Los resultados del simulacro electoral de este domingo no serán reconocidos por la gran mayoría de la comunidad internacional, y serán recibidos por los venezolanos con grandísimo rechazo, desconfianza y rabia. Es un suceso viciado y fraudulento en el que el régimen ha violentado todas las garantías democráticas y constitucionales.

La única certeza que tenemos es que el grupo que encabeza Nicolás Maduro se niega a abandonar el poder y su afán de permanencia significa la profundización, cada vez mayor, de las enormes emergencias que estamos padeciendo.

El régimen continuará el proceso de radicalización que arrancó en 2015 con su derrota en las elecciones legislativas. La nueva etapa a partir del 21 de mayo supone la intensificación del ya insoportable colapso y caos que se está produciendo en todos los ámbitos del país.

Caracterizará definitivamente a Nicolás Maduro como un dictador y a su gobierno como una amenaza real y cierta para la vida misma de los venezolanos, así como un factor de crisis definitiva para la región.

Evidenciará por completo su naturaleza neodictatorial: un antiestado que, al contrario de servir a las personas, las ataca; que no busca el bienestar y la normalidad, sino la crisis y el caos de su propio pueblo.

Ante los escenarios que puedan producirse a partir del evento fraudulento de este domingo, tendremos que responder para contrarrestar la escalada de fragmentación, colapso, violencia e inestabilidad que ya está produciéndose.

Hemos vivido la posibilidad de esta respuesta en nuestra experiencia de trabajo en el Municipio Libertador. En los últimos tiempos, ante el recrudecimiento de la crisis y el reconocimiento de un Estado amenazante, ineficiente, y corrupto como principal promotor de la misma, en las comunidades se han fortalecido, ampliado y diversificado las redes de apoyo.

Las personas señalan una vía articulada, inclusiva y vinculante para confrontar al modelo de hambre, empobrecimiento y destrucción que se impone y radicaliza desde el poder. Redes de asistencia alimentaria, por ejemplo, comienzan a asumir otros objetivos (apoyo médico, asesoría legal, acompañamiento) o amplían la atención a más grupos vulnerables. Sectores de distintas comunidades establecen contactos entre sí para compartir experiencias y soluciones.

Líderes locales realizan reuniones y consejos para lograr la integración de esfuerzos conjuntos que logren mayor impacto y alcance. Se establecen contactos con organizaciones y grupos en distintos sectores sociales para fortalecerse y empoderarse.

Estos esfuerzos generan espacios de estabilidad, estructuras de apoyo y contextos seguros para las personas que contrastan radicalmente con los sistemas clientelares, tiránicos y de dependencia promovidos por el régimen. Plantean una narrativa de empoderamiento, renovación y autodeterminación contraria a la de sometimiento y opresión impuesta desde la dictadura.

Ante esta nueva etapa que se viene de recrudecimiento de la crisis y radicalización del régimen estos ejemplos señalan una vía de rebeldía a la que tenemos que sumarnos todos los sectores sociales: las comunidades, la Iglesia, los estudiantes, los empresarios, los trabajadores, las universidades, organizaciones civiles, partidos políticos.

Seguiremos luchando para lograr condiciones de cambio y transformación necesarias desde los principios fundamentales de convivencia y humanidad para cuestionar al poder y la visión destructiva y de muerte que éste encarna.

robertopatino.com


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