Es la pregunta que todo venezolano se debería hacer en estos momentos aciagos. Porque siempre hay algo que está en nuestras manos, y eso puede marcar la diferencia. Una vida vegetativa que no se pregunta responsablemente por sus deberes colectivos es una vida no humana. E incluso no sé si llega a la dignidad del animal. No podemos ser veletas, no podemos reducir nuestro tiempo a la simple supervivencia y la de nuestros seres queridos. Los usurpadores y sus oligarquías, los mandones de cualquier especie anhelan la pasividad de los ciudadanos que sería su conversión en simples individuos. Por lo cual deberíamos preguntarnos: ¿qué puedo hacer para lograr un cambio en la tragedia que hoy padecemos en Venezuela? A continuación haré una pequeña lista de lo que el venezolano común puede hacer desde mi humilde perspectiva de politólogo-historiador y profesor universitario.

1. La historia de los movimientos que buscan los cambios en el poder de la segunda mitad del siglo XX para acá demuestran que las acciones pacíficas y organizadas de los pueblos tienden a lograr sus objetivos mucho más que los violentos. Pero todo depende de la claridad de sus metas, la unidad, la persistencia, y la capacidad de movilización en una acción civilista. Todo demócrata, todo el que anhele que Venezuela cambie, debe ser consciente de que para lograrlo se necesita unidad y organización, lo cual requiere constancia en el tiempo. No podemos participar creyendo que el cambio será inmediato para después frustrarnos si no es así, y abandonar la lucha. Pareciera que con el liderazgo del presidente de la Asamblea Nacional: Juan Guaidó, se da inicio a un nuevo ciclo de lucha, pero debemos ser conscientes de este hecho fundamental por lo que NO NOS RINDAMOS pase lo que pase.

2. Todos tenemos ocupaciones y responsabilidades familiares y particulares que requieren tiempo, y más ahora que no basta con un solo trabajo para poder medio comer. A pesar de esto, siempre podemos dedicar tiempo por pequeño que sea a hacer política y de la buena, me refiero a seguir con los objetivos anteriores: organización, unidad, movilización. Debemos asumirlo como algo vital, porque la continuidad en la usurpación significa más hambre, opresión y muerte. Seamos partes de un partido político o de una ONG que arrime el hombro a la meta común. Así que asista a cuanto cabildo se proponga y por nada del mundo falte a la marcha del 23 de enero a la cual convocó la Asamblea Nacional.

3. Es fundamental dejar de practicar la antipolítica y la división con la constante criticadera a toda acción de los demócratas. Si no vamos a decir algo que sume, ayude a la unidad y al logro de las metas propuestas, ¡mejor callar! En las redes sociales, en las colas, “de boca en boca”, podemos hacer mucho bien pero también mucho mal. No puedo dejar de pensar que toda esta terrible frustración y división que vivimos desde julio de 2017 hasta hoy fue en buena parte por los “opinadores de oficio” y “los guerreros del teclado”. “¡¿Por qué no se callan?!”. A los tóxicos mejor aislarlos al ignorarlos, jamás ayudar a publicitar sus gritos.

4. En total sintonía con el punto anterior está en el ser en nuestro día a día transmisores del lenguaje de los demócratas al mismo tiempo que no decimos ni en broma las palabras o cualquier gesto de la neolengua y la propaganda totalitaria. En esto han sido unos expertos, no les siga el juego. Si habla como ellos terminará pensando como ellos y haciendo lo que ellos le ordenan. Es una tarea inmediata siempre hablar con la verdad, pero sobre todo establecer una serie de ideas y palabras que nos identifiquen en nuestra noble tarea. Un excelente ejemplo es cómo Juan Guaidó inició el cabildo abierto con esa estrofa de nuestro Himno Nacional: “Gritemos con brío: ¡muera la opresión!/ Compatriotas fieles la fuerza es la unión”. Debería asumirlo como un saludo por su significado en nuestra memoria histórica y su gran actualidad.

5. Los regímenes con intenciones totalitarias y los Estados mafiosos buscan hacer de sus gobernados-sometidos no solo individuos sino también personas corrompidas. Esto tiene un gran potencial atomizador necesario para la dominación. Es por ello que evite por más que pueda caer en su siembra de antivalores y desapego al Estado de Derecho. En pocas palabras: no sea malandro, sea un ciudadano que respete las leyes y que anhela la reconstrucción de la república con todo lo que ella significa.

6. El modelo socialista, que en nuestro caso se le suman los rasgos rentista-populista-clientelar, rechaza el trabajo y el espíritu empresarial, el mérito y la justicia; por lo que trabaje y todo los días perfeccione lo que sabe hacer. No hay cosa que le moleste más a los mediocres enchufados que el ejemplo de la tareas bien hechas y la superación por medios legítimos. Usted está generando un modelo que será escándalo y ruina para todo lo que se ha hecho en estas dos últimas décadas.

7. Casi todo el mundo conoce a alguien en el gobierno o cercano a alguna instancia en el poder. Tiene que olvidarse de pelear con esa persona y debe buscar convencerlo de que negocien su retirada. Se le debe sacar de su “círculo” en el sentido que vea la realidad. Y ya lo han dicho tantas veces: “Al enemigo que huye, puente de plata”. El presidente Juan Guaidó lo está diciendo de una manera muy elegante. Hay que lograr la ruptura interna en el régimen, y esto se logra hablando. No se puede olvidar que el gran cambio en la comunidad internacional se logró en parte gracias a la separación de la fiscal de la línea que planteaba el mandón por allá en 2017.

8. Los demócratas de Venezuela; los que anhelamos vivir, comer y ser libres sin tener por ello que emigrar de nuestra tierra; los que nos oponemos a un régimen de corrupción generalizada y que promueve un modelo fracasado como es el “socialismo real”, y todo ello lo realiza promoviendo el caos y la inseguridad personal; todos esos patriotas debemos luchar por la organización de un gran movimiento unitario, y si en algún momento el ciclo que ahora está comenzando no logra sus últimos objetivos como mínimo debemos lograr la UNIDAD. Y eso pasa por la realización de unas elecciones que permitan seleccionar a nuestros líderes y un plan mínimo común (métodos de lucha y metas a cumplir una vez llegados al poder). Es una tarea urgente y necesaria, porque la presión internacional no va a durar toda la vida y el descontento es generalizado.

¡No perdamos la esperanza, los venezolanos lograremos vivir en una democracia con prosperidad, y con nuestro esfuerzo la vamos a reconstruir aprendiendo las lecciones de la historia!


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