El pasado jueves 20 de junio, en el Atlantic Council se discutió la “Influencia de Rusia en Venezuela: ¿qué deben hacer los Estados Unidos?”. Los panelistas concluyeron que el interés de Putin en Venezuela es político. Además, afirmaron que si el Congreso de los Estados Unidos, el Ejecutivo y la administración de Trump no tienen una política común de seguridad y defensa en Venezuela, Rusia tomará la iniciativa, a pesar de que Venezuela no está en la misma categoría de Ucrania (lazos históricos) y Siria (activos militares). Por lo que Putin podría estar de acuerdo con un gobierno de transición que cuente con miembros del chavismo que velen por sus intereses. Porque Putin sabe que desde el punto de vista logístico y económico no puede garantizar su posición en Venezuela.         

La embajadora Paula J. Dobriansky resaltó que las grandes líneas estratégicas en política exterior del régimen en Moscú son: disminuir o erradicar el poder de Estados Unidos a escala internacional; minar los valores democráticos y las instituciones que aseguran la estabilidad, la seguridad y la paz del orden mundial creadas después la Segunda Guerra Mundial; restablecer el poder de Rusia como lo fue en la era de la Unión Soviética; y ser un actor global, expandiendo su esfera de influencia en el mundo.

Dobriansky afirmó que la política exterior del presidente Vladimir Putin permite obviar la grave situación económica que atraviesa Rusia, al ser un actor clave en un mundo multipolar. Agregó que en el caso de Venezuela, el Kremlin se esfuerza por socavar la influencia de Estados Unidos en el país caribeño, sin menospreciar la inversión que tiene en Venezuela. “Destacaría el hecho que no es el capital invertido lo que realmente cobra importancia aquí, es el vinculo político con Venezuela. La cercanía geográfica a los Estados Unidos es lo que motiva a Putin”, seguir sosteniendo a Maduro. Además, la relación entre Rusia y Venezuela en los últimos veinte años viene dada desde la época de Chávez-Putin (2000).

El embajador John Herbst y la ex-subsecretaria adjunta de Defensa para Rusia, Ucrania, Eurasia del Departamento de Defensa de Estados Unidos, Evelyn N. Farkas, compartieron el criterio de que Putin rechaza la protesta relacionada a la desobedecía civil o resistencia no-violenta. “No quiere ver a los régimen autoritarios derrocados por el levantamiento de la gente en la calle de forma pacífica. Por lo que ha estado en contra de las llamadas revoluciones de los colores cerca de su frontera: Georgia, Ucrania, Serbia, Kirguistán. Y, estaba muy preocupado por lo que ocurrió durante la Primavera Árabe”.

Farkas alegó que Putin ve a Venezuela desde esta óptica, la salida de Maduro por un “movimiento no violento”.  

El periodista ruso Konstantin von Eggert aseveró que Putin es un jugador –de póker– que toma las oportunidades que surgen. El presidente ruso piensa que hasta ahora su defensa en Venezuela ha sido exitosa. Porque Donald Trump ha jugado públicamente con la idea de que de alguna manera usaría la fuerza militar en Venezuela para inclinar la balanza a favor de Juan Guaidó. Así que inmediatamente Putin envió la suya. Jugó sus cartas enviando la armada, los aviones, y los mercenarios de Wagner. Probablemente, el mandatario ruso cree que ayudó a persuadir a Washington para que suspendiera el uso de la intervención humanitaria en Venezuela. Por lo que Putin se ve como el ganador en Venezuela. Sin embargo, no tiene los recursos ni suficiente capital político para evitar la salida de Maduro. Lo que lo convertiría en un perdedor. Y Moscú no querría un fracaso. Además, en la sociedad rusa no hay apetito para pelear contra Estados Unidos por la sobrevivencia de Maduro. 

Por ello, Maduro regala parte del patrimonio de los venezolanos a Rosneft, los yacimientos de gas de Patao y Mejillones en el norte de la península de Paria, estado Sucre. Le otorga el derecho a Rusia de explotar por 30 años unas reservas gasíferas de Venezuela, sin recibir un centavo el Fisco Nacional. Porque Rosneft  es la caja chica de Putin, según el periodista Von Eggert. En consecuencia, Maduro se arreguinda del nuevo zar ruso. Una oportunidad que toma Putin que como jugador de póker ya cobró, por su respaldo.

La otra apuesta que Putin espera hacer efectivo es en la relación con Estados Unidos, apalancando su posición influyente en el país bolivariano. Un poder que no podría ser ignorado por el gobierno de Trump en una solución para Venezuela. Por ello, el tema va a estar en la agenda del encuentro bilateral entre Trump y Putin en Osaka, Japón, esta semana.  

En consecuencia, las partes que buscan una solución negociada para Venezuela en Noruega, Suecia, Venezuela, Cuba, Roma, Canadá, Bogotá, y Estados Unidos, deberían tomar en cuenta que que Rusia juega “póker” en Venezuela.


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