Hace 80 años, entre los meses de febrero y marzo, el Tercer Reich envió al general Erwin Rommel (1891-1944) con unos pocos soldados, equipos, recursos y tanques (el Afrika korps) a la Libia italiana. En tan solo 19 días (del 24 de marzo al 12 de abril de 1941), con gran audacia, haría retroceder a los Aliados a la frontera egipcia. Impedía de esa forma lo que parecía inevitable: la expulsión del Norte de África de las fuerzas fascistas. Lo que habían logrado los británicos del 9 de diciembre de 1940 al 9 de febrero de 1941 con la Operación Compass (la cual analizamos en nuestra reciente serie de seis entregas del 20 de enero hasta el 3 de marzo pasado) y que fue considerada una victoria sorprendente, ahora el “Zorro del Desierto” (como empezó a llamársele) se la arrebataba en pocos días. Era entendible el nacimiento del mito, aunque este fue “alimentado” tanto del lado alemán como del de sus enemigos, y mucho más cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial gracias a la reconstrucción cinematográfica de su vida.

El ministro de propaganda del Reich, Joseph Goebbels, fortaleció este primer éxito generando el mito en Alemania, no solo por la necesidad que existe en toda guerra de “crear” héroes a los cuales emular, sino también porque Rommel cumplía con un conjunto de características que le interesaban exaltar al nuevo orden nazi. El nacionalsocialismo era, entre otras cosas, la combinación de dos ideas que generan una nueva: “la comunidad nacional”. En este sentido su parecido con el comunismo es más cercano que con el conservadurismo del siglo XIX. Rommel era la representación del pueblo que se eleva tanto por su lealtad a la comunidad como al gran líder. No pertenecía socialmente a la clase terrateniente de los Junkers, de donde provenía buena parte de la alta oficialidad, era militante del partido nazi, leal al Führer y tenía todo el apoyo de este. Por no hablar de su gran iniciativa, valentía y coraje que Hitler admiraba y la cual venía forjando desde muy joven al participar en la Primera Guerra Mundial y obtener la máxima condecoración. Para después destacarse en la Batalla de Francia en 1940 como comandante de la 7° División Panzer (leer nuestra serie “El 80 aniversario de la invasión a Francia” en esta misma columna entre mayo y junio de 2020).

Sus enemigos británicos e incluso estadounidenses padecieron sus destrezas en el desierto, por lo que de manera indirecta al temerle consolidaban el mito. En lo que respecta a la historiografía tenemos tres textos que iniciaron de manera temprana su idealización. El primero fue sir Winston Churchill desde sus discursos pero sobre todo en su obra La Segunda Guerra Mundial. Libro II. “Solos”, 1948-56, capítulo XIX. “El flanco del desierto. Rommel. Tobruk”.  En ella realiza una breve biografía donde se resaltan sus méritos y que comienza con estas palabras: “Pero entonces apareció una figura nueva en el escenario mundial, un soldado alemán que ocupará un lugar en los anales militares” ¿Hace falta más?

Rommel demostró ser un maestro para manejar las formaciones móviles, (…) era un espléndido jugador militar. (…) Su entusiasmo y su osadía nos causaron terribles desastres, pero merece el homenaje que le rendí (no sin reproches del público) en la cámara de los Comunes en enero de 1942 cuando dije de él: ‘Tenemos frente a nosotros a un adversario sumamente hábil y osado y, si se me permite decirlo a pesar de los estragos de la guerra a un gran general’. Merece también nuestro respeto porque, a pesar de ser un soldado alemán leal, llegó a odiar a Hitler y todo lo que él hizo y participó en la conspiración de 1944 para rescatar a Alemania, reemplazando a este maníaco tiránico. Esto lo pagó con su vida.

El primer ministro había marcado la línea historiográfica que fue confirmada con abundantes fuentes primarias (testimonios y registros oficiales) por otros dos militares dedicados a la historia: sir Basil Liddell Hart (1948, The German Generals Talk) y Desmond Young (1950, Rommel). El primero ordenaría con los familiares (hijo y viuda) y oficiales cercanos al Zorro del Desierto los que serían sus memorias, conocidas como The Rommel Papers, publicadas en 1954. Y el segundo lograría que su biografía llegara al cine bajo la dirección de Henri Hathaway y la actuación de James Mason en Rommel Desert Fox (1951). Película que representa para mí, en la filmografía sobre la Segunda Guerra Mundial, lo que es la perfecta relación entre investigación histórica y representación cinematográfica, aunque generó un culto apoyado por las condiciones de la Guerra Fría. Las primeras escenas son una delicia porque muestran al propio Desmond Young representándose a sí mismo en cada paso que da para lograr escribir su libro. De esta forma se generó una idea que en nuestras próximas entregas la contrastaremos con los nuevos estudios e incluso producciones para el séptimo arte.

Esta serie también estudiará la contraofensiva del Eje y la incorporación de Alemania al Frente Mediterráneo con todas sus implicaciones desde finales de 1940. Nos adelantaremos temporalmente a algunos hechos en lo que respecta al 80 aniversario, porque a principios de abril dicho Frente adquiere una gran importancia para los planes de Adolf Hitler al tener que adelantar la invasión de Grecia y Yugoslavia por el cambio de gobierno en dicha nación.


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