Desde la distancia forzosa, vemos nuestro país con un deterioro incalculable. Venezuela se empobrece día a día de manera acelerada, las libertades políticas de la democracia son inexistentes. Todo con un diseño ex profeso para generar una sociedad, bien sea desesperanzada, bien para que acepte resignada la permanencia de la supuesta revolución en el poder.

1.- La economía.

En la reunión del FMI recientemente celebrada en Indonesia, para la cual por cierto se reportó la asistencia de la delegación oficial venezolana, los cálculos del ente multilateral solo reflejaron el camino al desastre por el cual se continúa llevando al país. La hiperinflación para 2018, estimada en 1.370.000%; para 2019 se calcula una cifra inimaginable del 10.000.000%. La situación venezolana es comparable con la Alemania de la posguerra, y Zimbabue, en donde la moneda no tiene ningún valor. Paradójicamente, será el único país petrolero en quebrar su economía.

Según el FMI, el PIB 2018 se contraerá 18%. Otros estudios indican una contracción del PIB 2018 incluso mayor, de 20%, y seguirá reduciéndose en 2019 aún más.

A la vez que el PIB cae, menos bienes y servicios, el apetito de gastar del régimen no cesa. Para financiarse lo que hace es imprimir dinero. Esa masa de dinero en aumento y los bienes en descenso por otro lado tiene como resultado un aumento de precios sostenido. Para el caso venezolano de inflación pasamos a hiperinflación. Los economistas definen este efecto como el peor castigo a la gente por lo regresivo, y el aumento del empobrecimiento de la población.

Para medir el desastre económico de la supuesta revolución y sus consecuencias, nos referimos a la encuesta de condiciones de vida Encovi 2017 de la UCAB: “6 de cada 10 venezolanos han perdido aproximadamente 11 kilogramos de peso en 2017 por el hambre. 9 de cada 10 venezolanos no podía pagar su alimentación diaria y aproximadamente 8,2 millones ingirieron 2 o menos comidas al día”. Con lo que llevamos vivido en este 2018, los datos habrán continuado su tendencia y probablemente empeorado.

Como sabemos, mientras se mantenga en vigencia el modelo económico de la supuesta revolución, la economía de nuestro país continuará decayendo; no valen sus medidas, ni nuevos conos monetarios, ni el petro, ni el uso del euro, del yuan, ni de la lira turca, ni los anuncios de viajes a China para seguir hipotecando al país. En Venezuela existe inestabilidad, no hay confianza, tampoco hay seguridad jurídica, lo que sobra es la corrupción.

2.- El petróleo.

Un mercado petrolero con el precio del crudo Brent por encima de los 80 dólares por barril y el WTI en el orden de los 70 dólares, un aumento de más de 30 dólares por barril en los últimos meses; en donde destaca la caída sostenida de la producción venezolana como razón para explicar el aumento en su cotización.

En septiembre la producción vuelve a caer, esta vez son 42.000 barriles con respecto al mes anterior, para una producción total de septiembre de 1.197.000 barriles por día. Por lo tanto, no es cierto que podamos siquiera tomar ventaja del aumento de precios.

El consenso del mercado petrolero calcula que la producción de Venezuela muy pronto caerá por debajo del millón de barriles por día. Si habíamos pensábamos que estábamos tocando fondo, pues aún falta.

En cuanto al mercado interno, la importación de unos 120.000 bpd de componentes de gasolina se requiere para satisfacer la demanda del mercado interno, pues el sistema de refinación nacional no es capaz, por su lamentable estado operacional y la falta de crudo, de producir lo requerido. Según Argus, fallas en las pruebas del sistema automatizado para la compra de gasolina retrasan su implementación. También Argus indica que el costo de manufactura de un litro de gasolina en el sistema de refinación nacional es del orden 1,70 dólares por litro. El régimen viene anunciando el precio internacional de combustible que, en las actuales condiciones económicas de los venezolanos, es prácticamente impagable. En consecuencia, viene para Venezuela un racionamiento.

Además, está en proceso la pérdida de Citgo, un negocio estratégico para Venezuela que aseguraba la colocación y el suministro de crudo al mercado que mejor precia el crudo venezolano.

A todo esto el reclamo de los trabajadores de Pdvsa por mejores condiciones salariales es constante. Los trabajadores no tienen ni condiciones salariales ni operativas para realizar sus funciones. Se escucha incluso la convocatoria a un paro si no se les cumplen las exigencias del llamado “salario justo”.

3.- La política.

De todos los asuntos sobre nuestro país, el aspecto político se puede considerar como el más complejo de resolver. La premisa fundamental para el actuar político debe ser la inconformidad y el rechazo del sistema de vida actual expresado por la mayoría amplia de los ciudadanos, y las encuestas así lo indican.

Todos sabemos que Venezuela es un país con un potencial por desarrollar, en donde un estado del bienestar para la sociedad es alcanzable; la igualdad de oportunidades no es utopía. Es indispensable un cambio de paradigma, una economía para generar riqueza y no para distribuir la pobreza. Por lo tanto, en pleno siglo XXI debemos ser un país en el que el sistema político sea de libertades, en donde las instituciones y los poderes públicos necesariamente deben funcionar en democracia, como una economía libre y de mercado.

La supuesta revolución ha venido manejándose en lo interno con el objetivo de fragmentar a la oposición democrática; para mantener una apariencia democrática promueve una oposición utilitaria. Como todo poder autoritario, utiliza las purgas para minimizar el liderazgo, la disidencia. Como todos sabemos y sufrimos, el aparato judicial y la persecución a los ciudadanos con pensamiento distinto es una receta constante. Hacia lo externo, han venido manejándose con una estrategia geopolítica haciendo prevalecer los intereses versus los principios, buscando “socios” alineados con esa practica.

En cuanto a la oposición, allí también hay una situación compleja. Pareciera ser inalcanzable la llamada UNIDAD. Un concepto político que se construyó para combatir la atomización de los votos opositores para que su suma fuese un ejercicio de sinergia capaz de derrotar a la mayor minoría representada por el chavismo. Uno se pregunta si ese concepto continúa hoy siendo válido, bajo la premisa del rechazo mayoritario de los venezolanos a las actuales condiciones de vida. La pregunta: ¿cuál es el alcance de la unidad, hasta dónde debe llegar?

Por otro lado, uno tiene la percepción de la debilidad en la conexión entre el liderazgo político opositor y el ciudadano. Se ha perdido credibilidad, confianza en los políticos. La pregunta: ¿qué hacemos?

La respuesta para ambas preguntas no es simple y necesita el aporte de todos. Una aproximación sobre la búsqueda de la UNIDAD sería lograr un acuerdo de mínimos. Es decir, todos los opositores debemos estar convencidos de la necesidad de la salida de la supuesta revolución del poder, y la necesidad de un período de la transición para la recuperación económica y darle estabilidad a las instituciones. Es como si se tratase de la llegada de un paciente a emergencia, lo primero es estabilizarlo para luego pasarlo a otro tipo de atención.

El asunto del cómo organizarse para lograr el objetivo debe ser producto de un plan estratégico de un alcance integral (la solución de Venezuela requiere de todos) en el que el centro activador sea el ciudadano, pues sin su presencia y participación el cambio será imposible. El “acuerdo de mínimos”, su función y trabajo, estaría limitado a la atención de la emergencia.

A la par del proceso interno del “acuerdo de mínimos”, el plan estratégico integral debe considerar todo lo relacionado con las actividades y acciones del exterior, desde gobiernos hasta la diáspora de los venezolanos. Hace falta una coordinación y alineación entre todos los que estamos fuera. En cuanto a la actividad de los partidos políticos en el exterior, a mi modo de ver están lejanos de la gente, e incluso les es difícil interactuar con la diáspora. Aquí, de nuevo, mucho de la actuación de políticos tiene que ver con la inmediatez del impacto mediático, lo cual es aceptable y necesario, pero no debe ser lo único. El exilio, está demostrado históricamente, tiene un papel fundamental para recuperar la democracia.

Un trabajo que debe profundizarse y que podría ser un elemento clave es lo relacionado en el exterior con el concepto de “justicia internacional”, por las violaciones de los derechos humanos, que ya se ha activado en la Corte Penal Internacional. Pero también todas las actuaciones con respecto a la corrupción, de acuerdo con las denuncias, pues hay delitos relacionados con blanqueo de capitales, tráfico de drogas, relaciones con grupos terroristas, etc.

4.- Ernest Hemingway.

Lo que no debemos aceptar los ciudadanos es la desesperanza. Venezuela tiene solución y está en nuestras manos. Durante el funeral del senador John McCain, para reflejar su aporte, el presidente Obama que, siendo adversario político, compartía con él una visión sobre su nación y cómo la democracia permite la convivencia con pensamientos distintos, citó a Ernest Hemingway. Esta reflexión es apropiada tenerla presente en estos momentos tan críticos para Venezuela y es: “Hoy es el día en todos los días que alguna vez serán. Pero lo que sucederá en todos los otros días que alguna vez lleguen puede depender de lo que haga hoy”.


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