Desde hace algunas semanas se ha asomado la idea de un nuevo diálogo entre el régimen y representantes de la oposición como vía de solución a la crisis, por los continuos llamados desde Miraflores. En esto también ha estado muy activo e insistiendo mucho el inefable árbitro gobiernero, el ex jefe del gobierno español Zapatero con un alto interés que no deja lugar a ningún margen de dudas sobre cualquier tipo de sospechas.

En este sentido, es necesario reiterar en que tal argucia no constituye más que una parodia que solo beneficiaría al dictador Maduro al prorrogarle el mandato y darle visos de legitimidad ante la comunidad internacional que hoy lo rechaza, al igual que todos los demócratas del mundo. A partir del 10 de enero de 2019, Venezuela queda sin un presidente electo democráticamente.

El pasado marzo la ilegítima asamblea constituyente aprobó un decreto en el cual estableció que las elecciones presidenciales se llevarían a cabo en mayo del 2018. A principios de ese mes, el legítimo Tribunal Supremo de Justicia en el exilio declaró la suspensión de Nicolás Maduro como presidente de la República y lo inhabilitó como candidato para ejercer cualquier otro cargo en la función pública. Sin embargo, el CNE, actuando como auténtico ministerio de asuntos electorales, lo proclamó ganador en la farsa comicial del 21 de mayo. Con anterioridad, la Asamblea Nacional había aprobado su destitución por abandono del cargo.

Por estos hechos de suma importancia y trascendencia histórica, Nicolás Maduro carece de legitimidad de origen al igual que por sus ejecutorias debido a las reiteradas y constantes violaciones de la Constitución Nacional denunciadas un sinnúmero de veces con pruebas fehacientes tanto en Venezuela como en organismos internacionales. Sentarse a “dialogar” con los emisarios de Miraflores, nuevos o viejos protagonistas sería un pleno reconocimiento al usurpador, lo que dicho en otras palabras, se traduciría en una abierta traición al pueblo y un acto de colaboracionismo con la dictadura. Esto es obvio, y lo obvio no admite ningún tipo de discusión o análisis. Por lo tanto, es rechazada cualquier maniobra en esa perniciosa orientación.

Lo único que aquí está planteado son las condiciones para su salida y trabajar unitariamente en la transición de la dictadura a la democracia. También el aumento de la presión interna, ciudadana, institucional e internacional para que se produzca el desmoronamiento definitivo de las ya endebles bases que sostienen este carcomido y perjudicial desgobierno.

Solo con el restablecimiento del sistema de libertades, los venezolanos podremos tener verdaderas elecciones libres y labrarnos nuestro propio destino con profunda fe democrática.


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