El 20 de mayo, fecha en que se consumó el simulacro electoral organizado en Venezuela, Radio France International en su sección geopolítica emitió un debate titulado “¿Adónde se dirige Venezuela?” (Élection présidentielle: où va le Venezuela?), con la participación de los expertos: Célia Himelfarb, de Science Po Grenoble; Pierre-Jean Vandoorme, ex embajador de Francia en Venezuela y Gaspard Estrada, director del Observatorio Político sobre América Latina (l’OPALC). Marie-France Chatin, conductora del programa, lo primero que hizo fue preguntarle a los panelistas: “¿Quién es el responsable de lo que ocurre en Venezuela?”.

Durante 50 minutos, los analistas aludieron al desastre humanitario y económico del país, de cómo en los tres últimos años Venezuela ha perdido 53% de su PIB, con una hiperinflación que el FMI sitúa este año entre 1.349% a 3.000%, de la deuda externa en default parcial, de la pobreza en aumento, de la migración de millones de personas incluyendo exilados políticos, la degradación de Pdvsa que comenzó con el despido de los ejecutivos y técnicos competentes hasta quedar hoy en ruinas, del control de cambio para que el gobierno monopolizara el comercio y la corrupción, de la permisividad de Chávez con la narcoguerrilla, de la injerencia cubana con sus 40.000 comisarios políticos en todas las áreas de decisión incluyendo la militar, de la represión, de un CNE compuesto por afectos al gobierno, de la militarización de las instituciones y empresas del Estado (14 ministros militares).

También hablaron de no haberle hecho caso a Uslar Pietri en 1936, cuando aconsejó “sembrar el petróleo”, convirtiéndose el país en un parásito del mismo, de la imbecilidad y la corrupción (Vandoorme dixit) de un país anclado en el pasado y aislado internacionalmente, entre otras consideraciones.

A la pregunta de Chatin todos coincidieron en la respuesta: “El chavismo, sin dudas es el responsable”, pero fue igual de inquietante cuando hablaron sobre la crisis de una oposición democrática dividida y sin propuestas.  Sobre la desunión de la oposición coinciden las declaraciones de todos los representantes de los países aliados a la causa democrática venezolana y esto es verdaderamente alarmante.

Hace ocho años escribí un artículo titulado “El martillo y la pluma”, una reflexión de lo que percibía en ese momento del régimen de Chávez y la falta de coherencia de la oposición, por eso reproduzco aquí algunos extractos, porque si bien no es Chávez sino Maduro el que continúa dirigiendo este desatino en el presente, intento convencerme sin lograrlo, de que los escenarios han cambiado y que los actores tienen otro libreto.

Las bolas de Galileo

La caída de los cuerpos ha sido objeto de observación y estudio a lo largo de los siglos. Galileo Galilei (1564-1642), demostró que los cuerpos, tanto los ligeros como los pesados, pueden caer con la misma rapidez. En lo que se conoce como “las bolas de Galileo”, el sabio dejó caer desde lo alto de la Torre de Pisa dos bolas de idéntica circunferencia, una de madera y otra de plomo. Para el asombro de los testigos, las dos esferas se estrellaron al mismo tiempo. La conclusión a la que llegó es que la única fuerza que reduce la velocidad de los cuerpos en su caída es la resistencia del aire. La ley que descubrió Galileo y que perfeccionaron Newton y Boyle, nos dice algo muy sencillo: si hay resistencia, el cuerpo tarda en caer. Si le cambiamos la forma este caerá más rápido. Boyle demostró que sin aire, no importa la forma ni el peso, los objetos caen a la misma velocidad.

Hoy me hago las mismas preguntas que me formulé en 2010, cuando 80% del país coincidía en responsabilizar a Chávez de todos los males: ¿Es que Maduro es más ligero que el aire? ¿Es que tiene una forma aerodinámica que le permite sustentarse, planear, flotar? ¿Es que Maduro es un peso pluma? Habría que añadir a los análisis sobre el país una variable sobre las leyes físicas aplicadas a la política.

El riesgo del vacío

La oposición, cuando se haga visible, reconocible, identificable, cuando adquiera forma, tendrá la oportunidad de convertirse en fuente de esperanza. Para lograrlo hace falta darle un cuerpo, una fisonomía, un rostro, un liderazgo, “una voz”, convertirse en promotora de una idea poderosa y aglutinante, donde el ciudadano común tenga la convicción de saberse parte de una comunidad de intereses e ideas con perspectivas, integrado a una causa y a un destino común de nación. Esto dejaría sin sustentación el fenómeno Maduro, que flota en una atmósfera de populismo, ignorancia, mentiras y desinformación. Desafortunadamente, eso no ha sido posible hasta el día de hoy.

Debido a la desunión, la arrogancia, el oportunismo y el colaboracionismo de algunos dirigentes, la oposición ha desperdiciado oportunidades irrepetibles. En un Estado fallido día a día vemos agravarse la crisis y la falta de respuestas. La realidad es que lo que impera en Venezuela es un gran y estruendoso vacío.

El historiador y analista político alemán Georg Eickhoff, buen conocedor de la realidad política del país, afirmó en diciembre de 2017: “La vía electoral está cerrada desde el bloqueo del revocatorio. De cierta manera, el derrotado es el chavismo, que carece de apoyo popular y solamente puede sobrevivir como dictadura”. Hace pocos días se expresó sobre la crisis de la oposición, sus divisiones y falta de programa, amén de sus desvaríos electoralistas manejados por la dictadura, siendo tajantes sus afirmaciones: “La oposición venezolana está más dividida que nunca y así va a seguir mientras siga la tiranía. Las llaves de la unidad están en manos de la tiranía. Cualquier estrategia opositora exitosa debe prescindir de la unidad y apostar por una solución de élites con ayuda externa” (@JorgeEickhoff – 6:14 am – 2 Jun 2018).

A propósito de esto, son preocupantes los pronósticos que van, desde el desmembramiento final del país en una especie de Somalia, donde diferentes organizaciones armadas (militares, paramilitares chavistas, narcoguerrilla, carteles de la droga, hampa común) se disputan parcelas del territorio nacional en medio del caos, pasando por un golpe militar, hasta una intervención militar in extremis de una coalición de países.

A la llegada de la misión Apolo XV a la Luna en 1971, uno de los astronautas decidió experimentar sobre la caída de los cuerpos en el vacío, dejando caer desde la misma altura y al mismo tiempo un martillo y una pluma. Debido a que en la Luna no hay atmósfera, los televidentes que presenciaban la transmisión vieron con asombro cómo ambos objetos cayeron al suelo al mismo tiempo, mientras el astronauta exclamaba: “¡Vieron, Galileo tenía razón!”. El riesgo en Venezuela, es que en el vacío todos los cuerpos se desplomen a la misma velocidad.

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