El origen del término «Solución final» deviene de un plan instaurado por  los nazis para exterminar al pueblo judío. El genocidio de los judíos fue la culminación de una década de políticas nazis durante el régimen de Adolfo Hitler y dicho plan se implementó durante varias etapas, después de que el partido nazi llegara al poder.

En Berlín tuvo lugar la Conferencia de Wannsee entre la SS (guardia élite del Estado nazi) y los organismos gubernamentales alemanes, y en ella se discutió y coordinó la implementación de la llamada “Solución final”. Se calcula que este plan involucró a 11 millones de judíos europeos, incluidos aquellos provenientes de países no ocupados como Irlanda, Suecia, Turquía y Gran Bretaña. Entre el otoño de 1941 y el otoño de 1944, a través de las vías férreas alemanas, se transportaron a millones de personas hacia su muerte en los centros de exterminio de la Polonia ocupada. La “Solución final” consistió en asesinar con gases, fusilamientos, actos de terror, enfermedades e inanición, todo lo cual provocó la muerte de alrededor de 6 millones de judíos, es decir, dos tercios de los judíos europeos.

Todo este terrorífico cuadro anteriormente señalado obliga a muchas personas a preguntarse: ¿cómo es posible que en Alemania, el país con el movimiento obrero más organizado de Europa, millones de trabajadores apoyaran a Hitler a pesar de su carácter reaccionario?  Una interesante respuesta aun cuando controvertida la ofreció Wilhelm Reich en su libro La psicología de masas del fascismo, en el que refiere que el apoyo masivo al nazismo habría sido consecuencia de la represión sexual propia de un modelo de familia autoritario muy extendido entre las clases medias y en gran parte de los trabajadores. La represión de los instintos sexuales más profundos y desde la más tierna infancia habría creado individuos con grandes carencias y frustraciones que habrían tratado de compensar participando en un movimiento autoritario y obedeciendo a un líder que reproducía a nivel político esas mismas estructuras autoritarias de la familia.

Wilhelm Reich fue un autor muy polémico en su época. Sociólogo, psicoanalista y comunista austriaco (expulsado del partido por “heterodoxo”), quien fue testigo de la llegada de Hitler al poder en Alemania en 1933, ese mismo año escribió la obra a la que hacemos alusión en el párrafo anterior en su afán de dar respuesta a la pregunta que en ese momento se hacía en la izquierda europea: ¿cómo es posible que millones de trabajadores alemanes, el movimiento obrero más grande y mejor organizado de Europa, no impidieran e incluso apoyaran al fascismo a pesar de tratarse de una ideología reaccionaria que trabajaba en contra de sus intereses como clase social? Y también: ¿cómo es posible que millones de ciudadanos alemanes de clase media aceptaran la muerte de la democracia y el triunfo de un sistema que les perjudicaba en sus aspiraciones individuales, tanto económicas como políticas?

Reich explicó que según el dogma imperante entre los autores marxistas en los años treinta, a los que calificó de “vulgares”, eran las condiciones económicas las que determinaban la conciencia de clase y por lo tanto la acción política de las masas. Según este planteamiento, no habría otra fuerza más poderosa que la realidad económica para mover a los individuos hacia una determinada ideología política que debería corresponder a sus intereses. Es decir, en teoría, durante la crisis económica que azotó el mundo a partir de 1929, las masas deberían haber apoyado a las izquierdas porque solamente estas defendían sus intereses frente a la explotación capitalista despiadada, y los nazis carecían casi de seguidores entre los obreros y las clases medias en peligro, por la crisis y porque “su esencia se presentaba como la expresión más extrema de la reacción política y económica”.

Sin embargo, la realidad tomó un rumbo muy diferente. Como explicó el autor, “la crisis económica, que hubiera debido imprimir un impulso hacia la izquierda a la ideología de las masas, inició de hecho un deslizamiento hacia la derecha que se apoderó de todas las capas proletarias de la población”. Reich fue incluso más lejos y aseguró que “fueron precisamente las masas empobrecidas las que ayudaron a la instalación en el poder del fascismo, es decir, a la reacción política más despiadada”.

Reich criticó que el análisis de sus compañeros marxistas no tuviera en cuenta otra variable más poderosa a la hora de predecir el comportamiento político del individuo que no fueran las condiciones económicas. Para Reich, lo que faltaba en el análisis marxista eran las condiciones subjetivas, las fuerzas que anidan en el interior de la personalidad de cada individuo y que pueden incluso ser más poderosas que las condiciones objetivas de su entorno. Reich se refería a la estructura psíquica de cada individuo, que tiene su expresión política en la psicología de las masas.

Claro, estamos hablando de una nación con una cultura política un tanto más avanzada que la de otras latitudes, por lo que Hitler, a pesar de haber sido muy “irracional” según Reich, consiguió un apoyo totalmente irracional que nada tenía que ver con las causas “objetivas” de los autores marxistas, pues el movimiento nazi tenía un fuerte componente emocional” que no se sostiene con argumentos racionales”.

La conciencia colectiva en la Alemania de Hitler en ese momento era dominante por el control de las ideas que impedían esperar una reacción inmediata y explosiva por parte de las clases explotadas contra su situación y el principal control es el ejercido sobre las ideas. En este sentido, Wilhelm Reich citó a Karl Marx para explicar que “las ideas de la clase dominante son también las ideas dominantes de cada época”. Es decir, es posible mantener bajo control a una mayoría sumisa que acepta la explotación y la dominación gracias al control de las ideas.

El Gueto de Varsovia, ubicado en Polonia, conocido como el gueto judío más grande de Europa, fue establecido por la Alemania nazi durante el Holocausto. Durante tres años (duración de este gueto) la población vivió en la miseria, las enfermedades, deportaciones a campos de concentración y exterminio. En consecuencia de ello, el Gueto de Varsovia se alzó contra la ocupación nazi en Europa. En virtud de ello, en la actualidad  el término gueto se utiliza para identificar al barrio de una ciudad habitado por miembros de una minoría racial, religiosa o cultural, generalmente, sometidos a presiones sociales, económicas o religiosas.

Bajo el régimen socialista marxista chavista y ahora madurista, aun cuando estos guetos no existen físicamente, cientos de niños, infantes en su mayoría, han fallecido por falta de atención médica, insumos medicinales y alimentación, en tanto que miles de hombres, mujeres y jóvenes hurgan en los basureros de las ciudades del país en procura de desperdicios para alimentarse, y otros cientos que padecen crónicas enfermedades fallecen cada día por falta de insumos para sus tratamientos coronarios, renales y otros.

Por esta razón, los revolucionarios socialistas fascistas venezolanos de nuevo cuño enquistados en el poder desde hace 19 años también aplican la “Solución final” a los ingentes problemas que enfrentan ante un desalentador panorama que día a día agrava más aún la crítica situación económica, política y social que atraviesa el país debido a su ineficiencia, ineptitud, improvisación, incapacidad y negligencia. Mediante el control de las ideas, que en sus monsergas discursivas a diario repiten, incluso con videos del comandante galáctico, fallecido hace más de 3 años, hacen con ello gala de uno de los 11 principios de la propaganda nazi de Joseph  Goebbels: Principio de la unanimidad que consiste en llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

El régimen de Maduro viene aplicando la “Solución final” reprimiendo ferozmente al pueblo venezolano, pero no podrá frenar los anhelos de paz, libertad y plena democracia como lo clama un pueblo ajeno al odio. Actúa de una manera despiadada, feroz, impulsiva, inhumana, cruel y con desmedida ambición de poder, para cuyo efecto no le importa manchar con sangre su mandato y solo ha logrado que cientos de inocentes víctimas paguen con sus vidas la impiedad de un régimen al que poco o nada le importa la vida de sus ciudadanos, sino únicamente mantenerse en el poder a toda costa, sórdida quimera que está pronto a acabar, y con ella la terrible pesadilla.

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@_toquedediana


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