela y México. En España, desde donde el Pollo fue extraditado el miércoles 19 de julio, esos delitos equivalen a pertenencia a organización criminal o grupo terrorista y tráfico de drogas.

En la reacción tardía para responderle el jueves 26 de marzo de 2020 en la noche a Estados Unidos, que ese día temprano le puso precio a su cabeza por narcoterrorismo y por liderar el Cartel de los Soles, Maduro sin embargo buscó tiempo para llamar “traidor” a Hugo Carvajal, en lo que pareció un intento desesperado por salirle al paso a un enemigo con visión privilegiada de las entrañas de esa organización mafiosa.

El Ministerio Público al servicio del régimen venezolano le imputa al militar retirado traición y conspiración, como si esos cargos pudieran pesar sobre el expediente contra el Cartel de los Soles.

Carvajal, de 63 años de edad, tiene un motivo vital para negociar con Estados Unidos. De manera que con la ayuda de la memoria del Pollo -en este caso prodigiosa-, su experiencia como hombre de inteligencia y buena disposición para hablar, podrían desnudarse secretos como los tentáculos del gobierno chavista fuera de Venezuela.

Es posible conjeturar que el exjefe de inteligencia civil y militar -también con fama de astuto y meticuloso- ayude a conocer la ruta de los activos saqueados por jerarcas del chavismo y sus familiares, y a correr el velo de otros lazos con el terrorismo internacional, porque no se trata solo de  ETA, las FARC y el ELN, es incluso Hezbolá.

Probablemente habrá que reconocer entonces que el ex embajador estadounidense en Caracas William Brownfield tuvo razón cuando pidió a su país que conversara con el Pollo Carvajal por toda la “información de valor” que atesora. El diplomático habló siempre convencido de que “hay que hacer un contrato con el diablo”.


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