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En la cosmovisión wayúu, la araña se llama en Wayúunaiki walekerü, que simbólicamente representa la mujer tejedora, diseñadora, creadora; aquella que con paciencia, ternura y disciplina produce visiones del mundo en la cosmovisión ancestral. Es un papel que ocupan las mujeres, incluso el pueblo wayúu define en su cultura un sistema de matriarcado, la mujer es sagrada, es la que transmite continuidad del clan, la que se dedica a formar a los hombres en forma hermano, hijo, sobrino, nieto.

El pueblo wayúu tiene unos códigos jurídicos basados en la paz mediante el diálogo, el arreglo, el acuerdo, lo que cualquier tío wayúu diría “sobrino los wayúu resolvemos nuestros problemas con el palabrero”, eso es un sistema ancestral de manejar las relaciones sociales, comerciales e históricas de los wayúu, pero al igual que toda sociedad, los wayúu tienen un código de guerra a la hora de defender el clan, la sangre, el linaje, el territorio, pero dentro de ese código de guerra la mujer wayúu es sagrada, intocable, respetable; en el código de guerra wayúu la mujer no se toca, no se agrede, no se mata, precisamente por ese sistema de respeto, porque la mujer wayúu simbólicamente Mma (la Tierra) le dio el sagrado rol de producir la vida del wayúu.

En ese caso, cuando los wayúu por falta de diálogo, desencuentros u orgullo familiar no logran consensuar la paz, la fase siguiente es lo que cualquier alíjuna (criollo en wayúunaiki) llamaría “guerra guajira”, pero resalto que en esa fase (la cual es dolorosa y sin misericordia) la mujer siempre goza del respeto sagrado de vivir y ser intocable; incluso, este principio se respeta en la cultura con sagrada reverencia. Es un legado histórico, es una visión cultural, es una herencia ancestral, en un concepto humanamente fraternal, la mujer es un motivo sagrado de cuidar en la cultura ancestral wayúu.

Ahora, por qué resalto este atributo cultural del matriarcado en la cultura wayúu, pues como indígena wayúu del clan pushaina expreso mi solidaridad con el sagrado pueblo caribe pemón; aunque el pueblo pemón es de tronco lingüístico caribe y los wayúu somos del tronco lingüístico arawak, no niego que las imágenes de ataque contra una mujer pemón me elevó al máximo nivel de dolor por la afrenta hecha a una vida ancestral precolombina. Es muy delicado en la cosmovisión indígena el hecho de que se riegue sangre sobre la tierra ancestral, los indígenas somos muy cuidadosos ante los símbolos que representan los atributos del ambiente: la lluvia, el Sol, la Luna, la Tierra, las hierbas, los bosques, la fauna y la flora, como expresiones materiales que acompañan la vida humana de los ancestros; por tal motivo la vida, la muerte, el cosmos, los astros, el universo, la sangre, la carne, el agua y la vida en general son de sagrado respeto que conlleva incluso a rituales ancestrales de valoración histórica y espiritual de la vida.

Si bien Venezuela es un país de morada ancestral, con variados pueblos nativos, con una Constitución aparentemente moderna y adecuada a la diversidad cultural de la población, la cual la define como un país multiétnico, multicultural y plurilingüe, con un Ministerio de Pueblos Indígenas, con una Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas; en la teoría suena todo muy bonito, pero es innegable que al igual que la población criolla del país, expuesta a una sin precedentes crisis socioeconómica que afecta la nutrición, la esperanza de vida y eleva los niveles de mortalidad materna e infantil y propicia el éxodo forzado, los indígenas estamos más expuestos por la situación de población vulnerable ante los hechos de crisis que vive Venezuela, en un primer caso por las desasistidas políticas de educación y salud pública y, en un segundo caso por lo alejado de las localizaciones urbanas del país y la baja cobertura de servicios e infraestructuras.

Es una verdad innegable que ante la realidad de crisis humanitaria, varios países se solidarizaron en enviar ayuda humanitaria a Venezuela el pasado 23 de febrero, situación que despertó esperanza, emociones y alivios a la población, tal es el caso de la población indígena pemón, localizados al sur del país, quienes en condición de pueblos originarios localizados en las fronteras con Brasil exigieron el ingreso de alimentos y medicinas, no obstante, este hecho llevó a una inaceptable reacción de fuerzas militares, que por negligencia y terquedad ideológica sobrepasaron los límites de sus funciones de defender a la población, por el contrario, atacaron al pueblo indígena segando vidas humanas que reviven las imágenes del pasado en el proceso conquistador y colonizador de hace cinco centurias.

De qué manera se reviven esas imágenes, muy fácil de explicar, existe una falsa tesis de relacionar la población indígena con una convicción ideológica al marxismo-comunista, prácticas como solidaridad, cooperación, convivencia, familia extendida es parte de la herencia ancestral de los nativos; se ha creado una opinión de que el indigenismo es sinónimo de socialismo e incluso se predica que indosocialismo es una creación nativa; nada de eso es cierto y se evidenció en las acciones de caza y matanza de indígenas pemones por parte de fuerzas afectas al régimen socialista, quienes a la fecha se niegan a aceptar la compleja crisis humanitaria que vive el país y que se lleva por demás vidas nativas en condición de extrema pobreza, desidia y olvido gubernamental.

Las imágenes de ataque contra indígenas pemones revive ese hecho histórico de la conquista, por tal motivo, se gesta una acción neocolonizadora de penetrar las culturas ancestrales venezolanas con vagas teorías marxistas que únicamente han traído hambre, desolación, pobreza, tristeza y muerte en la población indígena del país. En el pasado la resistencia indígena era por la imperante acción colonizadora del imperio español, en la actualidad los nativos estamos expuestos a la extinción si resistimos a la acción amenazadora y neocolonizadora del socialismo del siglo XXI.

Entonces, queda en letra muerta y en vagas declaraciones oficiales lo planteado por la supuesta Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, un Ministerio de Pueblos Indígenas, una ministra de Pueblos Indígenas y, para completar,en pleno decreto de la ONU como 2019 Año Internacional de la Lengua Indígena, en Venezuela, entretanto, se ataca, masacra y desterritorializa a la población nativa.

Existe en este país una agrupación indígena dedicada a representar el rostro ancestral, pero que en los actuales momentos han enmudecido ante el hecho de matanza de indígenas en la frontera sur del país; es conveniente un llamado de atención a los líderes indígenas que hoy ostentan el poder político, por favor suelten el atavío ideológico del marxismo comunista adquirido en Cuba e invoquen las verdaderas enseñanzas ancestrales de los ancianos, expresen el sagrado reclamo del respeto de los derechos humanos ancestrales de los más de 32 pueblos nativos que se distribuyen en el país y que según ustedes dicen representar.

Conviene de una vez echar por tierra la farsa ideológica y actuar en función de los reales principios cosmogónicos de los ancestros; asimismo, es de razonable interés llamar a la reflexión a políticos, líderes e intelectuales indígenas de Latinoamérica, en su mayoría identificados con ideologías marxistas de izquierda, quienes hasta la fecha ven en Venezuela un ejemplo de consideración de pueblos nativos, la realidad es que el socialismo del siglo XXI se ha dedicado a desterritorializar, expulsar, discriminar, segregar y humillar a la población indígena. El exacerbado indigenismo que asumió la izquierda latinoamericana lleva ya décadas de supuestas luchas de inclusión, que en lo práctico no han dado respuesta a las demandas ancestrales de reivindicación.

Es un tema de profunda discusión, y Venezuela es un caso de obligado debate para desmontar la falsa tesis de indigenismo socialista; en este país los nativos que no aceptan las imposturas teóricas marxistas del comunismo sufren el destierro y la discriminación e incluso la exclusión y desestimación de la vida, tal es el caso de las muertes indígenas del pueblo pemón del estado Bolívar.

Por tal razón, este artículo resalta la solidaridad expresa de un nativo wayúu venezolano que no tiene otro instrumento de apoyo más que el llamado a debate, discusión y encuentros de los diversos pueblos y comunidades indígenas para fijar una real postura a favor de los intereses humanos más esenciales de la vida ancestral nativa del país.

Hoy más que nunca me uno a los coancestrales nativos de mi país, hoy al igual que hace más de quinientos años nos declaramos en resistencia indígena y en defensa al derecho de la vida, la salud, la alimentación, el territorio y el sagrado derecho de continuar vivos sobre nuestros espacios ancestrales para la herencia cultural de los nativos del mañana, quienes merecen un legado de continuidad en una tierra de paz, prosperidad y felicidad.


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