En semanas anteriores hemos comentado los rutilantes éxitos obtenidos recientemente por la diplomacia venezolana en materia de política exterior. Parece que la racha sigue sin interrupción. Arreaza, un poco más educadito, sigue la línea trazada por su histórica antecesora en la Casa Amarilla.

En ocasiones –tanto en la IV como en la V– hemos criticado viajes presidenciales cuyos objetivos no lucían claros o no pasaban de ser un paseo de lujo con viáticos pagos para una privilegiada minoría ahora cercana al núcleo de Nicolás y su heroica esposa, la “primera combatiente”. Con relación al periplo de la semana que hoy finaliza podemos afirmar sin ironía alguna que se trató de una peregrinación indispensable para pedir “cacao” ante el nuevo zar de Rusia, que reviste la triple condición de acreedor importante de Venezuela, posible salvavidas financiero y por encima de ello manager de uno de los bandos en una disputa en la cual la patria de Bolívar es apenas un deudor moroso y simple peón en un juego de ajedrez global. A los chinos ya se les hizo el mismo show hace pocas semanas con resultados hasta ahora no explicados.

Así lo han entendido los próceres de Miraflores y alrededores que con renovado fervor venezolanista abordaron una vez más el avión de Cubana para presentarse en Moscú escupidera en mano para rogarle encarecidamente al “pana Vladimir” que refinancie, rebaje, mire para el otro lado o haga cualquier cosa para dar un poco de oxígeno a nuestra patria, “momentáneamente” carente de aire a causa de su indeclinable decisión de convertirse en la “Venezuela Potencia” que nos prometió el Eterno y –naturalmente– por la asfixia que el “imperio malvado“ ejerce sobre nuestra economía que, de no haber sido por eso, hubiera seguido su ejemplar camino de desarrollo y progreso .

Por lo que ha trascendido parece que el buen Nicolás utilizó su verbo más melifluo para halagar el oído y flexibilizar la billetera del catire (coincidencia que los dos protagonistas de la disputa por el cetro mundial sean rubios). Pareciera que en esta coyuntura de la historia los tropicales tenemos menos chance de montarnos en esos escenarios. Asimismo, la prensa y las redes de los apátridas han pasado videos con jaladas de mecate como las que ya no se constataban desde hace lustros de boca de jefes de Estado venezolanos. Sin duda que ser deudor moroso genera un discurso diferente que si uno fuera acreedor dadivoso.

Pero al menos podemos tener la tranquilidad de que lo que se le debe a Rusia ha sido utilizado para la compra de las armas que nos van a permitir defendernos con éxito de la aventura militar que tiene pensada Mr. Trump y al mismo tiempo garantizar nuestra integridad territorial y marítima ante un vecino como Guyana, hoy entregado a los arrullos de Exxon y dispuesto a impredecibles estrategias ante tribunales internacionales. De Colombia ni se diga, eso es tan pura pérdida que hasta su cripto-chavista canciller Mariángela Holguín se está poniendo dura, seguramente por órdenes que recibe desde Washington.

De paso, ya que estaba por el vecindario y tenía transporte disponible, el “hijo de Chávez” hizo escalas en Argelia (para un almuercito con el mil veces reelecto Bouteflika), además de sendas paradas en Bielorrusia y Turquía para cambiar impresiones con los “panas” de allá, Lukashenko y Erdogan, connotados militantes junto con Nicolás de un trío totalmente comprometido con las prácticas democráticas respetuosas de los derechos humanos, muy diferentes a el tal “Marianito” Rajoy  que se atrevió a repartir algunos criticadísimos peinillazos en Cataluña, cosa que en Caracas jamás se hubiera permitido ni tolerado en revolución!

No podemos cerrar estas líneas sin comentar el hecho de que el Senado uruguayo, democrático de verdad, haya emitido una condena unánime (incluida la izquierda militante) en rechazo de las acciones del embajador de Venezuela ante ese país, que en violación flagrante y arrogante de las reglas de comportamiento internacional y de las normas que lo regulan (Convención de Viena) tuvo la original idea de presentarse como actor político en una actividad partidista, y luego transmitir uno o más programas de radio emitidos desde la propia sede de nuestra embajada en Montevideo. Seguro que el “camarada Chirinos” pensaría que se la estaba comiendo. Parece que los dueños de casa opinaron diferente. Deben ser “cachorros del imperio”.

Así pues, esperemos un poco más para seguir reseñando los éxitos que día tras día distinguen la acción internacional del gobierno revolucionario de Caracas antes de que las fuerzas del mal produzcan algún cortocircuito que pueda opacar el paso de vencedores, que desde hace ya lustros transita nuestra patria.


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