Esta consigna me recordaba siempre la llegada del hombre a la Luna y estoy seguro de que fue a raíz de ese hecho histórico que al caramelo de esa época, llamado Fruna, le fue adaptado ese latiguillo comercial.

Y es precisamente este mes de julio de 2019 cuando se están celebrando los 50 años de la misión Apolo 11 y el primer alunizaje de un vehículo tripulado sobre la superficie de la Luna y su regreso, sanos y salvos a la Tierra, hecho trascendental en la historia humana y aeroespacial. Meta establecida por el presidente de Estados Unidos. John F. Kennedy, el 25 de mayo de 1961.

Del 16 al 24 de julio de 1969, solo ocho años después del reto propuesto por Kennedy, los astronautas, comandante Neil Armstrong  y piloto del módulo lunar Eagle, y Edwin «Buzz» Aldrin inscribieron sus nombres en la historia, haciendo realidad ese objetivo. Orbitaron y descendieron a la superficie de la Luna con apoyo del piloto Michael Collins, quien se mantuvo orbitando la Luna al mando del módulo Columbia. Grabada para siempre quedó la famosa frase expresada por Armstrong: «Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”.

Lo más curioso e impresionante es que solo 50 años antes de ese trascendental logro de llegar a la Luna, los pilotos británicos John William Alcock y Arthur Whitten Brown, participando en una competencia que promovía el periódico británico Daily Mail con un premio de £ 10.000 –mucho dinero ahora y una fortuna para la época– habían logrado el primer cruce trasatlántico sin escalas.

El 15 de Junio de 1919 volaron desde St. Johns en Terranova hasta Clifden en Irlanda, siendo esta una hazaña que, para la época –sin querer comparar la magnitud de ambas proezas– fue igualmente trascendental dentro de la historia de la aviación mundial.

Datos curiosos de ambos logros

Por un lado, el Apolo 11 de Armstrong, Collins y Aldrin, para alcanzar el espacio, disponía del cohete Saturno V con 5 motores cohetes V1 fabricados por Pratt & Whitney Rocketdyne, que utilizaban combustibles criogénicos. Estos generaban 7,5 millones de libras de empuje. El empuje es equivalente a unos 227 motores CFM56, los cuales motorizan 113 aviones del tipo Airbus 320 o los Boeing 737, y nos quedaría todavía un motor de repuesto.

Por otro lado, la aeronave de Alcock y Brown era un biplano Vickers Vimy de cabina abierta modificado, construido de madera, tela y alambre. Tenía 2 motores de 12 cilindros en “V”, Rolls-Royce Eagle de 360 CV o unos 355 Hp, enfriados por agua. Un motor de algo más de potencia que el actual TSIO-520-M de 310 hp, enfriado por aire, que motoriza al avión Cessna 207, Stationair 7.

Los científicos de la NASA, tomando en cuenta la falta de oxígeno en el espacio, requerido para obtener la chispa de ignición de cualquier carburante sólido, criogénico, gasolina o kerosén, tuvieron que resolver la motorización del módulo lunar Eagle y del módulo de mando Columbia con cohetes o motores de reacción con combustibles del tipo hipergólicos, aquellos combustibles cuyos componentes hacen ignición al solo mezclarse.

Algunos números llamativos de las hazañas

  • Distancia al destino: cruce del Atlántico: 1.980 millas (3,186 km) | A la Luna: 234.000 millas (376.400 km)
  • Duración de la misión: sobre el Atlántico: 16 horas, 27 minutos | Ida y vuelta a la Luna: 195 horas, 18 minutos
  • Velocidad media: Biplano Vickers 115 mph (185 km / hr; 100 nudos). El Saturno V llegó alcanzar los 28.000 mph (45.000 km / hr)
  • Combustible: El aeroplano Vickers llevaba unos 1.000 galones de gasolina. El cohete Saturno 664.000 galones de propelente compuesto de oxígeno líquido y kerosén.
  • La envergadura de las alas del Vickers Vimy era de 20,7 metros (68 pies) y una longitud de 12,8 metros (42 pies). El cohete Saturn V tenía 111 metros (363 pies) de altura, aproximadamente la altura de un edificio de 36 pisos de altura, y 18 metros (60 pies) más alto que la Estatua de la Libertad.

No conocemos si Alcock y Brown habrán tenido un seguro de viaje, pero de lo que sí tenemos certeza es que como la misión Apolo 11 era algo que jamás se había hecho y el riesgo era tan elevado, ninguna compañía aceptó firmar un seguro de vida con los astronautas. Viajaron, literalmente, sin seguro. Entonces, para recaudar dinero en caso de desastre y ayudar a las familias, el astronauta Michael Collins tuvo la idea de dejar firmados miles de sobres y postales con la foto de ellos tres para que fueran enviados por correo entre sus amigos el día del alunizaje. La finalidad era venderlos a coleccionistas, para nada una mala idea, pues con el tiempo se han cotizado en más de 28.000 dólares.

Los astronautas Collins, Armstrong y Aldrin trajeron a Estados Unidos 23 kilos de rocas y muestras de suelo lunar, pero tuvieron que permanecer en cuarentena durante 3 semanas después de regresar a la Tierra, antes de poder estrecharle la mano del presidente de Estados Unidos, Richard Nixon.

Los pilotos Alcock y Brown recibieron una bienvenida como héroes, entregándoles Sir Winston Churchill el premio del Daily Mail. Ambos fueron agasajados por el rey George V en el castillo de Windsor.

Durante la misión legendaria del Apolo 11, se establecieron cinco registros espaciales, cada uno ratificado por la Federación Aeronáutica Internacional (FAI) en contacto con la Asociación Aeronáutica Nacional de Estados Unidos y atribuido al comandante Neil Armstrong.

Registros oficiales de la FAI para el Apolo 11

  • Duración extravehicular en el espacio: 2h 31min 40sec
  • Duración extravehicular en la superficie del cuerpo celeste por un astronauta: 2h 31min 40sec
  • Duración en órbita alrededor de un cuerpo celeste: 59h 27min 50sec
  • Duración de la permanencia en la superficie del cuerpo celeste: 21h 36min 21 sec
  • La mayor masa aterrizada en el cuerpo celeste: 7 326.9kg

Para celebrar el centenario del cruce se ha llevado a su lugar de aterrizaje en Clifden, Irlanda, una estatua que representa a los dos aviadores británicos, normalmente en exhibición en el aeropuerto de Heathrow en Londres. Una nueva estatua de la pareja de pilotos ha sido encargada para ser develada en St Johns.

Los astronautas del Apolo 11, Michael Collins, Neil Armstrong y Buzz Aldrin, tienen su respectiva estatua conjunta y vestidos con los trajes espaciales de la época, en el Centro de Visitantes del Centro Espacial Kennedy en Florida.

Esperemos que para dentro de 50 años sea normal viajar a la Luna o algún otro planeta, así como se volvió normal cruzar el Atlántico, esperando sea por el placer de hacerlo y no porque estemos huyendo de la destrucción o del calentamiento global de la Tierra.


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