Marta Valiñas preside la Misión Internacional Independiente para la Determinación de los Hechos sobre Venezuela | Foto ONU

Esta semana le cayó tremendo baño de agua helada al régimen del terror de Nicolás Maduro. La ONU, a través de su Misión para la Determinación de los Hechos, se pronunció más rotundamente. Señaló cadenas de mando hasta las cabezas del poder en Venezuela, los entes policiales y sus actuaciones, los lugares donde torturan, con nombres, apellidos y direcciones. Fue directo sobre el Arco Minero y las proyecciones de los delitos más allá de la región donde se extraen los productos. Un golpe contundente a lo interno y mayor en el plano internacional.

¿Consecuencias? Múltiples. Algunas las hemos apreciado: los países se pronuncian atormentados por la profundización de las causas que originan el éxodo masivo de los venezolanos. No solo es el hambre y la inmensa desatención de la salud. Es el terror. Porque el venezolano ha sido acorralado, perseguido, agobiado, torturado, matado. De este modo Paraguay, en boca de su presidente dice que liderará la solicitud de continuidad de la misión que está lejos de concluir su estupendo trabajo, estupendo a pesar de la imposibilidades que les imponen. No les permiten venir, no les responden las comunicaciones oficialmente ni cuentan con recursos. Pero ya la Comunidad Europea aflojó billetes para ello. Más de 3 millones de dólares. Canadá dijo presente y Estados Unidos vuelve a señalar su intención de hacer pagar a los culpables. Suponemos que se refería también a los que encabezan los señalamientos en el informe. Así la consecuencia mayor en lo más inmediato, octubre, será que se reactivará la misión de la ONU, con aprobación mayoritaria y firme en ese cuerpo.

La consecuencia más velada pero no por ello menos significativa, es la degradación mayor de la imagen del régimen dentro y fuera del país. Dentro cuesta mucho por los límites o cuasi desaparición de los medios y las posibilidades de llegar a ellos. La censura se nos impone de un modo que pronto tendremos que volver al boca a boca o boca a oído por todos los sectores del país. Pero el desmoronamiento irreversible de la imagen del despotismo venezolano afuera es mucho más inmediato y mucho más profundo. Como puede cotejarse con las reacciones y pronunciamientos rapiditos sobre el tema. Acrecerá la presión internacional después de apreciar las atrocidades enunciadas en el espeluznante informe, sin duda. Esto sumado a la evidencia cada vez mayor con el número desesperante de migrantes desde Venezuela, causa de la debida conmoción que debe causar, al ser el primer país del mundo en el éxodo de sus habitantes. Éxodo que no para ni parará de continuar el desafuero desde el poder que se ha permitido.

Otra consecuencia será el efecto que causará el informe en otras instancias como la Corte Penal Internacional y el propio fiscal Karim Khan. La investigación allí avanza. Y tres informes continuos, más la orden de continuación que generará este último son insumos indirectos sobre las decisiones posibles. En ese sentido, nadie será capaz de darle arriendo a la ganancia del régimen que efectuó todos los movimientos que le fueron posibles para evitar el avance de la investigación en la CPI. Esta prosigue y no puede ignorar ni de soslayo el informe este ni los anteriores. Así que el desespero no debe llegarnos tan pronto. Vendrá el sábado y habrá cochino.

Una consecuencia que no se ha vislumbrado pero resulta muy posible es que algún país o institución de derechos humanos se plantee la posibilidad de presentar ante la Corte Penal Internacional otra denuncia. Esta vez por genocidio. Debido a que entre los delitos de lesa humanidad por genocidio se encuentra el de «Lesión grave a la integridad física o mental a los miembros del grupo». Y,  en ese sentido, los venezolanos opositores y ya no opositores hemos soportado una inmensa lesión tanto física como mental por parte de este régimen que nos sojuzga. Tanto así que el éxodo masivo no es jugando o por hacer turismo. El incremento de este, así como el de las tasas de suicidio, del hambre provocada, del descuido de la salud sin contención, bien puede entenderse como un ataque genocida a la población que bien puede plantearse ante la corte presentando como fundamento los informes publicados por la misión de la ONU.

Como puede verse, son muchas las consecuencias que pueden derivarse del lacerante informe de la misión de la ONU, esa que muy bien cumplió su misión y la seguirá cumpliendo.


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