Según el último comunicado recibido del INAC de fecha 18 de enero, en el cual textualmente informan que “…se abren las rutas entre la República Bolivariana de Venezuela y los países hermanos de Panamá y República Dominicana, y se ratifican las rutas de México, Turquía y Bolivia,…” y todo – según ellos – “…en aras de seguir garantizando la seguridad del pueblo Venezolano…”, y “…coadyuvando con el combate implementado por el Ejecutivo Nacional contra el covid-19…”.

Adicionalmente se autorizaron, vía “NOTAM” (“Notice to Air Men”), vuelos comerciales hacia y provenientes de los aeropuertos de Maiquetía y del Aeropuerto Caracas con el aeropuerto de Canaima.

Todo esto es algo que no le vemos ni pies ni cabeza y nadie en aviación logra entenderlo.

Alguien nos puede explicar cómo es posible que el espacio aéreo y los aeropuertos estén aptos para despachar y recibir vuelos con pasajeros desde ciudades tan lejanas como Ankara, capital de la lejana Turquía, pero no se puede ir o venir volando desde Caracas hasta Maracaibo, Puerto Ordaz, Ciudad Bolívar, Mérida o San Cristóbal, solo por nombrar algunas de las tantas ciudades importantes de Venezuela.

O es que las medidas sanitarias de un vuelo desde Turquía serían diferentes a las necesarias para un vuelo nacional. Es que el uso del tapaboca, del gel antibacterial y la desinfección de la aeronave, como hacen en muchas partes del mundo, no es suficiente para poder volar en Venezuela con seguridad.

Pareciera que en el gobierno no hay dolientes con respecto a la aviación general y como ellos pueden volar dentro de Venezuela adonde les provoca o solo les importa poder ir a países con los cuales tienen negocios, no les interesa el resto de quienes dependemos o estamos vinculados con todo aquello que gira en torno del mundo aeronáutico.

Recientemente un viejo amigo, Francisco Fernández, piloto de gran experiencia y un emprendedor en actividades aeronáuticas, quien está realmente desilusionado y cansado de la situación general de la aviación en Venezuela, publicó una reseña de la situación que me llamó a una profunda reflexión:

“Ayer 14/01 fui al aeropuerto Caracas (SVCS) a darle una vuelta al helicóptero y así lo encontré [la publicación muestra una foto de parte del compartimiento de la transmisión del rotor principal lleno de telarañas]  así como la patria, fiel reflejo, sin poder ni encenderlo en tierra, ahora tienes que pedir permiso desde Simón Bolívar en el Panteón Nacional hacia abajo, y si alguno de los verdes o rojos dice que no o que le traigas un papel que él quiere pues simple, no puedes y ya, además, como piloto HOY no se si estoy vigente o ya no soy o qué.

Verdaderamente ir al aeropuerto ayer y no escuchar ni siquiera un solo avión encendido me causó sensaciones de desilusión, indignación, frustración y pare de contar… ¡Qué triste ver nuestra aviación civil así, abandonada!!!  ¡El aeropuerto donde tanto trabajamos y compartimos parecía un cementerio!!!

Mis respetos a los que aún trabajan y luchan por mantenerse en la aviación civil, yo, la tengo clara, con estos no hay ni habrá aviación civil y menos privada. Y ya suenan las piedras del río con la que nos van a salir para poder renovar otra vez después de casi un año vencido con lo del decreto de emergencia … ¡Seguimos, pues… el último que apague la luz, God Bless!!!”.

Y es que no son solo los pilotos o empleados de empresas privadas.  Esta situación de paralización y devaluación monetaria del país también está afectando a los controladores aéreos y al personal conexo.

Un comunicador social y experto conocedor de la actividad aérea como lo es Joe Martínez hizo pública una reseña en la que resaltó los problemas que atraviesa una parte tan importante de la aviación como son los controladores aéreos:

“El personal del INAC, en general, está en un estado bastante precario y hasta dramático. El miserable y reducido ingreso de salarios se ha esfumado de tal forma que muchos dilucidan entre ir a trabajar y disponer de dinero diariamente para el transporte, o simplemente no ir y usar ese monto para poder alimentarse, ya que muchos de esos obreros y empleados deben tomar hasta dos o más sistemas de movilización para acudir a sus labores.

A partir del año en curso les tienen suspendido el seguro de HCM hasta nuevo aviso, uno de los pocos alicientes con el cual contaban y ahora solo se autorizan casos de emergencia.

Ya sacaron de la nómina de la institución a casi dos centenares de bomberos que tenían contratados desde hace más de una década.

El refuerzo de personal va a ser crítico, por las ausencias, posibles deserciones o renuncias para ejercer otras actividades más productivas. Esto sin contar propuestas foráneas de homologar licencias con ingresos más atractivos.

El ‘statu quo’ que daba relevancia al empleado de ese organismo se ha venido a menos, y eso es un alerta para la seguridad aérea ante la falta de personal técnico. ¿Habrá un marcado déficit económico en el ente? Como un reflejo:  a una empleada de uno de los aeropuertos, sus mismos compañeros tuvieron que darle parte de su ración alimenticia pues no tenía cómo llevar sus comidas para cumplir con su guardia respectiva, ya que desde hace meses no les llegan las provisiones que sistemáticamente eran recibidas rigurosamente”.

Una situación que pocos conocen, pero afecta a un personal del cual depende la seguridad de cualquier vuelo, venga de Ankara o vaya para Canaima.

Aparentemente ya hay promesas de poder mejorar la situación salarial y reactivar la cobertura del seguro de HCM, así como de las provisiones de alimentación, pero nadie quiere vivir de migajas. Se requieren salarios justos y con capacidad de poder llevar una vida digna con una alimentación acorde con nuestros gustos y necesidades, y no lo que otros meten en una caja.

En la aviación general venezolana, de seguir así, no le vemos ningún futuro promisorio. Hemos tenido un año pasado muy duro, estamos mal y vamos cada día peor.

La aviación general no es un poco de niños ricos volando a Los Roques o Margarita para asolearse el fin de semana. Son de cientos a miles de personas que trabajan en talleres, escuelas, como controladores aéreos, son los dueños de fincas que llevan medicinas y veterinarios para revisar los animales de cría que nos proveen de carne y leche, es el avión que fumiga el maíz y la caña de azúcar de la agroindustria, al igual que las verduras que llevamos a la mesa para comer, es la línea de taxi aéreo que transporta los turistas para que el negocio de posadas sea rentable, es el avión privado que lleva odontólogos, médicos y vacunas a remotos poblados indígenas, es el transporte médico de emergencia y un sinnúmero adicional de funciones sociales y deportivas necesarias para el desarrollo de un país.

Tomen conciencia del daño que esta paralización le está causando al país.


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