Tanto el cinismo como el caradurismo de Nicolás Maduro no tienen límites. A principios de noviembre aseguró desde Miraflores que vamos a tener las mejores Navidades en mucho tiempo, y ciertamente que una mentira de tan colosales dimensiones constituye una grave afrenta que reciben los venezolanos.

Nada les importa a los jerarcas del régimen que ya 90% de los venezolanos vivan en situación de pobreza a consecuencia de la rapiña de los dineros públicos, que por miles de millones de dólares engrosaron sus arcas particulares y las de sus favorecidos. Recientes investigaciones de la Universidad Católica Andrés Bello en la Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) dejaron al descubierto la gran mentira de Maduro cuando en la ilegítima asamblea constituyente aseguró que la pobreza en el país era apenas de 18%.

La pobreza en Venezuela, además de los altísimos niveles de corrupción y despilfarro, es ocasionada por la nula productividad, pérdida de poder adquisitivo de los salarios y la hiperinflación, debido a las erradas políticas que en materia económica se empeña en mantener el régimen negándose a rectificar –a pesar del sufrimiento del pueblo–, porque de hacerlo estaría reconociendo el fracaso de sus proyectos comunistoides, y eso jamás lo podrían aceptar.

A partir de 2017 Venezuela entró en una situación de grave emergencia humanitaria en la que también más de 90% de la población se encuentra imposibilitada de satisfacer sus ingentes necesidades en salud, alimentación y servicios básicos. Esta situación empeora cada vez más mientras que el oficialismo trata de mostrar una ficción a través de sus canales propagandísticos.

Esa pérdida del poder adquisitivo ha constituido un rudo golpe que se ha reflejado en las utilidades y aguinaldos, que para nada alcanzarán a los empleados y trabajadores. A guisa de ejemplo se puede indicar que el tradicional pan de jamón, típico acompañante del plato navideño, ya superó la barrera de los 2.000 bolívares, y en numerosos sitios se expende a un precio de 2.500 bolívares, lo que hace presumir que entrado diciembre estará sobre los 3.000 bolívares, mientras que el salario mínimo es de 1.800 bolívares. Este indicativo nos sirve como punto de partida para determinar lo que serán unas muy tristes Navidades en una más triste realidad.

Testimonios populares recogidos por la prensa diariamente, los cuales reflejan la voz del pueblo (vox populi, vox Dei), dan cuenta clara y precisa de que los exiguos ingresos se diluyen rápidamente como la sal en el agua, y que el engañoso plan de recuperación económica del régimen fue una cuenta más en su largo rosario de mentiras.

Cuando Maduro tuvo el desparpajo de afirmar que “tendremos las mejores Navidades de los últimos tiempos”, el escritor y humorista Laureano Márquez atinó al decir que “se refiere a las suyas, naturalmente, y no le cabe a uno la menor duda”.


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