Por las tardes cuando la celeste

Mandarina gotea sobre el río sereno

Casi dormido

Yo me despierto de la siesta

Bajo la sombra de oro

Del caimito

Y echo a volar mi imaginación

Y me interno por entre los espesos mosures

Que bogan aguas abajo

Y me poso sobre los pistilos

De la bora que se confunde con la savia santificada

De la fragante espesura de los borales que

Tapizan la lenta marea bajo la luna llena

En dirección salobre a las puertas del Atlántico.


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