Por Dr. Pablo Kaplún Hirsz

El adelantado Don Rodrigo acertó a fundar Caracas

en pleno centro de Caracas, que ya estaba fundada

Fue preso y juzgado por el delito de “fundación indebida”.

(Parafraseo a parodia del conjunto argentino Les Lithiers)

 

Dedicado a mi amigo y colega merideño Carlos Zambrano

Yo tengo entre mis grandes maestros –y doy gracias a la vida por ello– algunos de origen español. Uno, colaborador de esta columna por cierto, tuvo como padre a un señor que tenía geniales inventos, tales que, cuando corría a patentarlos, ya estaban inventados. Nunca estuve en ese taller, pero al redactar estas líneas me imagino aquel local similar al de mi amigo Carlos Zambrano, allá en mi lar merideño: deambular allí es escabullirse entre aparatos viejos y no tan viejos de todo tipo. Por ejemplo, se puede armar un tocadiscos de aquellos de los discos de acetato. Las piezas necesarias por separados están, la magia es de quien las une y logra que aquello suene. Entre peroles y piezas valiosas, mi amigo cada tanto inventa soluciones en donde lo esperable es que las partes terminaran en la basura. Fue así que un día se le ocurrió crear los sistemas artesanales de alerta temprana ante crecidas, los cuales resultaron luego muy útiles en el páramo y fueron objeto de especial reconocimiento en toda Latinoamérica a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Al tiempo de haberlos colocado nos enteramos de que el genial invento –no patentado en este caso– tenía una competencia: gente con más dinero había hecho algo similar pero con sofisticaciones imposibles de cumplir por nosotros como radares, controles remoto y otros agregados de muy elevado costo. Nunca supimos si estas nuevas versiones –ahora sí patentadas– eran una copia de lo hecho en Mérida o simple casualidad; hay quienes dicen que las casualidades no existen. Vale agregar que el apellido Zambrano tiene en los Andes venezolanos una carga particular: la tradición de portar lo mejor de la tecnología popular merideña.

Hoy, en este segundo destierro mío, trato de reinventarme yo en muchos sentidos; pero cada idea genial que me pasa por la cabeza, no es que voy corriendo al registro, ya que ni está de moda, ni conviene hacerlo pues seguramente lo encontraré cerrado a las citas presenciales debido a la pandemia. En este sedentario mundo de hoy, lo que toca hacer es teclear en Internet, a ver si mi invento resulta original y, sobre todo, vendible, ya que mi problema –aún más básico que la sostenibilidad ambiental- es lograr la sostenibilidad de la papa diaria.

Hete aquí que desde que llegué a este país cada vez que procedo así me encuentro no una sino por lo menos doce páginas que me advierten que mi invento no lo es más que el agua tibia; matemáticamente mi argucia ya figura con representaciones estatales y autonómicas y hasta municipales, es decir, en términos castizos de otras latitudes, “ya figura en toos laos”.

España figura como un país gran productor de compost, pero 74% de su territorio (toda la franja central y sur) sufre un proceso intensivo de desertificación, con una necesidad de materia orgánica en sus suelos gigantesca. El Reino tiene muchísimas iniciativas para reducir el despilfarro alimentario, pero exhibe niveles intolerables en dicho renglón de desperdicio. Este Estado también es capaz de presentar niveles altos en materia de reciclaje, pero se los califica entre los peor preparados para cumplir con las metas de la UE, que exige para 2025 que 55% de las basuras municipales haya sido efectivamente atendida por la vía recicladora.

¿Pero cómo carajo puede un extranjero meterse en esos elevados porcentajes no alcanzados pero virtualmente atendidos por vistosas páginas web? ¿Cómo carrizo puede competir un viejo de 60 años origen venezolano en este mundo de sonrisas jóvenes por doquier, así la mayoría de ellas sean meras posturas?

Por ahora, a punta de trancazos, voy encontrando tres tipos de respuestas, creo que válidas para España como para cualquier parte del mundo. Se las voy a pasar, total mi receta no puedo tampoco comercializarla.

La primera es práctica: si España tiene tantas iniciativas, pero no mejoran las cifras que el pais busca solucionar, es porque las fallas deben estar en insuficiente articulación entre los actores hacia quienes van dirigidos estos inventos míos ya inventados por otros. El mercado de las articulaciones es más grande que el de los inventos: el asunto es encontrar el punto de cadena articuladora que aún no se ha activado.

La otra… se las copió de Internet, total ¡ya está inventada…! El detalle es que lo descubierto, queda aún muchos sitios donde ser aplicado. Veamos[1]:

“Ese ‘teléfono’ tiene demasiados defectos como para ser considerado un medio de comunicación serio. El dispositivo no tiene ningún valor inherente para nosotros”. (Memorando interno de la Western Union, 1876).

“Las máquinas volantes más pesadas que el aire son imposibles”. (Lord Kelvin, presidente de la Royal Society, 1895).

“Todo lo que puede inventarse ya ha sido inventado”. (Charles H. Duell, alto comisario de la Oficina de Patentes de Estados Unidos, 1899).

“Los aviones son unos juguetes interesantes, pero no tienen interés militar”. (Marechal Ferdinand Foch, profesor de Estrategia en la Ecole Superieure de Guerre).

“La caja de música sin cables no tiene un valor comercial imaginable. ¿Quién iba a pagar por enviar un mensaje a nadie en particular?”. (Un socio de David Sarnoff respondiendo a una petición para invertir en la radio en la década de 1920).

“Creo que existe un mercado mundial para tal vez… cinco computadoras”.  (Thomas Watson, presidente de IBM, 1943).

“No nos gusta su sonido, y a la música de guitarra le quedan cuatro días”. (Decca Recording Co. rechazando a los Beatles, 1962).

“No existe ninguna razón para que alguien quiera tener una computadora en casa”. (Ken Olson, presidente, director y fundador de Digital Equipment Corp., 1977).

Además, está el llamado experimento de los 5 monos: «Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos. Cuando uno de los monos subía la escalera para agarrar los plátanos los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que se quedaban en el suelo. Pasado algún tiempo, los monos aprendieron la relación entre la escalera y el agua, de modo que cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo molían a palos. Después de haberse repetido varias veces la experiencia, ningún mono osaba subir la escalera, a pesar de la tentación de los plátanos. Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos por otro nuevo. Lo primero que hizo el mono novato nada más ver los plátanos fue subir la escalera. Los otros, rápidamente, le bajaron y le pegaron antes de que saliera el agua fría sobre ellos. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo nunca más subió por la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo con el que entró en su lugar. El primer sustituido participó con especial entusiasmo en la paliza al nuevo. Un tercero fue cambiado, y se repitió el suceso. El cuarto, y finalmente el quinto de los monos originales fueron sustituidos también por otros nuevos. Los científicos se quedaron con un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentaba llegar hasta los plátanos. Si fuera posible preguntar a alguno de ellos por qué pegaban con tanto ímpetu al que subía a por los plátanos, con certeza esta sería la respuesta: No lo sé. Aquí, las cosas siempre se han hecho así[2]».

Yo les diría a los lectores en síntesis tres cosas: 1) Sí, tal vez esté inventado, pero mi idea puede igualmente tener cabida, sobre todo si la implemento de una manera más amigable para el ambiente. 2) Tal vez mi idea ya esté patentada pero puedo hacerla amigable para el ambiente y también para la gente, y en eso siempre hay una oportunidad para agregar algo más. 3) Sí, mi genialidad ya la han patentado, pero soy capaz de esbozar la sonrisa para que tomen en cuenta la misma para que la aplique aquel que aún no la ha puesto en práctica, pues nadie antes llegó con tan buena vibra como la mía a ese lugar.

 

[1] Tomado de: https://escueladelamemoria.com/ya-esta-todo-inventado/ La imagen de cabecera también está tomada de allí.

[2] Tomado de: https://lapiedradesisifo.com/2013/08/08/rompiendo-el-paradigma-del-experimento-de-los-monos/


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