La presión cívica hará posible el deseable cambio político que permitirá a los venezolanos vivir en certidumbre y libertad

Todos sabemos que uno de los principales y más salientes rasgos descriptivos de la realidad venezolana es la incertidumbre. En nuestro país, en la esfera política y social, nadie sabe lo que va a pasar. Ni siquiera algo tan normal en cualquier parte del mundo como lo es la fecha de la elección presidencial. De hecho, somos el único país del continente que teniendo cerca la finalización del período de gobierno, no tiene todavía fecha de cuándo se va a convocar a la elección, bajo cuáles condiciones se realizaría, y hasta algunos sospechan -no sin argumentos- que eso incluso pudiera no ocurrir, dado el monumental rechazo popular a la administración madurista.

También sabemos que la crónica incertidumbre y desinformación a la que estamos sometidos no es azarosa, sino que forma parte de una perniciosa estrategia de control social del gobierno, a fin de intentar desarmar anímicamente a la población. Los manuales de guerra psicológica soviéticos (muy del gusto de las autocracias del tercer mundo) hablan de la generación intencional de incertidumbre y desinformación por parte de los gobiernos, a fin de provocar reacciones progresivas en la población que van desde la confusión y la angustia hasta la desmovilización y resignación. Por tanto, combatir la desinformación y tratar de reducir la incertidumbre son tareas fundamentales para evitar que la estrategia de sembrar desesperanza pueda alcanzar su peligroso objetivo.

Hoy es más importante que nunca, por una parte, recurrir sólo a fuentes de información confiables y de demostrada veracidad, y evitar caer en el juego de los fake news y en los mensajes y noticias de dudoso o interesado origen. Pero, además de esto, es prioritario organizarnos, formar parte activa en asociaciones o grupos de adscripción local, laboral o social, no sólo para validar las informaciones que realmente interesan, sino para desde allí ejercer la necesaria presión cívica sin la cual no es posible avanzar hacia el deseable cambio político que nos permita vivir en certidumbre y libertad.


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