“Las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”. Simón Bolívar

Nada es más trágico para los pueblos, que perder la fe y la esperanza de un futuro mejor. Es grave que la colectividad se colme de pesimismo, desconfianza, incredibilidad y que se quede en la indiferencia o el quemeimportismo. Es fatal que hombres y mujeres dejen de luchar por la justicia social, la libertad y los derechos humanos y que asuman un comportamiento pasivo frente a los avatares políticos y económicos, o que piensen que otros «le sacarán las castañas del fuego». Cada ser humano tiene una responsabilidad social e histórica para construir la vida, repensar en el país que queremos y ansiamos, rescatar los profundos valores del humanismo y alcanzar el bienestar personal y social tan esquivo; pero no imposible.

Los venezolanos tendríamos que reflexionar en nuestras propias culpas por haber permitido llegar a esta crisis integral, por haber elegido a lobos disfrazados de ovejas, por haber permitido que nos engañen y mientan, que nos manipulen con mensajes demagógicos y populistas; por dejar que las luchas y movimientos sociales sean confiscados por un régimen socialista o lo que es lo mismo comunista como lo refirió en cierta ocasión ante un grupo de periodistas, el padre de las desgracias tanto cubana, como venezolana, creyéndose dueños del país, al que han sembrado de miseria, hambre y de todos los males habidos y por haber, anta la mirada impávida de un pueblo que se hunde cada día más, en una deplorable situación social y económica catapultada por una superinflación que carcome los tuétanos de cada hombre, mujer, anciano y niño, víctimas del latrocinio de unos pícaros que llegaron al poder por la vía del voto, a mala hora, pero que desde entonces se han adueñado del país en todas sus instancias pretendiendo implantar no solo su doctrina comunista, sino también saqueando las arcas nacionales arropados con el más vulgar y cínico celestinaje que hasta ha permitido que estos pícaros truhanes de la política, disfrazados de socialistas, hayan roto los más altos niveles de corrupción, jamás experimentados en Venezuela.

Éramos un país que gracias a las bondades del petróleo disponíamos de los más inmensos recursos económicos que jamás pudimos imaginar, pero de nada sirvió porque en el fondo seguimos siendo pobres y subdesarrollados, por haber sido permisivos y dejarnos arrastrar poco a poco al paraíso terrenal con nombre de mujer llamado Cuba, país al que sumisamente Nicolás Maduro rinde pleitesía, y muestra cínica y descaradamente su amor, más por el régimen que lo tutela, que por la nación misma. Ante esta dramática situación que confrontamos desde hace 21 años no podemos ni debemos guardar “un silencio parecido a la estupidez”, pero si reconociendo nuestras culpas tomar conciencia y luchar ahora más que nunca con fuerza, coraje y decisión, para construir la vida que anhelamos y la Venezuela que ansiamos.

¿Qué hacer para cambiar? ¿Solo quejarnos?.

Es hora de despertar y marchar unidos para recuperar la fe y esperanza, para construir la vida, defender la paz, consolidar y profundizar la democracia, hacer respetar nuestros derechos y libertades, defender el patriotismo de todo el pueblo, liquidar al modelo socialista del siglo XXI que se nos quiere imponer. Debemos y tenemos que pensar que las utopías son posibles porque aún tenemos derecho para soñar en una patria nueva, justa, soberana, libre e independiente.

Antes de finales de año se nos presenta otra gran oportunidad, para que las reivindicaciones populares tomen fuerza, a través de la consulta popular que será ejecutada de forma virtual e itinerante casa por casa, por miembros de la sociedad civil y dirigentes de los partidos de la oposición, a partir del 5 y hasta el 12 de diciembre próximo. La misma, tiene por objeto conocer del propio pueblo venezolano si están de acuerdo o no con las cuestionadas elecciones parlamentarias. El proceso se realizara en paralelo con los comicios legislativos del 6 de diciembre, que Estados Unidos ha manifestado que desconocerá y la Unión Europea pidió aplazar.

Para reafirmar nuestra indisoluble oposición al régimen de Maduro es necesario responder las preguntas de la consulta popular, la primera de las cuales pregunta a los venezolanos: “si  exigen el cese de la usurpación de la Presidencia de parte de Nicolás Maduro y convoca la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables”. La segunda reza: “¿Rechaza usted el evento del 6 de diciembre organizado por el régimen de Nicolás Maduro y solicita a la comunidad internacional su desconocimiento?”

Es hora y una de las últimas cartas que hará posible sacudirnos del este fétido holocausto socialista, que carcome nuestras entrañas poco a poco, cuando a través de la mediática cadena diaria por radio y televisión, el ilícito inquilino de Miraflores, ofrece villas y castillos con su verbo populista y demagógico, como si en el país no estuviese ocurriendo nada anormal, y todos disfrutáramos de una holgada vida llena de las más inmensas satisfacciones personales y en familia.

Cabe recordar que la estupidez es la forma de ser más dañina, pues es peor aún que la maldad, porque al menos el malvado obtiene algún beneficio para sí mismo, aunque sea a costa del perjuicio ajeno. El historiador italiano Carlo Cipolla, en su obra Tercera Ley fundamental de la estupidez, refiere: “Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra persona o grupo de personas, sin obtener al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.

¡Dejémosle el beneficio de la duda, entonces!

 

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