Montaner
Foto EFE

Con un poco de atraso involuntario, escribo estas líneas en memoria de uno de los latinoamericanos contemporáneos más ilustres y útiles a la causa de la democracia y la libertad. Me refiero a Carlos Alberto Montaner. Tengo muy poco que agregar a lo que se ha dicho y escrito en estos días sobre su vida, su personalidad y su obra, pero creo que todos nos quedamos cortos al referirnos a su legado.

Tuve la fortuna de conocerlo personalmente. Varias veces nos reunimos en su residencia de Miami y asistimos juntos a diversos foros y reuniones a las que él me convocaba. También en Madrid, aunque con menos regularidad y, por supuesto aquí en Caracas.

Vertical en todos los aspectos de su vida, su última carta, la dirigida al presidente de Cuba Díaz-Canel, es un fiel reflejo de su personalidad y de sus convicciones.

Recuerdo los tiempos de mi candidatura presidencial. Sin estar directamente involucrado en ella, para mí son inolvidables sus palabras y consejos ocasionales. La situación era muy difícil, especialmente en lo relativo a la situación del Partido Socialcristiano Copei del cual yo era candidato producto de las primarias abiertas celebradas en el país, pero enfrentando al fundador del partido, al margen del mismo y en combinaciones, en nuestra opinión, contrarias a la historia, aunque quizás necesarias en aquel momento. No es el tiempo de hacer juicios definitivos de aquella coyuntura. Yo pasé la página hace años y no guardo resentimiento ni rencores sobre lo sucedido. La historia hablará.

Carlos Alberto estuvo pendiente. Especialmente del resultado y fue de gran ayuda para sobrellevar la carga de una derrota como esa. No fue el único. Varios intelectuales, políticos e incluso expresidentes de varios países latinoamericanos, también lo hicieron. Entre ellos Mario Vargas Llosa, de quien nos ocuparemos en otra oportunidad, ojalá no tan próxima aunque su estado de salud es delicado en este momento. En la inmensa mayoría de ellos la relación creció en lo personal, incluso con algunos que manteníamos abiertas diferencias políticas e ideológicas.

Esto es importante destacarlo porque yo nací y me formé en el seno de una familia muy plural políticamente hablando. Situación que jamás llegó a afectar nuestra inquebrantable unidad existencial.

He conservado y conservaré los escritos y libros de Carlos Alberto. Incluso los elaborados a seis manos. Trataré de que las nuevas generaciones encuentren en las enseñanzas de estos maestros razón de ser para luchar política y socialmente.

Para Venezuela se acercan momentos muy difíciles. Serán puestos a prueba muchos dirigentes de todas las esferas de la vida nacional. Pero, se acerca la hora definitiva después de casi un cuarto de siglo de esta barbarie nefasta.

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