Foto: London Parenteau https://unsplash.com/es/fotos/YEsxGmZ4wLU 

Por Pablo Kaplún Hirsz (*)

—Resúmenos tu curriculum

—Pues en mis redes sociales suelo presentarme como “emergenciólogo”, “desastrólogo” y “riesgólogo”, abanderado de la reducción de riesgos socionaturales y la sostenibilidad y mi experiencia profesional la he desarrollado en el sector académico y de investigación, un paso fugaz por el quehacer institucional, el mundo de la consultoría internacional y dentro de organizaciones no gubernamentales. Creo que esa descripción es más útil a la hora de describir mi currículo que la lista de certificados de ejercicio profesional y los títulos universitarios de pregrado o posgrado que poseo.

—¿Qué haces como profesional en favor del desarrollo sostenible?

—Creo que fue a mediados de los años noventa –cuando trabajaba activamente en la preparación y respuesta ante casos de desastres en el contexto latinoamericano– cuando comencé a  preguntarme por las condiciones que permitían la ocurrencia de ese tipo de calamidades en nuestra región. A partir de entonces comencé a entender que los desastres siempre son el resultado “natural” de formas insostenibles de ocupación del territorio y/o de prácticas de desarrollo sectorial que son hechas ignorando las dinámicas propias del territorio en que se ejecutan.

Todo desastre es consecuencia de los distintos procesos de construcción social e institucional de las condiciones de riesgo que le precedieron, y siempre será posible identificar en el análisis “post-mortem” de un desastre, cuáles fueron las acciones o inacciones humanas que posibilitaron que el mismo se diera. Es muy fácil darse cuenta en este proceso que los verdaderos “constructores del riesgo” de nuestras sociedades son siempre los actores públicos, privados y sociales que implementan los procesos de ocupación y desarrollo, de allí que solo trabajando con estos actores será posible lograr un abordaje “no-sintomático” y verdaderamente capaz de corregir las verdaderas causas de este problema no resuelto del desarrollo de nuestros países.

—¿Qué haces en favor de enfrentar el cambio climático?

—Cuando se observan las estadísticas del impacto de los desastres en el mundo durante el último siglo se hace evidente no solo el marcado incremento en el impacto de estos eventos, sino el hecho de que la gran mayoría de las pérdidas humanas y económicas asociadas a desastres están vinculadas a eventos hidroclimáticos, y uno de los elementos que viene profundizando esa tendencia es el calentamiento global y el modo como este incrementa la intensidad y la frecuencia de fenómenos hidroclimáticos extremos.

Desde el Centro de Investigación en Gestión Integral de Riesgos CIGIR – una organización no gubernamental nacida en Venezuela, que actualmente opera desde Panamá y España, y que tengo el gusto de dirigir – desarrollamos múltiples esfuerzos y proyectos de investigación aplicada, desarrollo de tecnologías y de formación de recursos humanos que tienen como fin el fortalecimiento tanto de las capacidades de adaptación ante el cambio climático como de la gobernanza de la gestión local de riesgos ante eventos hidroclimáticos extremos.

Foto Alejandro Liñayo

—¿Qué estás haciendo en la Comisión España (CAE) de la Academia Venezolana de Ingeniería Hábitat?

—Pues años antes de verme forzado a salir de Venezuela, ya habíamos establecido un convenio de cooperación entre el Centro de Investigación en Gestión de Riesgos y la Academia Venezolana de Ingeniería y Hábitat y en el marco del mismo habíamos desarrollado varios eventos en conjunto en temas de interés común.

Lo anterior dio pie a que en el momento que decidí residenciarme en España me vinculara a la CAE tan activamente como mi agenda de compromisos me ha permitido, y en el marco de ello hemos trabajado activamente en la organización de eventos, foros, talleres, la participación en espacios de articulación institucional con entes académicos, institucionales y universidades, la Coordinación del Equipo de la Academia especializado en Gestión de Riesgos y, en general, en todo aquello que de alguna manera pudiera facilitar el logro de los objetivos que han sido establecidos para la Comisión Académica en España de la Academia Venezolana de Ingeniería y Hábitat.

—¿Qué estás haciendo por el ejercicio profesional de los venezolanos en España?

—El encontrar formas que permitan que los miles de profesionales venezolanos que se han visto forzados a emigrar logren una forma de insertarse laboralmente en España, o en cualquiera de los países que han acogido a la diáspora venezolana, constituye un enorme reto en el que hay mucho por hacer.

El humilde aporte que venimos tratando de brindar en este sentido es el tratar de identificar individuos con capacidades o experiencia profesional en áreas afines a las labores que desarrollamos desde nuestra ONG, y brindarles a esos profesionales la posibilidad de incorporarse a nuestro equipo y aprovechar nuestra estructura para que desde allí puedan optar a las múltiples fuentes de financiamiento que afortunadamente los entes públicos y privados de España –y de toda Europa– les brindan a las ONG que están comprometidas con el logro de sus objetivos del desarrollo sostenible y con la Agenda 2030.

Y sí, somos testigos de que Alejandro y CIGIR son un fenómeno de parir ideas e iniciativas de todo tipo. Liñayo llegó a altos cargos y, sin embargo, no se olvidó ni de la humildad ni de la solidaridad. CIGIR es una plataforma útil para quien necesite –dentro o fuera del país– contar con una base legal e institucional para emprender un proyecto en la sensible área de la gestión de riesgos socio-naturales y la sostenibilidad. Un servicio clave y ésta creemos que es una buena noticia que tenemos hoy para nuestros lectores.

(*) [email protected], www.movimientoser.wordpress.com

 


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