¿Qué panorama tenemos? Un régimen ilegal que secuestra a diputados legítimamente electos por la ciudadanía, un Tribunal Supremo de Justicia írrito que emite sentencias políticas que pretenden dejar vacía a la Asamblea Nacional.

Grupos violentos campeando por doquier con la mayor impunidad; un abierto y descarado proceso de intimidación oficial, pintando las casas de diputados y dirigentes democráticos con amenazas en contra de ellos y de sus familias. 

Unas Fuerzas Armadas que no terminan de dar el paso en favor de la sociedad venezolana y siguen en una posición de extrema cautela, que sólo le permite al régimen usurpador seguir cometiendo felonías en todo el territorio nacional. 

Un sistema opresor que sigue jugando con la economía nacional haciendo que miles de venezolanos se desesperen porque no pueden comer ni comprar medicinas. 

Y, en la otra acera, una Venezuela que sueña con la libertad, que sale a las calles a protestar por un país en libertad y con Estado de Derecho.

Una Venezuela que lucha, pero que sola no puede contra un régimen criminal y violento, que controla el monopolio de las armas de la república, y que no tiene reparo en usarlas contra la población civil. 

Ante semejante realidad, llegó el momento de las tomas de decisiones, por el bien de millones de venezolanos y por el futuro de la nación y también de Colombia y prácticamente de  todo el hemisferio, incluyendo a los Estados Unidos. 

Así como la Organización de Estados Americanos (OEA) abrió las puertas a una acción decidida y la ONU a través de la aprobación del R2P, así como la Asamblea Nacional está dando  un paso importante con el regreso oficial de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), de esa misma forma debemos seguir tomando decisiones e impulsando acciones valientes. 

Los diputados debemos asumir la responsabilidad histórica de terminar de aprobar la activación del artículo 187 numeral 11 de la Constitución Nacional. No podemos dilatarnos más en este punto. 

No caigamos en consideraciones innecesarias o en patriotismos desvirtuados y desmedidos. Recordemos que nuestro Gran Libertador, Simón Bolívar, no tuvo a menos en pedirle auxilio a la Corona Británica, a los franceses, a Colombia y Haiti para lograr la libertad nacional. 

Y no por esto, fue menos gloriosa la Independencia de Venezuela. A su vez, no es cuestionable la decisión de Bolívar de empezar su Campaña Admirable desde lo que hoy es Colombia, lo que pudiera calificarse como una invasión. Ni menos es cuestionable la decisión del Libertador de tomar un ejército de venezolanos y llevarlos a  Colombia, Ecuador, Perú y lo que hoy conocemos como Bolivia, para liberar estos territorios. 

Nada de estas acciones aminora el papel histórico de Bolívar, Sucre, Anzoátegui, Páez, Bermúdez, Mariño, Piar y de tantos otros; así como  tampoco es reprochable solicitarle al Comando Sur de los Estados Unidos, a Colombia, Brasil y a todas las democracias  del mundo  que nos ayuden a liberar a Venezuela, sino, por el contrario, es un deber para nosotros como diputados nacionales que debemos asumir ya.


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