La desobediencia civil debería ser la respuesta al decreto reposero del señor Maduro, que anunció la semana pasada que el 28 de febrero y el primero de marzo serán días no laborables “para extender la fiesta de alegría de Carnaval”. Eso quiere decir que el lapso de días feriados se prolongó por casi una semana, por ser 4 y 5 de marzo las fechas carnestolendas. 

Y es que la mascarada no responde a otra cosa que al gastado recurso de “pan y circo” de quien detenta el poder para tratar de darle un poco de oxígeno a su acorralado régimen. Pero pan no hay porque se robaron los reales, y circo tampoco porque les crecieron los enanos, la mujer barbuda se puso lampiña y se rompieron las patas de la mujer araña garciamarquiana castigada por desobedecer a sus padres.

Los presidentes de Fedecámaras y Consecomercio, Carlos Larrazábal y María Carolina Uzcátegui, no consideraban una medida de obligatorio cumplimiento la extensión del asueto de Carnaval que anunció Maduro el miércoles 20 porque no había salido en Gaceta Oficial.

“Es lamentable que se busquen más días feriados, cuando lo que quiere la gente y necesita Venezuela es trabajar y producir”, expresó Larrazábal”. Uzcátegui manifestó: “Para salir de esta crisis lo que hace falta es que todos pongamos nuestro esfuerzo, y eso no se consigue con más días libres. Nuestro llamado es a trabajar”.

A las puertas de la farmacia del Pdval de San José, donde buscaba medicinas que nunca le proporcionaron, un trabajador se quejaba la semana pasada de que con un feriado tan largo obtendría muy poco de su escaso salario semanal.

Pero no es la primera vez que Maduro apela a la treta de pan y circo en estas fiestas. En febrero de 2014 –tratando de apaciguar las protestas populares contra la inseguridad, el desempleo, la escasez de alimentos y medicinas, la inflación– decretó jueves 27 y viernes 28 días no laborables en conmemoración del Caracazo. Esos días se encadenaron al fin de semana y los feriados de lunes y martes de Carnaval, por lo que el país tuvo entonces el asueto carnestolendo más largo de su historia.

El sector empresarial criticó también que ese decreto de nuevos días de asueto aumentaba “el paro” de producción que propicia el gobierno, en momentos en que el país venía de un proceso de agitación que había obstaculizado el desplazamiento de insumos y productos.

“Esos dos días de paro que se decretan vienen a contribuir aún más al desabastecimiento, a que haya menos movimiento de mercancías en el país. Lamentamos estos dos días que vienen a sembrar aún más de desconfianza y desabastecimiento al resto del país”, señaló el entonces presidente de Fedecámaras, Jorge Roig. 

Pero la cosa no terminaba allí. Para después de esa larga pausa, el régimen tenía planeada una serie de actos con el fin de conmemorar el primer año de la muerte del presidente Hugo Chávez, el 5 de marzo, la fecha oficial.

Precisamente el legado de Chávez, potenciado por Maduro, explica esa suerte de “alergia” que le causa el trabajo al régimen. El difunto solía contar que disparó a un candado en la puerta de un fundo privado en el Llano, que no pagó el peaje en la vía de oriente o que conspiraba en un apartamento en Prado de María contra la permisiva democracia… ¡Por Dios!, ¿cuándo trabajaba?  

El remedio para rescatar el trabajo, uno de los factores de la producción, es que todos los ciudadanos comiencen a practicar la desobediencia civil contra la cleptocracia que acabó con el aparato productivo. No hay que dejarle todo al presidente encargado Juan Guaidó y a los diputados. Así que a trabajar por encima de feriados reposeros.


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