alcaldías
Los ciudadanos votaron este domingo 21 de noviembre para elegir alcaldes y gobernadores. Foto: Kenny Linares

Próximo a finalizar este difícil año 2021 cierro mis escritos con una declaración de fe inquebrantable en el futuro del país. Pese a los zarpazos, abusos, violaciones, fraudes, crímenes y demás desafueros del régimen; pese a las claudicaciones, traiciones, mediocridades y avideces de algunos dirigentes opositores; y pese a la indolencia, flaqueza, vasallaje o sumisión del pueblo llano, los venezolanos luchadores y valientes de siempre, que hemos sostenido sin desmayo la lucha pacífica y democrática contra la dictadura, que somos la mayoría, venceremos.

El régimen se encuentra próximo a su fin. Está metido en un callejón sin salida. Desprovisto de todo mensaje que pueda reactivar al sector popular mayoritario que un día lo respaldó, hoy solo cuenta con las armas de la República empuñadas por militares indignos, con un grupo minoritario de población que trata de subsistir en medio de la miseria y con un séquito de secuaces, oportunistas, resentidos y “enchufados” que obran con sordidez, sin ningún respeto por la libertad, la democracia, la justicia y la razón.

En los últimos seis años, Nicolás Maduro, con la inmensa mayoría de los venezolanos en contra, ha podido continuar en el cargo que usurpa mediante artimañas divisionistas avaladas por opositores desleales. La labor conjunta de ambos actores, especialmente la de estos últimos, que han dividido a la oposición, ha ocasionado la abstención de rebeldía y frustración del sector independiente y mayoritario de ella, razón por la cual Maduro pudo reelegirse en forma ilícita y continúa detentando el poder.

Pero el régimen chavista ha agotado ya el enorme surtido de argucias, trampas e ilicitudes que ha empleado durante sus 23 años de autocracia. Lo único que podría hacer Maduro hoy es entorpecer e impedir, como lo hizo en 2016, el referendo revocatorio del año entrante. Eso puede ser posible porque los sectores de la MUD y de la abstención, que forman la gran mayoría opositora, difícilmente podrán consolidar sus fuerzas en tan corto tiempo y superar los grandes obstáculos y vicios sembrados por el régimen durante años.

En todo caso, esa acción sería su última felonía. En 2024 Maduro tendrá que convocar elecciones  presidenciales. No puede dejar de hacerlo sin enfrentar una respuesta letal. Habrá cumplido para entonces 26 años de duración, el mismo tiempo de la dictadura gomecista, la más larga de la historia nacional.

Por lógica deducción, el pésimo desempeño de Maduro durante los últimos nueve años de gestión, no podrá ser muy diferente del que haría en los próximos tres años que restan de su ilícito mandato. El régimen perderá por paliza con cualquier personaje que escoja las elecciones presidenciales de 2024 si se enfrenta a un candidato apoyado por la Mesa de la Unidad Democrática y el sector abstencionista mayoritario que solo espera una oportunidad como esa.

Para ese momento la oposición tendrá que estar unida y haber resuelto una serie de asuntos pendientes, como el de los venezolanos en el exterior que deben regularizar su situación al través de los consulados, algunos de los cuales han sido cerrados por el régimen y otros que no están cumpliendo con sus funciones. Otra necesidad perentoria es revisar y depurar el registro electoral sobre el que pesan muchas dudas y sospechas. La división arbitraria de los principales partidos políticos de oposición, operada por el régimen y sus cómplices de la oposición disidente, tiene que ser resuelta por esas organizaciones sin nuevas injerencias del régimen. Por último, la preparación y realización de las elecciones primarias para escoger el candidato opositor de mayor consenso, sin los recursos oficiales que el régimen maneja a su libre albedrío, es otro problema por resolver.

No obstante, todas esas dificultades pueden ser superadas exitosamente con la unidad MUD-abstencionistas (y quizá parte de la otra), con la experiencia obtenida en estos largos años de lucha y, sobre todo, con la voluntad y el entusiasmo que tantas veces ha brotado del alma colectiva y heroica de la oposición. ¡Si podemos! ¡Arriba corazones! ¡Patria y vida, venceremos!

 


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