El primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, declaró el jueves 16 de marzo que el pueblo de Nagorno Karabaj se enfrenta a una amenaza de limpieza étnica y genocidio y que la existencia del Ejército de Defensa de esta nación está justificada para prevenir cualquier agresión de la vecina Azerbaiyán. Agregó que el contingente ruso de mantenimiento de la paz en la región es también un mecanismo de prevención y desde el bloqueo del corredor Lachin en diciembre de 2022, su intervención ha evitado una catástrofe humanitaria. El corredor es la única carretera que une con Armenia y manifestantes azerbaiyanos, con el posible respaldo de autoridades de ese país bloquean ilegalmente el paso. El mandatario precisó que Rusia seguirá con su función en la región, pero si por alguna razón objetiva no puede asegurar la paz, debería dirigirse al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y advertir sobre las amenazas contra la población civil en Nagorno Karabaj.

Para comprender lo que sucede en esa región, en 1923, la Unión Soviética creó la Región Autónoma de Nagorno Karabaj (con una mayoría de población de etnia armenia) dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. En 1988, la asamblea legislativa regional de Nagorno-Karabaj aprobó una resolución en la que declaraba su intención de unirse a la República de Armenia, a pesar de su ubicación oficial dentro de Azerbaiyán. Los enfrentamientos armados entre las dos repúblicas se mantuvieron bajo relativo control durante el régimen soviético. Pero cuando la Unión Soviética empezó a derrumbarse, también lo hizo la paz en la región. En 1991, justo cuando Armenia y Azerbaiyán alcanzaron la condición de Estado, Nagorno Karabaj declaró oficialmente su independencia y así estalló la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por la región, causando víctimas y refugiados. En 1993, Armenia se había apoderado del control de Nagorno-Karabaj y ocupaba menos de la cuarta parte de la superficie geográfica de Azerbaiyán. En 1994, Rusia negoció un alto el fuego conocido como Protocolo de Bishkek, que dejó a Nagorno Karabaj independiente de facto, con un gobierno autoproclamado, pero que seguía dependiendo en gran medida de los estrechos lazos económicos, políticos y militares con Armenia.

Desde la aceptación bilateral de un alto al fuego en 1994, que se mantuvo formalmente en vigor hasta septiembre de 2020, los enfrentamientos entre tropas armenias y azerbaiyanas fueron intermitentes. A finales de septiembre de 2020, estallaron combates a lo largo de la frontera entre Azerbaiyán y Nagorno-Karabaj. Ambos países rechazaron inicialmente las presiones de Naciones Unidas, Estados Unidos y Rusia para mantener conversaciones y poner fin a las hostilidades, y en su lugar se comprometieron a seguir luchando. Las tensiones aumentaron y tras varios intentos fallidos por parte de Rusia, Francia y Estados Unidos de negociar un alto el fuego, Rusia logró cerrar un acuerdo el 9 de noviembre de 2020, reforzado por fuerzas de paz rusas, que puso fin a la Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj, de seis semanas de duración. Azerbaiyán recuperó la mayor parte del territorio que había perdido dos décadas antes, dejando a Armenia sólo con una parte de Karabaj.

Por su parte, los esfuerzos de negociación y mediación, liderados principalmente por el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), no han logrado una solución permanente al conflicto. El Grupo de Minsk se creó en 1994 para abordar el conflicto y está copresidido por Estados Unidos, Francia y Rusia. Los tres copresidentes están facultados para organizar negociaciones con los dirigentes de Armenia y Azerbaiyán, por separado y en cumbres. Aunque el grupo ha negociado con éxito ceses al fuego, las disputas territoriales siguen tan intratables como siempre.

Debido a la estrecha proximidad entre las fuerzas militares azerbaiyanas y armenias en Nagorno-Karabaj y a la falta de comunicación abierta entre ambos grupos, existe un alto riesgo de que una acción militar inadvertida provoque una escalada. Las dos partes tienen también intereses políticos internos que podrían incentivar una provocación de la otra. Si los esfuerzos de mediación no tienen éxito, las violaciones del alto el fuego y la reanudación de las tensiones amenazan con reavivar un conflicto a gran escala entre Armenia y Azerbaiyán. Un conflicto de este tipo desestabilizaría la región del Cáucaso Sur y podría interrumpir las exportaciones de petróleo y gas de Azerbaiyán que produce unos 800 mil barriles de petróleo al día a Asia Central y Europa. Rusia se ha comprometido a defender a Armenia en caso de escalada militar, mientras que Turquía se ha comprometido a apoyar a Azerbaiyán. El firme apoyo de Estados Unidos a Armenia en los últimos años, junto con la actual implicación de Rusia en la guerra de Ucrania, podría crear un pretexto para una escalada y complicar aún más los esfuerzos para garantizar la paz en la región. Dada la escasa capacidad de Estados Unidos y Rusia para actuar como intermediarios honestos, la Unión Europea, dirigida por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha asumido un papel mediador más activo.

Al parecer, el equilibrio de poderes en Europa sigue en construcción y la diplomacia la opción más segura para alcanzarlo, o no?


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