En cualquiera de los tiempos de la historia de la humanidad y en cualquier ciudad del mundo el tema de la prostitución estaba presente. Por lo tanto, la Nueva Valencia no escapaba de esta situación y, por supuesto, existía la presencia de las mujeres llamadas del mal vivir y que en aquella época tenían un apodo y una clasificación. El apodo era el de las callejeras y la clasificación era porque había las callejeras esclavas y las callejeras no esclavas. (44)

Suponemos que las llamadas “esclavas” realmente eran esclavas que de alguna manera se las arreglaban y se escapaban para ejercer la antigua profesión en horas de la noche. Y las que no eran esclavas, pues, simplemente, se dedicaban a esa actividad comercial y nada más.

Lo cierto del caso es que esta situación iba de la mano con el consumo de licor y, por supuesto, al final, por algún conflicto monetario y quizás hasta sentimental, se generaban algunos problemas de alteración del orden público por las noches, lo cual obligaba al Cabildo a tomar medidas en el asunto.

Por ello, para controlar el tema y evitar los escándalos, decidieron que las callejeras esclavas y no esclavas no podían estar en la calle desde la hora del golpe de ánima en adelante y recordemos que esto quería decir que su actividad era hasta las 9:00 de la noche.

Adicionalmente, mandaron a que en cada cuadra se colocara a una persona de confianza para que las vigilara, y si tomamos en cuenta que en la ciudad las construcciones solo estaban permitidas hasta un radio de cuatro cuadras de la Plaza Real o Mayor, que hoy comprendería los siguientes puntos:

1. Hacia el norte hasta lo que es hoy en día la calle Vargas.

2. Hacia el sur hasta lo que es hoy en día la calle Girardot.

3. Hacia el este hasta lo que es hoy en día la avenida Martín Tovar.

4. Hacia el oeste hasta lo que es hoy en día la avenida Carabobo.

En nuestra ciudad había dos juegos que de costumbre se practicaban y que en el principio estaban prohibidos. Uno de ellos era el de los dados, el cual era muy difícil de controlar porque, como las cuadrillas del alférez de la Santa Hermandad hacían continuamente sus rondas nocturnas por todas las calles de la ciudad, entonces los jugadores optaban por esconderse en los bosques y sabanas de Valencia, donde podían jugar tranquilamente sin que los molestaran. (45)

En cuanto al juego de naipes, aquí el asunto fue diferente porque en un principio el juego estaba prohibido, hasta que en el año de 1543 se estableció el llamado Estanco de Naipes en el cual la Corona tenía el monopolio de la venta de los naipes, hecho este que representaba una entrada de dinero muy importante para la Real Hacienda, y por ello se permitió el mismo. Para América el rey don Felipe II, en la Ley XV ordena el 29 de agosto de 1581 el Estanco de Naipes. (46)

En nuestra ciudad ese estanco se implementó bastante más tarde ya que fue en el año de 1778 cuando don Joseph de Abalos, intendente de los Reales Ejércitos y Real Hacienda de la Provincia de Venezuela, le envía una carta al teniente de Justicia Mayor de la Ciudad de la Nueva Valencia del Rey y su Jurisdicción donde le notifica la orden de implementar el mencionado impuesto. (47)

Con respecto al tema de los robos, los que han sido reseñados en los documentos son robos de animales, de ganado y robos en general dentro de la ciudad y en los denominados arrabales. Los arrabales son los sitios de la ciudad con un crecimiento desordenado, constituidos por personas de bajo poder económico. Lo que comúnmente se le llama barrio. Y caso curioso es que para finales del siglo XVIII se reporta la presencia de un barrio al norte de la ciudad bautizado como barrio “Los Cerritos” y también en esa misma época se registra la aparición de un nuevo funcionario llamado alcalde de Barrio. (48)

El alcalde de Barrio fue un cargo creado por el rey Carlos III en 1768 cuya función primordial era la de ser como una especie de vocero de los pobres. En nuestra ciudad, hasta la fecha de los documentos revisados hemos encontrado la presencia de este cargo en 1798.


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