¡Por el amor de Dios, no perdamos más tiempo pensando ni realizando labor alguna vinculada con las elecciones municipales fijadas por el gobierno para el próximo mes de diciembre!

Con la maquinaria tramposa montada por Maduro y su pandilla, cuyas torres de asalto son la ANC inconstitucional y el sibilino, reptante, baboso e incondicional CNE, la oposición nada tiene que buscar en esos comicios, como no sea salir otra vez con las tablas en la cabeza en peores condiciones que las del domingo 15 de octubre, y ser definitivamente incomprendida y posiblemente abandonada por las instancias internacionales que tratan de ayudarnos, que no entenderían cómo, después de pasar por los abusos, atropellos y fraudes de esa fecha, volvemos en las mismas condiciones, con el rabo entre las piernas, a colocar nuestras cabezas en el lazo de la horca lista ya para colgarnos. Sería vergonzoso, humillante, perjudicial e inútil un proceder de esa naturaleza.

Centrémonos de inmediato en resolver tres cuestiones básicas encaminadas a la contienda electoral por la Presidencia de la República que tendrá lugar en diciembre del año próximo, si el gobierno no la suspende mediante nuevas artimañas de mayor calibre:

1. Reconstruir de inmediato la unidad de la oposición con participación de nuevos actores provenientes de importantes sectores sociales, económicos y culturales del país hasta ahora excluidos de la MUD, para integrar con ellos un amplio Frente Nacional Democrático contra la dictadura, con una junta patriótica surgida de su seno que la represente.

2. Librar una lucha pacífica, democrática y constitucional, pero enérgica y sostenida, en lo interno y externo, para que se cumplan las normas electorales básicas de un país democrático, sin ventajismos ni trampas gubernamentales, con un nuevo CNE equitativamente integrado, que garantice unos comicios justos, transparentes y ecuánimes, con presencia de observadores internacionales imparciales, sin lo cual no habría consenso para resolver nada en este país, quedando las puertas abiertas para la reanudación de acciones de calle más fuertes y duraderas que todas las protagonizadas anteriormente, porque Venezuela no quiere, por ningún concepto, sufrir el experimento ruso o cubano de 60 o 70 años de servidumbre, atraso, autoritarismo, personalismo y miseria. Esta cuestión es fundamental para la inmensa mayoría de la oposición venezolana y debe quedar firmemente sentada en las mentes de sus dirigentes y de la camarilla gobernante, incluida, por supuesto, la Fuerza Armada Nacional.

3. Seleccionar un candidato único de la oposición para la Presidencia de la República, imbatible por su honestidad, su capacidad, su desinterés y su demostrado amor por Venezuela. Alguien como, por ejemplo, Lorenzo Mendoza, de empresas Polar, a quien todo el país conoce, aprecia y considera idóneo para dirigir eficientemente el país, a quien acompañaría un equipo de economistas, administradores y profesionales de primera línea, capaces de poner el país a flote, sacándolo del profundo foso en que se encuentra. Como él, y en su defecto, hay otros venezolanos elegibles para el mismo fin.

Estamos en un momento crucial de la patria, en uno de esos hitos decisivos de la historia, comparable al de la Guerra de Independencia y al de la fundación de la República. Los líderes de la oposición deben estar conscientes de esta situación y estar a la altura de su tiempo y de las circunstancias, si quieren jugar un papel protagónico en la salvación del país o, contrariamente, en la ruina definitiva del mismo. No es momento para protagonismos de líderes ansiosos de poder ni para partidos políticos que quieren rescatar sus pasadas glorias. Estamos en la disyuntiva de salvar al país o de hundirlo definitivamente en el lodazal del personalismo, el totalitarismo y el radicalismo ideológico de un modelo sociopolítico nefasto. Es así de claro, sucinto y cierto el dilema que tenemos por delante: o luchamos con toda nuestra fuerza e inteligencia por sustituir democráticamente a este gobierno infortunado o nos sometemos a él, como esclavos de un sistema cuya vocación es el poder, la represión y la tiranía.


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