Considerando el caso de Siria, y luego de mi artículo publicado el 12 de marzo en El Nacional en ocasión de los ocho años del inicio del conflicto, se han presentado algunas inquietudes en cuanto si pudiera ocurrir aquí en Venezuela algo similar, y afectar en mayor o menor grado a la población y al país en general. Existen, por un lado, quienes desean una intervención militar norteamericana, y están los que se oponen a ella,temiendo una respuesta rusa que originaría un enfrentamiento explosivo que cobraría muchas vidas y destruiría muchos lugares, tal como pasó en Siria.

Lo cierto es que aun cuando pareciera que los dos escenarios, Venezuela y Siria, tienen características comunes que pronosticarían un final en Venezuela similar al presentado hoy después de ocho años en Siria, los dos casos presentan en realidad muchas más diferencias que coincidencias, lo cual no descarta definitivamente ninguna opción, pero sí aleja mucho la posibilidad de que en Venezuela se repita lo de Siria. Un breve análisis, y la consideración de algunos expertos son la base para tal afirmación.

En 2011 la Primavera Árabe llegó a Siria tomando inicialmente la forma de guerra civil, de insurgentes queriendo derrocar a Bashar al-Assad y establecer una nueva forma de gobierno, a lo cual se sumaron países vecinos, como Turquía, Arabia Saudita y Qatar en apoyo a los insurgentes, Irán e Irak del lado del gobierno sirio. Paulatinamente, y dadas las condiciones y oportunidades presentadas, intervienen en el conflicto otros factores externos, por ejemplo los kurdos, y hasta de carácter terroristas como Al Qaeda, entre otros, presentando un cuadro de enfrentamiento de múltiples fuerzas,unas contra otras. Rusia, la gran potencia aliada de Siria, extrañamente se mantenía pasiva, hasta que en 2015, después de cuatro años del inicio del conflicto, cuando estaba casi perdido el gobierno sirio,con Damasco y Alepo a punto de caer en manos del Estado Islámico para sumarse al casi 70% del territorio en manos de los antigubernamentales, Rusia intervino con una importante operación militar con activos aéreos, terrestres y marítimos, evitando la pérdida del gobierno. Esto dio origen a la aparición del “modelo sirio”, aplicable a los casos en los cuales Estados Unidos pretenda hacer cambios estructurales en aquellos países cuyos gobiernos son afectos a Rusia.

El analista en diplomacia y seguridad de la RAND Corporation James Dobbins, que asesora a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos define el “modelo sirio” asegurando que “la amenaza, por parte de Rusia, de un despliegue militar y una estrategia de presión y confrontación sirven para mantener a flote a un gobierno aliado”, siendo este un patrón ya exitoso pues ha mantenido en el poder a Bashar al-Assad. Contrariamente a lo acontecido en Libia, que según Dobins, “MuamarGadafi era un aliado de Rusia desde los tiempos de la Unión Soviética, pero Moscú no intervino para salvarlo», la actuación de una coalición liderada por la OTAN precipitó la caída del líder de Libia. Esto, según el analista, fue una importante enseñanza para Putin: si Rusia no actúa, Washington podría seguir cambiando gobiernos aliados de Moscú.

En el caso de Venezuela, desde hace varios meses se aplica el “modelo sirio”, el Kremlin ha defendido a Nicolás Maduro y al gobierno en los distintos organismos internacionales de las posibles sanciones y condenas, principalmente en el Consejo de Seguridad de la ONU, así como ha participado en reuniones con representantes americanos con una posición clara para  impedir que el gobierno de Maduro sea afectado. Además, ha enviado aviones y asesores militares, advirtiendo a Estados Unidos de las graves consecuencias si se presentara una intervención armada en la nación.

Una vez fracasado el último intento del líder Juan Guaidó para lograr lo que él denomina “cese de la usurpación” (30-abril), y la insistencia de Estados Unidos para que Maduro abandone el poder, las advertencias de Rusia se tornaron amenazas aclarando que producirían “consecuencias devastadoras para la región y para la seguridad mundial” si ocurre una intervención de Estados Unidos en Venezuela. Sin embargo, para los analistas han sido solo amenazas, pues la respuesta al fallido intento de Guaidó produjo un despliegue militar de tan solo 2 aviones con 100 militares rusos, una acción eminentemente simbólica.

Sin embargo, las posibilidades de un conflicto armado en Venezuela, que no se descarta por completo, es una opción muy lejana según los expertos de BBC Mundo, que se muestran escépticos de que ocurra. Por ejemplo, Famil Ismailov, jefe del servicio ruso de la BBC, señala tres motivos fundamentales que dificultan un enfrentamiento militar de las dos potencias en Venezuela:

  • el ejército ruso no tiene recursos ni capacidad para extender sus líneas de combate hasta el otro lado del mundo y ya se mueve en al menos otras dos guerras: Siria y Ucrania, que están en su zona de operaciones.
  • los países vecinos de Venezuela (incluido Estados Unidos), aunque son en su mayoría partidarios de Guaidó, «no participan activamente en el terreno», como sucede en Siria.
  • «A pesar de los 17.000 millones de dólares invertidos en Venezuela, Rusia no arriesgaría sus intereses globales por una confrontación directa con Estados Unidos en su «patio trasero».

Para Matthew Rojansky, director del Instituto Keenan del Wilson Center, un centro de estudios con sede en Estados Unidos, la estrategia de Rusia en Venezuela es para mostrar su oposición a Estados Unidos. «Rusia se opone a todos los casos en que Estados Unidos ha apoyado, lo que Moscú considera operaciones de ‘cambio de régimen’ en todo el mundo, desde el espacio postsoviético hasta América Latina», señala.

Ismailov coincide en ese punto: «La presencia militar rusa en Venezuela es un pretexto para que tengan en cuenta a Moscú cuando el tema se discute a nivel internacional», lo cual ha dado resultados, pues recientemente Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano, se trasladó hasta Sochi, Rusia, para reunirse con el canciller ruso Serguei Lavrov, y con el presidente Vladimir Putin para discutir, entre otros asuntos, la situación en Venezuela.

Con el mismo tono, afirma Dobbins que en Venezuela, «como pasa también con Siria: cualquier discusión sobre lo que pase en su futuro, tendrá también que pasar por Moscú». Lioman Lima de la BBC News Mundo afirma que desde que las fuerzas rusas llegaron a suelo sirio, Estados Unidos ha tenido que comenzar a implementar una estrategia que no había practicado antes: notificar a los mandos militares de Moscú sobre sus operaciones de ataque. No hay razones para que esto no sea así en Venezuela, aun cuando solamente son 100 los militares rusos dispersos en el territorio.

Estas reuniones, discusiones y enfrentamientos entre autoridades norteamericanas y rusas,  con Venezuela como tema central, aun cuando pudieran aparentar que producirían un aumento del nivel del conflicto,realmente son la esencia para evitar la intervención militar primero, y el temido posterior enfrentamiento explosivo entre las dos potencias. No es la primera vez que Washington y Moscú miden fuerzas por un cambio de gobierno en otro país, y pareciera que las conflagraciones han evolucionado en función del respeto al rival, y la consideración de los intereses del otro en la solución del conflicto.

Mientras que la definitiva del enfrentamiento ruso-americano está en proceso, sigue la situación crítica de la población venezolana, los ciudadanos siguen sumidos en un clima dominado por la desesperanza, el cinismo, la angustia y la alienación producto de la fatalidad de acciones y errores cometidos por unos y sufridos por muchos.


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