Es enervante y frustrante el cinismo del régimen cuando vemos obligar a la población al aislamiento generalizado cuyo propósito, más allá de su insensible postura ante los avances de la pandemia, es someter a la gente a la inmovilización, al capricho de los jerarcas y de sus fuerzas de ocupación, cuyo fin último está dirigido al conocido control social. Es evidente que la causa está orientada a mantener a los venezolanos en sus casas, a tener el control de las calles, no dejar que se movilicen, y que no puedan entrar y salir, ya no solo de su hábitat regular, sino de un estado a otro, y más grave aún, del propio país.

El régimen está aplicando la política de confinamiento y aislamiento, tal como la hacen en otros países similares regímenes dictatoriales como lo son el cubano, donde sus habitantes no pueden moverse sin el estricto cumplimiento de los controles odiosos, y también, es copia exacta del modelo chino, de Vietnam del Norte y de otros países cuyos regímenes someten a la población a sus designios.

El objetivo más claro de esa cruel política se impone además para limitar los movimientos de protesta y de los que hacen verdadera y franca oposición al régimen, a los integrantes de los grupos de opinión, institucionales o no. Todos se ven sometidos a permanente persecución y agresión, de esa manera, los confinan a permanecer en un solo lugar, tal como en una gigantesca cárcel. Al final, los tiene cercados y listos para ser encadenados. Esta política obviamente alcanzará a los miembros de la Asamblea Nacional que no se cuadraron con ellos y finalmente los encarcelarán para limpiar toda oposición formal y lograr sus propósitos de defenestramiento del Parlamento y asumir el poder total.

Este confinamiento o cárcel domiciliaria ya va a cumplir un año, y amenaza con extenderse el año que viene, para ello van cercando y cerrando paulatinamente las puertas, restringen el tránsito interno,  suspenden vuelos nacionales e internacionales, cierran los  puertos y aeropuertos a los viajeros, limitando la salida regular solo a sus acólitos a países igualmente comprometidos con ellos, tal es el caso de México, Bolivia, Rusia, China, Irán y Turquía, acción esta que potencia  la irregular huida de la población por los caminos verdes, sin consideración de ningún tipo, generando la desesperación de quienes fuesen atrapados y por otro lado, obligando a retener involuntariamente a quienes están en el exterior, especialmente como efecto de la pandemia china que los llevó indeseablemente a permanecer por meses en países extraños, a costos elevados e impagables, y en condiciones de vida absolutamente precarias.

La situación señalada ha generado el escape voluntario de segmentos de la población, quienes inician el terrorífico éxodo hacia las fronteras sujetos a cualquier contingencia peligrosa, incluso de los “coyotes” y de sus bandas armadas que se aprovechan de la circunstancia para el tráfico de personas y expoliar los pocos recursos que poseen. El bordear las fronteras y trapazarlas de por sí es un gran peligro, no solo por tierra, sino usando embarcaciones improvisadas huyendo de la desidia, del hambre y la ausencia de trabajo. También de la represión a la mala voluntad e irresponsabilidad del régimen que los desprecia.

El resultado de muchos de los que tienen esa experiencia están en grave riesgo, incluso de muerte, y no es favorecida su migración porque frecuentemente se produce el rechazo al ingreso a países que se dicen amigos, pero que son realmente enemigos, tal es el caso de violadores de los derechos humanos, como lo es Trinidad y Tobago que devuelven al mar las cargas humanas condenándolos a muerte, como lo evidencian ya cientos de personas desaparecidas en alta mar cuyos despreciables culpables se desentienden de la situación.

El resultado es la frustración, impotencia y rabia que genera esta situación extrema, inhumana, criminal, que no es única, sino que está fortalecida por el rechazo en algunos países receptores que nos ven como invasores, volteando hipócritamente ante los brotes xenofóbicos y nos miran como bichos raros que invaden sus espacios usando argumentos egoístas basados inadecuadamente, como lo es el supuesto detrimento que producimos a su propio hábitat y afectación de las condiciones de vida.

En época de recogimiento y de Navidad miles de compatriotas están atrapados sin recursos en aeropuertos que no los embarcan a Venezuela dada la circunstancia de que el régimen aisló al país al suspender unilateralmente vuelos con la excusa de la pandemia, En realidad es una acción política premeditada para atender y hacer imposible la vida de las personas que no pueden regresar al país por vía alguna y que están siendo sometidas al rechazo de líneas aéreas, de gobiernos que ni siguiera consideran permanencia temporal y se agrava día a día por no tener dónde pernoctar y sufragar gastos imposibles de cubrir, reservas inefectivas y el mal trato criminal que los pone en condiciones terribles de supervivencia y humanidad.

La diáspora venezolana desparramada por el mundo en un número sin precedente es producto esencialmente de los efectos de una cruel dictadura quien huye del desafuero venezolano. Algunos han llegado a países supuestamente amigos usando como excusa el asilo político, otros como visitantes, en condiciones excepcionales o  en  una variedad de situaciones donde priva por lo general  el hecho de tener al poco tiempo inestabilidad legal de permanencia, pues los pasaportes se vencen sin muchas posibilidades de renovación, incluyendo visas y permisos de trabajo, del hecho de mantenerse económicamente, y de justificar la estadía como refugiado lo cual  tiene límites a la permanencia que los pone en condiciones extremas de deportación para indefectiblemente entregarlo a los brazos de sus consiguientes maltratos..

Este tema es de tal importancia para cientos de miles de compatriotas que exigen de los representantes del gobierno transitorio, y de los organismos internacionales, concentrar sus esfuerzos en este problema que tiene prioridad para millones de personas. Lamentablemente los integrantes del supuesto gobierno transitorio no lo tocan ignorando la situación y acrecentando la desconfianza hacia ellos de los ciudadanos,

Toda esta singular situación, inducida por la estrategia basada en el maltrato, odio, represión e insensibilidad del régimen dictatorial, no da respuesta adecuada del “gobierno de papel” denominado interino. El país no solo desea esa respuesta, también la respuesta prioritaria que es la liberación de Venezuela, la cual debe ser apoyada con todos los recursos, compromiso e iniciativas para el gran propósito de regresar al país a su libertad. He ahí una gran tragedia cuya solución es el rescate del país en manos de una oprobiosa dictadura manejada por cubanos como tierra propia y entregado a los intereses de países vinculados al terrorismo internacional y al crimen organizado.

Es imprescindible reconducir un proceso rebelde y definitivo destinado a lograr desplazar al régimen, usando toda la resistencia, poder moral y material que haga falta, con nuevas estrategias y dirigentes que los hay en el país y que deben actuar apoyándose en organizaciones formales sobrevivientes antes de que ellas desaparezcan del escenario como va a ser el caso de las universidades, academias, gremios y la misma organización religiosa representada por la iglesia cristiana.

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