En 1947, Estados Unidos aprobó el Programa de Recuperación Europea conocido como Plan Marshall destinado a la reconstrucción del devastado viejo continente, a consecuencia de los terribles estragos de la Segunda Guerra Mundial. Para concretar esa ayuda económica se destinó la cantidad de 13.000 millones de dólares que se tradujeron posteriormente en el resurgimiento de Europa. Todos los países beneficiados presentan hoy sólidas economías y altos estándares de calidad de vida de sus habitantes.

Desde 1999 hasta la fecha le han ingresado a Venezuela, por concepto de la renta petrolera, más de 1 billón de dólares (1 millón de millones). Entre 1999 y 2014 nuestro país recibió 960.589 millones de dólares, lo que representa un promedio de 56.500 millones anuales durante 17 años, ingresos nunca antes vistos en nuestra historia republicana, y hoy se encuentra en la debacle financiera.

La pasada semana el senador norteamericano Marco Rubio, luego de expresar que Estados Unidos y los países latinoamericanos deberían continuar imponiendo sanciones a los elementos “criminales” del gobierno venezolano a través de sanciones “multilaterales” sobre individuos, empresas fantasmas, y que impidan el acceso a bancos y recursos financieros, se refirió a la estrategia que debe seguirse en los próximos meses.

Sobre este particular propuso, entre otros puntos, “un mecanismo para ayudar a reconstruir a Venezuela después de que se vaya del poder esta dictadura, como una especie de Plan Marshall”.  Opinó que no es solo un tema político, sino también humanitario. “Las imágenes que están saliendo del tema de Venezuela, del sufrimiento, son parecidas a las que se ven en África y en el Medio Oriente”.

Venezuela es el único país perteneciente a la OPEP que está en la ruina y con una producción que se encuentra en los niveles de 1,2 millones barriles diarios, estimándose que de continuar la tendencia a la baja, la producción podría estar en pocos meses en menos del millón, por las malas políticas, falta de gerencia, falta de inversiones, y por haber colocado al frente de la estatal petrolera a funcionarios corruptos y a militares inexpertos. Esto continuará golpeando más aún la grave situación económica y por ende a todos los venezolanos.  En 1998 la producción se encontraba en 3,4 millones de barriles diarios.

Un proyecto como el planteado, auspiciado por la comunidad internacional y orientado a la reconstrucción de Venezuela, reviste gran importancia. La educación debe ser factor prioritario para el desarrollo. Que se proceda a la recuperación y ampliación del aparato productivo, destruido por elementos inescrupulosos, y que permita la generación de miles de empleos. Que dejemos de ser un país rentista y no dependamos única y exclusivamente del petróleo, estimulando otras fuentes de ingreso. Donde la libertad, la democracia, el Estado de Derecho, la paz, el progreso y el bienestar sean factores preponderantes. Ese es el deseo de todos: ver resurgir a una Venezuela victoriosa  


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