Volvió la esperanza. De nuevo comienza a agitarse un sentimiento que no se queda empotrado en lo que vivimos, en la crisis que nos carcome cada día.

Más allá de los acontecimientos del fin de semana, la detención de Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional, su liberación y las torpes declaraciones de Jorge Rodríguez, el ministro de Comunicación, culpando a la derecha internacional de buscar un falso positivo, lo más importante a mi modo de ver es que el pesimismo comienza a ponerse de lado.

Avanzar requiere creérselo y es en eso donde el gobierno y sus asesores han sido un adversario avezado, destruyendo todo lo que signifique ilusión y cambio, poniendo a pelear y desconfiar a todo el mundo, gracias a lo cual finalmente se han atornillado en el poder.

Debería ser distinto esta vez si aprendimos a valorarnos, a no descalificar ni a los que están fuera por haberse ido ni a los que nos quedamos porque seguimos inmersos en este marasmo; si entendemos que las redes de poder han enredado a muchos dirigentes políticos, pero que en el rescate de la nación tenemos un papel importante todos; si además no le damos la espalda a millones de compatriotas que piensan en el gobierno como una alcancía, porque necesitan urgentemente el ingreso para sobrevivir.

Es la hora de la esperanza, el momento de remar todos juntos y enfocar el objetivo, de pensar en una Venezuela libre, sin represión ni presos políticos, que se respeten los derechos humanos, donde no se pase hambre ni se muera de mengua, en la que los servicios públicos funcionen.

Llevamos mucho tiempo aguantando y, aunque falta todavía, pareciera que llegó el momento de mirar las cosas de otra manera.

Vienen horas aciagas, y muy de seguro tendremos una semana complicada, quizás con detenciones arbitrarias y sobre todo con una contraofensiva comunicacional del gobierno que no nos quiere animados ni esperanzados sino temerosos y divididos. No le demos gusto.

Veamos más allá de nuestras propias limitaciones. Solo si cambiamos la manera de mirar y de mirarnos podremos salir adelante.

Que la Divina Pastora nos dé fuerzas para encontrarnos, para oler ese futuro que está a la vuelta de la esquina, que ya podemos tocar con nuestras manos.


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