Los venezolanos hemos intentado miles de métodos para salir de un sistema que desde sus inicios ha mostrado su talante criminal, terrorista, comunista. Hemos sido muy ingenuos al creer que un sistema de esta magnitud dejaría el poder usando medidas convencionales para enfrentar un “mal gobierno democrático”, pero no podemos olvidar que una dirigencia de “oposición” coadyuvó con la tesis de la “salida electoral” durante estos 20 años. Hemos acudido a innumerables de procesos “electorales” en los que por arte de magia los resultados siempre han sido favorables a la tiranía de chavismo.

Este sistema se jacta en decir que han realizado más de 20 elecciones en sus años de revolución y por ende son un sistema democrático, discurso que les valió durante años para lavarse la cara ante el mundo mientras a lo interno ponían en práctica las atrocidades más inhumanas para obtener el control total de Venezuela y expandir en la región su proyecto mafioso, lo que desde luego lograron usando la petrochequera y la complicidad de una élite que indirectamente se favorecía de esta desgracia.

Nos han vendido una ilusión electoral pacífica, como si Venezuela estuviese en manos de Rafael Caldera o Carlos Andrés Pérez, una izquierda moderada como en efecto fueron estos personajes en su época. No hay vías electorales en el país y en realidad nunca existió tal vía, solo fue un espejismo, una ilusión que nos ha costado vidas y el avance del comunismo castrista en la nación.

Una tiranía de este calibre solo puede ser removida del poder usando la fuerza, esto implica fuerza ciudadana, fuerza militar y fuerza internacional, porque fuerza institucional no hay en Venezuela. La institucionalidad ha sido demolida bajo el régimen chavista. La fuerza de los ciudadanos requiere una dirección opositora real, que tenga los objetivos claros y un proyecto de país totalmente opuesto a todo lo que hemos vivido en el pasado, al socialismo. El mundo entiende que se ha configurado un Estado criminal que afecta a la región, es por ello que ejercen presión, pero nosotros como ciudadanos debemos hacerles entender a estos jefes de Estado que la presión en estos casos son medidas mínimas para unos criminales que entienden que Venezuela es su cárcel, por eso se aferran al poder.

Durante 2017 vivimos la más brutal represión de unos tiranos que sin piedad asesinaron a plena luz del día. Lo más grave es que estos ciudadanos han quedado huérfanos de una oposición responsable que en vez de estimular la rebelión, la protesta, la desobediencia, hicieron todo lo contrario: acudir a falsos “diálogos” estrechando la mano de quien se ha teñido de sangre con cientos de jóvenes que murieron por la libertad, ha sido sin duda alguna el mayor acto de traición a la que fue su lucha.

Una vez más ha quedado evidenciado que la salida en Venezuela es por la fuerza, quizás aplicando el método que se utilizó en Panamá en 1989 para atrapar a unos delincuentes narcotraficantes que secuestraron ese país en su momento. Hoy Venezuela bajo el régimen chavista cumple con todos los requisitos para efectuar una injerencia humanitaria que permita la salida de los criminales del poder y la entrada de medicinas y alimentos. Sin fuerza ciudadana no hay libertad; por el contrario, la sumisión será abrumadora mientras avanza la tiranía en su control total.


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