El ser humano es un epítome de experiencias, expectativas y sueños a lo largo de su vida. De principio a fin sufre transformación, porque toda transformación trae consigo un sufrimiento, así como las células se transforman cuando se está en crecimiento y su composición es renovada y reciclada en cada proceso. También pasa con nuestras vivencias, pensamientos y acciones en cada estación, sea porque las vivamos con reforma voluntaria o las experimentemos desde una condición hipnótica senescente. En todas ellas, será necesario consolidarse y aprender, y para cuando esto haya ocurrido, se tendrá una nueva estación a solo un paso de distancia.

Afirmarse en lo nuevo de la vida requiere esfuerzo y se acompaña de la incomodidad que implica postergar la recompensa, mientras se ejercita la voluntad. Abrazadoras llamas como presión se juntan para probarte en pensamiento, intensión y acción; así como sublimes oleadas de inspiración, subyacen como barcas con velas de apariencia senil, pero con la fuerza de que aprendieron a ser guiadas por lo vientos; favorecedores que esparcen semillas o fulminantes que extienden incendios. Esas barcas son las que sostienen a los viajeros, sumisos más que al viento, fieles aquel cuyo aliento los proscribe. Sus debilidades los hacen grandes y sus confesiones los afirman confiables, reconocen la inmundicia porque la han olido en sus carnes y se purifican en aceites de su propia prensa.

Huir oportunamente es de sagaces, pero permanecer con determinación es de valientes, quienes nos han enseñado todo olvidaron decir que no sería fácil, pero se vistieron de subsistencia y desde los pórticos de sus féretros y los libros de sus historias, nos sostienen con inspiración hasta hoy. Acaso si hubiesen decidido diferente aun estaríamos aquí, probablemente no, quizás ni ocasión para existir alcanzaríamos. Día tras día, la vida nos engalana de oportunidades y un entorno inspirador, para bien o para mal, resulta imprescindible decidir ahora, y volver a decidirse cada mañana por lo que se quiere, aun cuando no parezca existir una alborada siguiente.

Es cónsona con la renovación, la absoluta adopción de misceláneos para el viaje, pero resulta aún más acorde vaciar mochilas si pretendes asirte de novedades durante el recorrido, ya que todo lo que traes ocupa un espacio y tiene un peso. Reconocer el proceso que enfrentamos requiere pasar tiempo consigo mismo, reconociéndose frente al espejo y mirando que cosa se bombea por los ventrículos del corazón, qué tipo de inspiración, que agobio, o los contenidos parlantes que se repiten como música y viajan de la cabeza al corazón y viceversa.

No existirá un momento más valioso que el presente para mirarse a sí mismo con amor, no un amor alcahueta, sino forjador, postergando la recompensa con el fin de ejercitar la voluntad y avanzar. Siempre se puede tener más con esfuerzo y enfoque, pero solo se podrá ser mucho más con tiempo, garantizando y velando la identidad, mirando con pulcritud y a cara descubierta frente al espejo. Mi oración es que puedas ver tu propio corazón y tomes las mejores decisiones, para ser más y viajar con vientos a tu favor, dirigidos por el aliento del Creador.

@alelinssey20


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!