Un país devastado que se ha quedado a oscuras, con la gente enclaustrada en sus casas, los comercios cerrados, las calles desoladas, la vialidad sin congestionamiento, esa es la aterradora imagen que ofreció el primer día de la semana  que siguió al asueto de los días santos, no solo Caracas sino el resto del país. El caso del Zulia es el más trágico, familias enteras durmiendo a la intemperie porque no aguantan las altas temperaturas dentro de sus viviendas, además de no tener luz ni refrigeración para los alimentos, están sin agua, sin teléfonos móviles y por supuesto, sin Internet. Un verdadero infierno.

Después del primer apagón y los saqueos auspiciados por el gobernador del Zulia, el estado se quedó paralizado y  la población deprimida, agotada física y mentalmente. Nuestros hermanos zulianos viven una situación infrahumana, son verdaderos sobrevivientes del genocidio planificado contra ellos, especialmente con saña, condenados a la supervivencia y eso explica por qué no se han rebelado, porque si reniegan de esas condiciones de vida y culpan al régimen por eso no logran salir de ese círculo perverso.

Ni los zulianos ni el resto de los venezolanos merecemos vivir así y no hay esperanza de normalizar el fluido eléctrico: a juzgar por los planes de racionamiento y los horarios especiales que reducen la jornada laboral y escolar suponemos que está muy lejos el adiós definitivo a los apagones que nos amargan la vida a todos, menos a los enchufados y a los generalotes que tienen aseguradas sus plantas eléctricas como premio a la lealtad del usurpador. Mientras tanto, en cadena nacional, el ilegítimo Nicolás Maduro, como no tiene nada para hacerle frente a esta contingencia, recomienda al resto de la población abastecerse con velas, linternas y tener radio de pilas para torturarnos con las emisoras oficiales y comunales –Radio Nacional de Venezuela, Miraflores, Tiuna, entre otras– que no pierden minuto para la propaganda gubernamental y el adoctrinamiento político. Escuchar esas emisoras, que durante un apagón son las únicas que mantienen su señal, es un verdadero suplicio.

Somos el fiel reflejo de Cuba antes de que Hugo Chávez, “Don Regalón”, comenzara a desmantelar –en 2007– las plantas de autoarrancado diésel que garantizaban suministro constante cuando se sobrecargaba el sistema nacional para donárselas a Nicaragua y a los dictadores castristas.

Estamos frente a una emergencia difícil de superar por la incapacidad manifiesta de un régimen corrupto que no le interesa el bienestar de los demás. Solo les importa no ser desalojados del poder, para seguir robando, que es la verdadera intención de la usurpación, aunque no la única. El régimen está absolutamente minado por la corrupción, son tan desalmados y descarados que en este mismo momento mantienen a millones de usuarios con graves fallas en el servicio ABA de Internet sobre banda ancha de la Cantv, gracias a los equipos de minería que han conectado a Internet para fabricar criptomonedas que –según fuentes de la compañía estatal– han instalado en la Cancillería y en la Vicepresidencia y que requieren alto consumo de banda ancha. Un jugoso negocio –¿de quién o de quiénes?– que resulta obsceno al ser sustraído en perjuicio de los usuarios que pagamos el servicio. Esa sería la causa de las graves fallas en ABA, por la que sufrimos incomunicación de ese servicio y que exigiría, cuando cese la usurpación, una exhaustiva investigación y penalización, sin posibilidad de amnistía. 

No podemos mantenernos silenciosos, ni  resignarnos, ni cansarnos de marchar, eso sí, sin falsas expectativas porque no podemos perder la oportunidad de exigir nuestros derechos y libertades.  


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