Las manipuladoras patologías burocráticas que padece y aplica el actual sector oficial, pareciera no tener límites ex profeso. La cantidad de requisitos-obstáculos que el gobierno exige e interpone a los ciudadanos venezolanos para trámites y otros asuntos no tiene precedentes, incluyendo aquellos usados en pasadas elecciones y revocatorio. Y a la hora de repartir la miseria de dólares americanos que el gobierno mezquinamente otorga, a precios cada vez más altos, para viajes y otras necesidades, estas patologías se vuelven más extremas o agudas.

Pongamos por ejemplo el caso cuando alguien es bloqueado por el sistema. Una de las causas puede ser la falta de los movimientos migratorios (¿adrede?). Para proceder al desbloqueo, la persona tiene que presentar a la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi, o a su sustituto, tales movimientos emitidos por el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería. El registro de la salida y entrada del país de origen y del país destino sellados en el pasaporte, no es suficiente, cosa que fácilmente puede ser directamente constatado por Cadivi desde el Saime, junto con el número de vuelo, destino, aerolínea, etc. (pero, ¿por qué no es así?). Entonces, a tal efecto, deberá presentar: planilla de solicitud, fotocopia de la cédula de identidad, carta con exposición de motivos de la solicitud con nombres y apellidos, cédula de identidad y nacionalidad, timbre fiscal de 0,05 UT y huella, comprobante de pago del tributo correspondiente al trámite, esto es lo que al menos leemos en la página web correspondiente del Saime. Pero según aviso pegado a la entrada de este organismo en El Silencio debe, adicionalmente, presentarse: carta emitida por la aerolínea con estatus del boleto y destino del viaje, original de la tarjeta de embarque («boarding pass»), facturas del consumo en el exterior y estados de cuenta bancaria (original y copia).

Si el gobierno con estas argucias, pasando por encima de la Ley Orgánica de Simplificación de Trámites Administrativos, no impide que los ciudadanos sigan reclamando los dólares, pronto veremos que, además de los requisitos señalados, se pedirá más adelante: matrícula y modelo del avión en que el ciudadano viajó, nombre y nacionalidad del piloto o comandante de la nave y de su primer oficial, constancia de los seriales y marca de las turbinas o motores del avión emitida por la línea aérea y certificada por el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil, foto del pasajero sentado en su respectivo asiento tomada por unos de los tripulantes de cabina, condiciones meteorológicas en la ruta durante los vuelos certificadas por el Instituto Nacional de Hidrología y Meteorología, constancia de los menús servidos abordo durante los viajes certificada por el Instituto Nacional de Nutrición, etc. La acumulación de tal cantidad de papeles y basura burocrática (facturas, documentos de viaje, etc) puede conducir a los ciudadanos venezolanos, inducido por el chavismo, a enfermar con el conocido «síndrome de Diógenes» (filósofo del siglo IV a. C.).

¿Cuál es ese síndrome? Los sentimientos de inseguridad y de miedo de pacientes con este síndrome los impulsan a acumular cosas inútiles, o nocivas para su salud, como los desperdicios, que actúan como «muro» protector. Se podría decir que se trata de “coleccionistas” que en vez de coleccionar algo de forma selectiva por puro hobby, lo hacen de manera indiscriminada, llevados por una oscura necesidad de acumular compulsivamente (a esto se lo conoce como «siglomanía»). El desasosiego y la desesperanza se encargan de todo lo demás. Estas personas se sienten indefensas, ya sea por resentimiento hacia otros, por autoprotección por daños recibidos, etc., o bien porque se sienten atrapados por un miedo atroz a relacionarse con personas ajenas (¿el gobierno?) a las que su misantropía ha convertido en seres hostiles en potencia. En la búsqueda desesperada de los billetes verdes, los venezolanos se irán paulatinamente acostumbrado, de una manera humillante y compulsiva, a guardar el más mínimo papel, acumulando basura burocrática. Y cuando el chavismo tenga que irse, habrá cierta inercia a continuar con lo mismo por parte del público. Esta humillación se constituye en un acto de violencia pasiva contra el ciudadano, por aquellos que ejercen la autoridad y que seguramente no se aplican los mismos requisitos; y todo esto solo para tratar de lograr que los ciudadanos desistan de pedir su cupo anual de dólares, que serán usados para otra cosa por el gobierno. Entonces, ¿de qué paz habla el chavismo?

Los justos no tenemos por qué pagar siempre las faltas de los pecadores, algo muy característico de la idiosincrasia venezolana cuando se está en funciones públicas. Quizá, esté dando ideas para que la burocracia oficial aumente más los obstáculos en los viajes aéreos, pero será ésta la culpable de que algunos compatriotas se enfermen con el síndrome de Diógenes.

el, acumulando basura burocrática. Y cuando el chavismo tenga que irse, habrá cierta inercia a continuar con lo mismo por parte del público. Esta humillación se constituye en un acto de violencia pasiva contra el ciudadano, por aquellos que ejercen la autoridad y que seguramente no se aplican los mismos requisitos; y todo esto sólo para tratar de lograr que los ciudadanos desistan de pedir su cupo anual de dólares, que serán usados para otra cosa por el gobierno. Entonces, ¿de qué paz habla el chavismo? Los justos no tenemos por qué pagar siempre las faltas de los pecadores, algo muy característico de la idiosincrasia venezolana cuando se está en funciones públicas. Quizá, esté dando ideas para que la burocracia oficial aumente más los obstáculos en los viajes aéreos, pero será ésta la culpable de que algunos compatriotas se enfermen con el síndrome de Diógenes.


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