Es imperativo comenzar el artículo comentando dos asuntos de interés nacional que justifican las dos digresiones iniciales.

Estamos prácticamente en mayo, casi en la mitad de 2021, sin que se tenga información oficial sobre plan de vacunación alguno para combatir el covid -19. Situación que refuerza el criterio, ampliamente compartido, de que el régimen utiliza la pandemia  para apuntalar su esquema de dominación a despecho del derecho a la vida y a la salud de los venezolanos. Estamos absolutamente desprotegidos respecto del virus. De no cambiar drástica y rápidamente la actitud indolente y sectaria del gobierno chavista, la perspectiva apunta hacia una mortandad sin precedentes. Es necesario que el país nacional presione con fuerza para obligar al oficialismo a cambiar de actitud.

Aprovecho esta tribuna para  expresar mi contundente solidaridad con El Nacional; institución que es patrimonio cultural de la sociedad venezolana por su trayectoria, calidad, posicionamiento,  consecuencia y defensa de los valores y avances civilizatorios conquistados por la sociedad venezolana. Avances, por cierto, en proceso de remisión desde que el chavismo llegó al poder.

La principal carencia de las fuerzas democráticas, en su ya larga lucha contra el proyecto de dominación chavista ha sido, sin duda alguna, la incapacidad de construir una coalición unitaria sólida, coherente, sustentable. Incluso el más exitoso de los esfuerzos unitarios: la MUD, en la práctica comenzó a sucumbir apenas logrado su objetivo debido a las diferencias estratégicas y tácticas entre sus principales integrantes, así como por la primacía de los intereses grupales y personales.

Construir una coalición superadora de las limitaciones y carencias de sus antecesoras es hoy, más que nunca, una necesidad para el país y  las fuerzas democráticas, un requisito indispensable a cumplir para resistir con posibilidades de éxito al régimen y generar la masa crítica necesaria para sacarlo del poder.

Para lograr el objetivo arriba señalado es necesario cumplir con los siguientes requerimientos:

Los actores políticos democráticos tienen que, sinceramente, privilegiar los intereses generales de la unidad a los suyos (grupales o personales). Construir  confianza entre los interlocutores e integrantes de la coalición, generar sinergia y espíritu de cuerpo.

Entender que la acción política no agota ni se resume en lo electoral, incluso si lo que se busca es resolver la crisis mediante el voto de la ciudadanía.

Acordar un objetivo claro, movilizador, realista que interprete las ansias de cambio de la mayoría social.

Es clave hacer una acertada caracterización del régimen que se adversa, un diagnóstico realista del momento político, de la correlación de fuerzas, fortalezas y debilidades propias y del adversario.

La coalición debe ser la expresión unitaria de la mayor cantidad y diversidad de fuerzas que resisten al proyecto chavista. Privilegiando al respecto lo que se comparte sobre lo que se diverge, procurando que lo primero se preserve e incremente.

En cuanto a la estrategia lo conveniente es la resistencia pacífica  basada en  promover y auspiciar todo aquello que debilite a la dictadura, que resquebraje  la unidad del oficialismo, comprometa la gobernabilidad, facilite la  convergencia entre las aspiraciones de cambio  político y las demandas socio económicas de la población. Y la táctica, como parece recomendar una estrategia como la arriba recomendada, debe ser flexible acorde a circunstancias, escenarios y condiciones seguramente cambiantes.

Como el conflicto venezolano está internacionalizado es necesario trabajar intensa y coordinadamente con los aliados de la comunidad internacional democrática para que el tema venezolano siempre esté en la palestra y para que la presión internacional por el cambio en Venezuela sea consensuada, coordinada y en aumento por parte de los actores internacionales.

La coalición debe consensuar un relato, una narrativa sobre el conflicto venezolano  – asunto que ha sido otra de las carencias del campo democrático –. Y en consecuencia construir un aparato comunicacional eficaz y potente para difundir aquí y en el exterior nuestra política.

La coalición debe tener una dirección política fuerte y representativa, capaz de conducir en un entorno complicado debido a la condición dictatorial del régimen y todo lo que ello significa. Por tanto debe dotarse de reglas claras de funcionamiento que faciliten la toma de decisiones, fortalezcan la cohesión y disminuyan las fuerzas centrifugas presentes  en toda agrupación de fuerzas y sectores diferentes.

No pretendo con estas notas presentar una receta infalible, tampoco agotar el tema. Sí llamar la atención sobre la urgencia y pertinencia de la presencia activa de una unidad democrática renovada.

 


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