Desprendiéndose de la tradicional mezquindad, que abunda entre los políticos, deseamos exteriorizar algunas consideraciones sobre la conducta de Edgar Zambrano como líder democrático.

Lo conocimos en la casa sindical de Barquisimeto, hoy secuestrada por esta corporación de venganzas, en momentos duros en defensa de los trabajadores larenses. Siempre presto al debate fecundo que redundara en ideas de progreso para todos. Aquellas jornadas fueron dándole un nuevo cariz al perfil reivindicativo; que buscábamos como defensores de un sector expoliado por la barbarie. Recordamos que, en medio de unos cuantos sindicatos, nosotros mantuvimos el desacuerdo; muchos incondicionales nos observaban con extrañeza, les contrarió nuestra osadía. Que no compartiéramos las reflexiones de su líder los desencajó. Edgar Zambrano nos pidió que razonáramos nuestra posición. Terminó dándonos la razón, allí comprobé su valor democrático.

Aquella mañana surgió una gran amistad desde posiciones ideológicas antagónicas. Aunque no lo crean, le fastidia la adulancia. Le gusta que las personas tengan criterio. Siente un inmenso respeto por aquellos que piensan distinto. Es por ello que se ha granjeado una gran cantidad de amigos en diferentes escenarios. Su enorme figuración nacional no ha hecho mella en su talante de hombre de pueblo. En la sede de Acción Democrática lo esperan militantes y gente de otras toldas para conversar sobre diferentes temas. Los recibe a todos con afecto. Jamás una mala respuesta que riegue los surcos del desplante. Sus grandes amigos son los humildes trabajadores de los barrios. Con ellos comparte horas de cariño sincero. Su número telefónico lo tienen muchas personas, es de los pocos políticos que responde las llamadas. Nada de secretarias que anotan mensajes que no llegan. Pocas veces deja que sea la contestadora quien lo haga presente. Por muy humilde que sea la persona gentilmente lo atenderá, apuntando el mismo la solicitud hecha. Si se compromete con algo, tendrá que pasar un terremoto para que no cumpla. Y eso lo hace no solo con militantes de su partido, su visión solidaria va más allá de las ideologías.

Es un lector infatigable, maneja con destreza diferentes temas que lo hacen un político curtido. Es también un orador con enormes recursos. Sus discursos son densos, pocas veces utiliza lugares comunes. Son piezas reflexivas que saben calar en las audiencias; sin embargo, le gusta más el trabajo en las comisiones legislativas, sostiene que son más fructíferas. Como dirigente es inquebrantable. Jamás lo verán retroceder. Si lo hubiese querido, habría huido; pero esa no es su naturaleza. Como cuando arriesgó su vida en la toma de la casa sindical de Barquisimeto, allí estuvo enfrentando a los colectivos armados hasta los dientes.

Nada de retroceder, rendirse jamás. Sabe que los principios no se negocian, que al huir los dejas desperdigados en el camino…

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@alecambero


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