Necesitamos concentrarnos en dos o tres razones que expresen el sentir profundo de los venezolanos, unirnos y movilizarnos para producir la salida del régimen dictatorial e impedir su continuidad con otro período presidencial ilegítimo. Movilizados con la esperanza activa de vida libre, justa y democrática en Venezuela. El cambio no vendrá ni de la pasividad ni de grupos y grupitos de pequeños intereses que acentúan sus diferencias del resto y –para regocijo del gobierno– impiden una unidad superior indispensable para salvar a esta Venezuela que se nos muere. Proponemos tres razones que se refuerzan y constituyen una unidad superior.

1- No a la dictadura que fabrica miseria.

No importa de dónde venga cada uno, sino adónde quiere ir; lo fundamental es la indignación y capacidad de reconocer que es totalmente inaceptable la actual hiperinflación, el envilecimiento del salario, la ruina de la producción y productividad, el colapso de los servicios públicos, de salud, agua, gas, electricidad, transporte, seguridad, educación… Carestía y hambre sin comida, enfermedad sin medicamentos y colapso político sin voluntad de corregirlo. Políticas gubernamentales que han convertido a Venezuela en una nación de muerte, de la que han huido 3 millones de compatriotas. Cambiar estas políticas es el clamor sordo de la inmensa mayoría sin distingos políticos. Unidos contra la fábrica de miseria nacional.

2- No a la violación de la Constitución.

La gran mayoría de los venezolanos rechaza la sistemática violación de la Constitución y ahora la decisión tiránica no solo de violarla sino de cambiarla por una antidemocrática –al modo de todos los regímenes comunistas en el poder– que lo legitime y le permita perpetuarse eliminando toda oposición y alternancia legal.

3- No a la ilegítima prolongación de la tiranía el 10 de enero de 2019.

El período para el que fue elegido Maduro termina para esa fecha. El régimen inventó una votación tramposa para eliminar la elección constitucional de fines de 2018 para el nuevo período presidencial (2019-25); para lograrlo impuso una asamblea nacional constituyente por encima de todos los poderes constitucionales y anuló la Asamblea Nacional legítimamente elegida. Por eso la mayoría del pueblo venezolano se negó a esa falsa elección de mayo, trampa que también fue repudiada por los países democráticos del mundo.

4- Sí a la movilización integral para la salida y elección democrática.

Ahora tenemos el gran reto de convertir esas tres negaciones en una movilización nacional múltiple y que la resistencia nacional e internacional se dé la mano en lo fundamental, sin dividirse ni distraerse en diferencias secundarias.

El régimen venezolano-cubano está decidido a no cambiar el modelo aferrado a políticas económicas que producen la actual agonía creciente; para ello utiliza la Fuerza Armada y la represión. Los venezolanos sabemos que cada día que pase la situación empeorará, porque la tiranía está empeñada en negar la enfermedad e imponer como medicina lo que es su causa. No hacen falta ni siquiera encuestas para saber que la inmensa mayoría de los venezolanos sufre y está desesperada por salir de este infierno. Solo falta un poco de humildad en los dirigentes políticos y sociales para decir juntos un No rotundo a la prolongación de la dictadura y trazar una ruta clara y fácil de entender para el cambio de modelo, la defensa de la Constitución y la no prolongación el 10 de enero. En positivo defendemos las medidas básicas de cambio socioeconómico (freno radical a la hiperinflación, refuerzo del poder adquisitivo salarial, reducción y refinanciamiento de la inmensa deuda externa, fomento de la producción nacional con garantías jurídicas y fuerte inversión privada, privatización de las empresas estatizadas cuya ruina desangra al país, junto con el rescate y saneamiento de las instituciones y servicios públicos, hoy destruidos por la ineptitud y la corrupción).

Sabemos que este cambio lo tenemos que hacer los venezolanos con un espíritu de unión, de reconciliación y de reconstrucción propios de un renacer nacional, como ocurre después de guerras o de inmensas catástrofes. En esa negociación y transformación del país juegan un importante papel quienes creyeron en el “proceso” y hoy reconocen honestamente el desastre que ha producido, y ahora tienen voluntad de cambio. Pero nada de esto se puede hacer sin un extraordinario apoyo internacional que no podrá actuar mientras no aprecie una unidad nacional superior con una ruta clara. Desde luego, ese apoyo no lo atraerá la actual dictadura que cínicamente habla de diálogo mientras persigue sistemáticamente a la oposición, ilegaliza los partidos y persigue a sus líderes con cárcel y exilio. El apoyo externo, la calle movilizada y la sociedad organizada y sus partidos deben unirse en este “tres en uno”.

Ciertamente, la negociación es necesaria, no para prolongar la agonía, sino con presión fuerte para salir del régimen ayudándole a hacer las maletas y para rescatar la vida económico-social, con plena vigencia de la Constitución legítima y un gobierno nuevo de transición con unas elecciones democráticas y constitucionales en 2019.


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