El modelo de funcionamiento de la economía real venezolana condiciona el éxito que la política monetaria puede tener. En este funcionamiento entran en juego factores relacionados con la estructura productiva, la estructura de la población ocupada, la eficacia del capital real invertido, la distribución espacial de la población, los canales de comercialización, etc., todos los cuales a través de un proceso de interacción provocan incrementos en los precios que, difícilmente, con la sola reducción de los medios de pago que circulan en la economía puedan disminuirse.

Muchos de los aumentos de precios se originan en la ineficacia del aparato productor venezolano y en el alto porcentaje de demandantes que poco o nada aportan a las actividades productivas (casi todos los que reciben beneficios de las diferentes misiones muy poco contribuyen a la generación del producto interno bruto, PIB). También surgen aumentos especulativos en los precios en los canales de distribución, comercialización de bienes, como lo demuestra la existencia de márgenes de comercialización que las más de las veces son superiores a los costos del productor.

La política monetaria tiene además limitaciones relacionadas con la estructura y composición del activo del Banco Central de Venezuela, el cual posee sobre todo reservas internacionales representadas especialmente en oro y divisas. No posee el BCV una cartera de bonos públicos que le permita permanentemente estar presente en el mercado de capitales, comprando y vendiendo semanalmente, o como se diseñe, para crear o destruir dinero en circulación.

La forma que revisten sus activos principales debería implicar, lógicamente, que la actuación del BCV inyecte o retire dinero a través del mercado cambiario, pero ello es sumamente riesgoso, por lo cual esta vía es muy estrecha para lograr los objetivos de la política monetaria. De modo que la estructura y composición del activo del BCV no le comunica flexibilidad, capacidad, para operar eficazmente, esto es, sin incurrir en cuantiosas pérdidas en el mercado de capitales, cuando las condiciones financieras y monetarias así lo requieran.

De todo el análisis en esta serie de artículos se deduce que los medios e instrumentos de que se vale la autoridad monetaria para lograr en lo posible las metas de la política son muy escasos. La fijación de encajes bancarios obligatorios, remunerados o no; la fijación de una tasa de redescuento para el crédito de última instancia, la apertura de mesas de dinero con intereses atractivos para las instituciones financieras y para períodos breves; las operaciones de mercado abierto con títulos negociables de su cartera (concretamente títulos de Deuda Pública Nacional) o con títulos emitidos por el propio instituto, que representan deuda y significan un costo financiero.

También puede manipular las tasas de interés tanto directamente como a través de las mesas de dinero y en posibles subastas de lo que una vez se llamó Títulos de Estabilización Monetaria. Pero, tal como se dijo anteriormente, lo ideal sería lograr que la programación del gasto interno del gobierno y de la industria petrolera nacional se coordine con la programación monetaria, el cual es un desiderátum en la lucha contra la hiperinflación y dadas las limitaciones ya descritas del BCV.

La dolarización que se propone tiene la ventaja de que abate inmediatamente el desenfrenado crecimiento de los precios, pero debería ser temporal, puesto que desde el punto de vista del desarrollo económico del país, a largo plazo, difícilmente se lograría con una economía dolarizada, ya que lograr productividad similar a la de Estados Unidos sería cuesta arriba a causa del atraso tecnológico; sin un desarrollo tecnológico que se incorpore a las actividades productivas es imposible obtener la competitividad global indispensable para conquistar una parcela del mercado internacional, para lo cual, por lo demás, siempre habrá obstáculos de las naciones que dominan dicho espacio comercial. Venezuela devendría algo así como Puerto Rico

Es artificial, facilista, pensar que devaluando progresivamente se logra esa indispensable competitividad, política que en Venezuela acarrearía, entre otros efectos, fuerzas inflacionistas dado el nivel de nuestras importaciones. Es indispensable una política económica integral, incluyendo la ya mencionada coordinación, bien pensada y ejecutada, que requiere el apoyo político de un presidente no lego en asuntos económicos y un gabinete económico con experiencia, formación y conocedor de la economía venezolana. 

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@psconderegardiz


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