Sobre el putrefacto caso de Rafael Ramírez y sus compinches en Pdvsa hay que recordar que desde 2007 el difunto Luis Tascón denunció a Nervis Villalobos, mano derecha del ex zar de la estatal petrolera, por haber recibido presuntamente una “comisioncita” de 50 millones de euros. Pues lo fusilaron política y moralmente; Diosdado lo acusó: “Tascón, instrumento del imperio”. También en 2011 desde la Asamblea Nacional, cuando la oposición aún era minoría, se hicieron probadas denuncias de corrupción en la estatal petrolera. Más recientemente, en la actual y legítima Asamblea Nacional, los expedientes llenan archivadores completos, solo de Pdvsa.

Sin duda alguna el caso de Rafael Ramírez, uno de los 4 fantásticos culpables del desastre y tragedia nuestra, no pasa de ser un castigo a cualquiera que se atreva a desafiar la posibilidad de una nueva aspiración presidencial por parte de Maduro, incluidos sus acompañantes durante la larga y desastrosa gestión en Pdvsa. Cuestión a la que debe agregarse que el escándalo atenúe en medios sociales que hoy somos un pueblo que pelea por comida en una cola, sin dinero en efectivo, sin medicinas y sin futuro; sumado a que todo aquel que “odie” a los culpables puede ser condenado a 30 años de cárcel.

Pero he ahí el problema: Rafael Ramírez conoce y tiene las pruebas de nombres, montos, sitios de resguardo (bancos, empresas fantasmas y títulos financieros) de los muchos haberes robados a la nación venezolana.

Desde Unidad Visión Venezuela hemos expuesto reiteradamente que toda lucha contra la corrupción tiene que estar dirigida no solo a castigar al perpetrador, sino y fundamentalmente a recuperar todos los haberes robados. Máxime cuando ese botín monta millardos de necesarios dólares.

Es con la restitución y solo con la reposición de los haberes apropiados ilegalmente que el gobierno castro-madurista podrá demostrar el tan cacareado compromiso de su lucha contra la corrupción, y que hoy está –literalmente– matando de hambre a nuestra población, y que no es una simple cacería de brujas o peor aún, solo por la campaña presidencial que se avecina.

No existe otro camino, otro método, otra forma. El cáncer de la corrupción ha hecho metástasis hasta sectores que se identifican como opositores. La corrupción, además de financiar el sostenimiento en el poder de regímenes autoritarios como el nuestro, propicia acuerdos con algunos agentes de “oposición”, dotándolos de mayor relevancia mediática, política y de éxito electoral.

Lo único que ha producido el castro-chavismo en 2 décadas de destrucción, además de la Ley del odio, es que ha democratizado la corrupción a niveles inimaginables. Corroyendo y diluyendo toda institucionalidad ética y moral. La corrupción no consiste solamente en robarse el erario público. También lo es desconocer el Estado de Derecho a través de triquiñuelas urdidas por instituciones corruptas en sus orígenes y en el ejercicio de políticas públicas desde todos los órdenes de gobierno, corrompiendo al sector más ignorante de la población con migajas económicas para sostenerse en el poder. Pero lo más grave es que se impone en la población como el ideal de que ser corrupto es la clave del éxito político o económico y tiende a erigirse en sistema, en normalidad. Igual ocurre con el pranato delictivo en nuestras barriadas y sectores populares.

Por ello, para cada ciudadano responsable, abstenerse electoralmente significa respaldar, premiar y eludir el esfuerzo ciudadano por terminar con tanta pudrición.

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@omaravila2010


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