La inflación sigue manteniendo elevados niveles, con sus efectos, en el consumo y diluyendo el poder adquisitivo de las familias, al observarse cómo en este primer semestre del 2023 los precios de los productos de mayor prioridad para los venezolanos han aumentado más del doble al compararlos con el último trimestre de 2022. La caída del consumo se refleja mayormente en las familias con ingresos totales por debajo de los 300 dólares al mes, los cuales se consideran en niveles de pobreza, al no cubrir el valor de la canasta alimentaría, la cual supera los 500 dólares del costo de los productos que la integran.
Las razones de esta inflación son conocidas. Destacan la reducción de los ingresos petroleros ya que los volúmenes de producción están por debajo del millón de barriles diarios, aunque los precios han mejorado en los últimos dos años no es suficiente para cubrir las necesidades fiscales.
La política monetaria expansiva del Banco Central es otro factor que afecta la inflación al sostenerse este mecanismo como alternativa para lograr los ingresos necesarios para sostener el gasto público. Buena parte de estos recursos se destinan a sostener las crecientes pérdidas del conglomerado empresarial público.
El sector privado de la economía no ha logrado mejorar sus actividades comerciales y productivas, siendo afectado actualmente por crecientes impuestos municipales y elevados servicios públicos (agua, electricidad y aseo urbano) creando costos adicionales que no le es posible agregar al precio de los productos que venden, estando sometidos a un proceso de descapitalización lo cual ha obligado al cierre de más de 20.000 empresas entre 2022 y lo que va de 2023. Observándose como resultado un crecimiento en la informalidad. El crecimiento de la actividad económica genera desarrollo social y es antiinflacionario.
El mayor desafío que enfrenta el país es mejorar la capacidad de consumo de las familias y su calidad de vida, por estas razones es prioritario lograr reducir la inflación para impulsar el desarrollo social.