La inteligencia artificial y eso que se denomina disrupción tecnológica empezará –en realidad ya empezó– de la forma más sencilla: por los hogares e industrias. La domótica es –si nos atenemos a la definición más o menos aceptada– todo aquel sistema de automatización para viviendas privadas o edificios de industrias, con gestión energética e integrados por medio de redes o de control remoto.

Con el bajón de precios de los gadgets tecnológicos, el avance de la investigación y el desarrollo de nuevos productos, la domótica es accesible y hasta obligatoria para gerenciar hogares/industrias eficientemente.

Algunos de esos gadgets, que bien pueden ser manejados desde una app o desde tu smartphone están para hacer de tu industria o vivienda “inteligente” y tu vida más sencilla: censores de seguridad, dispositivos de riego de césped, control de termostato, encendido de luces externas/internas que deben ser Led, por supuesto y otros que van a configurar el nuevo concepto de caverna (vivienda) humana o fuente de trabajo. Habrá una evolución tecnológica importante todo para ahorrar energía.

No sabemos cómo será el mundo en 2100, pero de seguro será dominado por la tecnología. Particularmente la domótica en viviendas privadas, grandes conglomerados multifamiliares y todos los edificios estatales –si es que todavía hay en esa sociedad el Estado concebido en la actual forma– y edificios de industrias y comercios.

La domótica permite, entre otras, además del manejo eficiente de la vivienda/edificación: midiendo consumo de agua, controlando apagado/encendido de luces, temperatura ambiente interna, sistemas de alarma, contraincendios y monitoreo de vigilancia, permite una utilización eficiente de la energía; es el principal aliado de lo que venimos pregonando hace años: la eficiencia energética.

Hogares e industrias prácticamente se moverán con electricidad total y con tecnología: desde refrigeradores que piden ser llenados con víveres hasta galpones industriales que controlen, solos, eventuales cambios de temperatura, fuego o cerrado de seguridad de sus portones. La imaginación le gana al papel.

Hay softwares especializados en control de potencia contratada de electricidad y de control de consumo de cada aparato y circuito eléctrico y esa domótica puede, de manera independiente a nuestras órdenes, regular y desconectar equipos de uso no prioritario y de significativo consumo eléctrico, según hayan sido programados previamente. Luego se van a reprogramar sin la intervención de la mano humana.

Todo ahorro eléctrico vía uso de generación distribuida –paneles solares que generen nuestra electricidad– y domótica que controle el uso de electricidad al interior de viviendas/industrias va a redundar en dos aspectos principales: reducción de la factura mensual y reducción del uso de energía global que aliviará el entorno ambiental.

Parece la descripción de una vivienda o industria del futuro, pero es una vivienda del presente. En Europa a las construcciones modernas se exige el certificado de eficiencia energética que tiene mucho que ver con domótica: si bien es cierto que no todas las viviendas e industrias están en el nivel de tecnología y automatización descrita, se está estimulando a llegar a mejores niveles de automatización. Esto es porque en Europa 40% del consumo energético total es debido a edificios. Entonces la Unión Europea tuvo que normar sobre el particular: estaban despilfarrando muchísima energía en sus construcciones. Por ejemplo la Directiva 2010/31/UE, relativa a Eficiencia Energética de Edificios (Directiva EEE), señalando modelos para que las edificaciones sean eficientes y se insta a los Estados miembros a fomentar en sus ciudades y gobiernos municipales la instalación de sistemas de automatización, control y gestión orientados al ahorro de energía.

Así en España, por ejemplo, desde 2013 quien haya adquirido o rentado una vivienda sabe de la existencia de un certificado que identifica al inmueble y su nivel de consumo eléctrico. Ese certificado deja constancia de cuán eficiente y bien gestionada es una vivienda/edificación industrial, y ello está a cargo del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía en el marco de un Código Técnico de la Edificación.

Esa certificación califica al inmueble calculando el consumo anual de energía (agua caliente, calefacción, iluminación, refrigeración y ventilación). Se tiene convenido que la letra A significa un edificio más eficiente y la letra G un edificio menos eficiente.

Estamos en un ciclo de transición de viejas edificaciones (que no tienen normas de seguridad en construcciones, antiterremotos, anticiclones, de alto consumo de energía, sin paneles solares, etc) a nuevas edificaciones que prácticamente automatizan cada proceso interno de la vivienda o del edificio industrial, como hemos adelantado párrafos arriba.

Los estados están en la obligación de entender, aprender y normar viendo hacia delante: facilitando y no poniendo trabas, especialmente en estos aspectos de domótica de vivienda o industriales.

@BorisSGomezU


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