Una vez más, José Luis Rodríguez Zapatero, conspicuo vocero y agente del régimen venezolano, ha “exigido”, desde el exterior, una negociación, diálogo y acuerdo para Venezuela, haciendo notar que cualquier otra alternativa no va a prosperar. Imagino que cualquiera que lo escuche, o lo lea, quedará con la impresión de un pobre gobierno venezolano, acosado por una oposición intransigente y radical, armada hasta los dientes, que está recurriendo a actos terroristas y haciendo uso de la fuerza para amedrentar a quienes, legítimamente, creen en el proyecto chavista. Al leer sus declaraciones, queda la sensación de que el régimen que maneja los hilos del poder en Venezuela surgió de elecciones transparentes, en las que sus opositores tuvieron una justa oportunidad para ofrecerse como alternativa a los electores. Pareciera que el régimen de Maduro siempre ha observado lo que Zapatero llamaría un “talante democrático”, respetuoso de la Constitución. Pero, a menos que estemos hablando de países diferentes, la verdad es otra, y el señor Zapatero lo sabe.

Según declara Zapatero, desde 2015, ha visitado Venezuela en 37 oportunidades. Independientemente de que esos viajes se hayan pagado con el dinero de los venezolanos o con otros recursos, lo cierto es que no se ha enterado de nada. Daría igual si estuviera ciego, sordo, o ambas cosas a la vez; pero, obviamente, en la mente del señor Zapatero hay algo que no funciona.

A pesar de sus 37 viajes a Venezuela, por alguna razón, el señor Zapatero parece no recordar que quienes tienen las armas son los chavistas, con y sin uniforme. Así quedó demostrado, una vez más, con el frustrado intento de golpe de Estado del 30 de abril pasado; a menos que Zapatero se tome en serio que unos pocos opositores que salieron a la calle, desarmados, constituían una amenaza para Maduro y su gente.

Por alguna razón, Zapatero parece olvidar que los presos políticos y las personas refugiadas en las embajadas, incluyendo la de España, son de la oposición. Da la impresión que Zapatero no está enterado de que los jóvenes que han perdido la vida, víctimas de la represión más brutal, estaban protestando en contra del mismo régimen que él defiende con tanto empeño.

Cuando Zapatero llama a la oposición a sentarse a dialogar, pareciera que él piensa que los diputados a quienes, saltándose la Constitución, privaron de su inmunidad parlamentaria y, en algunos casos, lograron detener arbitrariamente, fueran unos pobres chavistas, víctimas del fanatismo de la oposición. No señor Zapatero; es justo a la inversa: se trata de varios diputados de la oposición, perseguidos por Maduro y sus secuaces. A los otros, a los que no se les ha privado de su inmunidad y no se les ha amenazado con su detención, no se les permite el acceso a la sede del Parlamento para el cual fueron elegidos.  ¿Ud. cree que se puede dialogar en esas condiciones?

Llama la atención que el mismo Zapatero que lleva años mareando la perdiz con el diálogo, y que fue el personaje central en las negociaciones entre gobierno y oposición que tuvieron lugar en República Dominicana, continúe ofreciendo llegar a acuerdos que, por experiencia propia, sabe que el chavismo no va a cumplir. No es que la oposición se niegue tercamente a negociar; pero no tiene sentido ir a un diálogo infructuoso, condenado de antemano al fracaso porque el chavismo no respeta lo acordado.

¿Qué exige Zapatero? ¿Qué se puede negociar con una tiranía que ha usurpado el poder y ha instaurado una Constitución paralela? ¿Qué es lo que pretende Zapatero? ¿Que transemos para que Maduro se quede otros seis años, o para que la oposición no vuelva a protestar en la calle? ¿Vamos a negociar el restablecimiento de la Constitución en seis años, o el restablecimiento de una parte de la Constitución dentro de dos años? ¿Quiere diálogo para poner en libertad a la mitad de los presos políticos a cambio de más censura? ¿O será que, en nombre del régimen, Zapatero quiere ofrecer elecciones dentro de tres años, a cambio de impunidad por los crímenes cometidos por sus representados y por los dineros saqueados a la nación?

Creo interpretar el sentimiento de la mayoría de los venezolanos que adversan a este régimen si digo que ellos quieren salir de este laberinto en forma pacífica, constitucional, y por medio de elecciones justas y creíbles. No son ellos los que están armados y amenazan con el uso de la fuerza para aferrarse al poder y a los negocios turbios. Quienes han sido perseguidos y discriminados políticamente, negándoles un empleo o una bolsa de comida, no son los que desean una guerra civil; no son ellos los que se niegan al diálogo civilizado. De manera que, cuando vuelva a Caracas, invitado por su amigo Maduro, aproveche el tiempo señor Zapatero; use su inteligencia -que la tiene- señor Zapatero, haga un juicio más certero sobre quiénes son los que tienen trancado el juego, y diríjase a ellos para que escuchen la voz del pueblo. Pero no apunte en la dirección equivocada, culpando a las víctimas de esta tragedia humanitaria.


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