Todos los años y ya al final del calendario, los venezolanos invocamos con el mayor de los deseos porque el venidero sea lleno de dicha, paz, amor, prosperidad y salud para cada uno de nosotros. Deseos que por casi dos décadas se han visto frustrados como consecuencia de la brutal depresión económica, política y social impuesta por el régimen, primero chavista y ahora madurista, que ha conducido al país a una inimaginable situación de pobreza extrema, jamás vista en toda la historia desde el nacimiento de la República.

Este frustrante año 2018 nos tocará despedirlo sin haber podido alcanzar metas, proyectos, sueños y con la dolorosa tristeza y lágrimas en los ojos por la ausencia de nuestros hijos, padres, abuelos, hermanos, sobrinos y niños de nuestro entorno familiar y el de millones de venezolanos que dejaremos de estrechar en nuestros brazos a seres queridos ausentes, que en diáspora jamás vista en la historia latinoamericana encaminaron sus pasos fuera de la frontera patria hacia otras latitudes, muchos de ellos a países vecinos de nuestro continente. Una oscura página de nuestra historia contemporánea que perdurará eternamente.

Por los contrastes que tiene la vida, muchos de quienes migraron tomaron camino a pie en medio de la oscuridad de la noche, en la que la bondad de la luz que ilumina sus vidas, apretujados por el inclemente frío de tardes y noches gélidas, como el páramo de Berlín en la hermana República de Colombia y en la frontera colombo-ecuatoriana, nubló en su mente la bondad de los rayos del sol, y al mismo tiempo la tristeza de unos ojos infantiles que lloran la pérdida de un juguete, recordando simultáneamente la rugosidad de la piel de las manos de sus padres y abuelos, cuando acariciaban sus mejillas. En determinados momentos sus mentes se habrán ofuscado y desdibujado sus juicios y probablemente hasta perdieron la brújula, o el timón se les fue de las manos. Es lógico o podríamos aceptar que este malestar se genera, entre otras cosas, por el abandono de la tierra que los vio nacer y el de sus hogares, lo que bajo la incertidumbre del destino que a partir de entonces les pueda deparar dio inicio a sus naturales temores por el desarraigo que se produjo en el momento mismo de su partida.

Hubiesen querido convertir en cenizas todo cuanto ocurrió y sigue ocurriendo descarada y cínicamente durante el ejercicio (¿) del régimen socialista, marxista y mal llamado bolivariano, a lo largo de casi 20 años, tras concebir falsas políticas sociales y económicas que produjeron el caos en el que hoy día se encuentra sumido el país, actualmente convertido en un harapiento mendigo ante los ojos del mundo, que solo lo conoce por la inocultable situación que obligó a emigrar a más de tres millones y medio de ciudadanos, hombres, mujeres y niños, repartidos en hermanos países que les dieron cobijo, protección y asistencia social, y que les permitirá despedir este nefasto año, como los anteriores, entonando el Himno Nacional y evocando a sus seres queridos ausentes.

Se marcharon del país porque además no pudieron concebir unas leyes mañosamente creadas para solapar y proteger la corrupción, que permitió a bandidos enchufados en el poder y amigos del régimen hacerse de millonarias y escandalosas riquezas que condujeron al país a la bancarrota, mediante el enriquecimiento ilícito con los dineros del Estado. En pocas palabras, robaron y dejaron robar de manera grosera y cínica, mientras el pueblo moría y sigue muriendo de hambre. No tiene nombre que estos sicarios del poder abusen del pudor de quienes confiaron al principio en la honestidad de su política, claro está, adobado con el mensaje populista y demagógico.

Por todo lo anteriormente indicado, el pueblo venezolano tiene cifradas sus esperanzas en que en el próximo año 2019 caigan las máscaras de quienes pasean horondos su desfachatez, y que el 10 de enero se concreten sus sueños de libertad en democracia, y con madurez nos sintamos responsables del futuro del país, y demostremos que sí se puede servir a la patria decorosamente, sin mirar para atrás sino para delante con proyección al futuro que nosotros mismos debemos forjar, pues el futuro está en el presente que hoy vivimos, y su sustento está en nuestras manos.

Amigos todos, feliz y próspero 2019, año de la libertad y la democracia y final de quienes sembraron terror, abuso y corrupción.

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