Nicolás Maduro justifica la convocatoria a una fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente bajo el pretexto de lograr “la paz” de Venezuela. Lo ha dicho en os siguientes términos:

“La creación de la Asamblea Nacional Constituyente, con la participación de todos los sectores del pueblo, en especial la clase obrera, permitirá consolidar la paz en el país”. Luego agregó que dicha asamblea será un “proceso inevitable, necesario, único camino a la paz de Venezuela”, expresó el jefe de Estado durante un contacto telefónico en el programa Con el mazo dando, que transmite Venezolana de Televisión. Maduro destacó que, a través del proceso Constituyente, el pueblo derrotará la violencia desatada por grupos de carácter terrorista que responden al llamado de un sector de la extrema derecha, como parte de una agenda golpista. Nada más alejado de la realidad que el discurso del dictador.

Una característica distintiva de la camarilla roja que destruye a Venezuela es la mentira, la manipulación, y el disimulo.

Expresar con el mayor cinismo que esa propuesta es el “único canino a la paz en Venezuela” constituye un reconocimiento a la grave crisis que vivimos los venezolanos, pero evadiendo de manera descarada la absoluta responsabilidad que tiene él y su entorno en la misma.

Pero además es asumir la política del disimulo, la de lanzar la piedra y esconder la mano, para acusar a la oposición democrática de la bestial ola de violencia desatada desde la cúpula del poder comunista.

Siguiendo un viejo libreto estalinista y fascista,  importado desde La Habana, los integrantes de la camarilla gobernante han desatado una estrategia de violencia para someter a la sociedad venezolana, justificar su línea autocrática y reducir a su mínima expresión la descomunal voluntad de cambio del pueblo venezolano.

La ruta del régimen está muy clara. No aceptan la alternancia en el poder, que es consustancial a la vida democrática. Tienen la firme decisión de perpetuarse en él,  al precio que sea. Ejercen el poder de manera arbitraria y al margen de la constitución. 

Solo la lucha inteligente, constante y decidía de nuestra sociedad derrotará esta pretensión. Usando de manera abusiva e inconstitucional el control sobre los poderes judicial, electoral y moral han privado a nuestro pueblo del derecho a decidir el destino de la nación, confiscando el referéndum revocatorio y las elecciones regionales. Han clausurado de hecho al parlamento. Y ahora,  para tratar de aplastar la firme decisión ciudadana de exigir el respeto a las normas constitucionales, proponen de manera fraudulenta una supuesta Asamblea Nacional Constituyente que les permita eliminar toda forma de disidencia institucional, y toda forma de elección universal y directa de las autoridades públicas.

A la protesta popular y pacifica del pueblo venezolano, la dictadura madurista le aplica una embestida de represión y violencia, y una campaña de difamación, calificando dicha protesta como golpe de estado o como terrorismo.

Para darle cierto viso de credibilidad a dicha propaganda, el gobierno ha lanzado contra la sociedad civil, sus criminales escuadrones de motorizados, quienes asesinan, destruyen bienes, saquean y hostigan a la población, para que luego Maduro y su camarilla, salga a imputarle dichas acciones a la oposición democrática venezolana.

En efecto está suficientemente documentada en vídeos, y abundantes testimonios, la forma como con la complicidad de las autoridades, estos escuadrones han actuado en todo el país. Últimamente ya ni las formas guardan. Han ejecutado los saqueos, gritando la consigna: “Viva Chávez” o “Chávez vive, la lucha sigue”.

Los ojos del pueblo venezolano han visto estos desmanes, pero Maduro no se ruboriza al expresar, tal y como cité al comienzo de este articulo, que “el pueblo derrotará la violencia desatada por grupos de carácter terrorista que responden a un sector de la extrema derecha”.

La paz de la dictadura es falsa. Ellos son los promotores de la violencia. Ellos desean llevar al conjunto de  la sociedad al terreno de la violencia. Es ese el terreno donde la camarilla roja busca sobrevivir en el poder. El control sobre los grupos paramilitares que imponen el pánico y la destrucción, aunado a la política represiva de las fuerzas formales de seguridad, les permite ir diezmando física, moral, material y espiritualmente a nuestra sociedad.

Estamos obligados a poner en evidencia el inmoral discurso oficial. A aislar la violencia para dejar en evidencia la esencia belicista de la cúpula roja.

La paz que quiere Maduro es la del silencio y la sumisión de la sociedad democrática. La de la aceptación perpetua de su ineficiente y corrompido gobierno. La paz que dice defender, es la forma como pretende esconder la agenda violenta que viene desarrollando de manera sistemática contra nuestro pueblo. Es una paz falsa.

Frente a la paz mentirosa y manipuladora de la dictadura, se impone una verdadera agenda de lucha pacífica, constante, masiva, no asfixiante, de resistencia  espiritual y material, que nos permita lograr el punto de quiebre con el cual llevar al dictador a un proceso electoral que permita evidenciar la inmensa mayoría que repudia esta dictadura, y desea el retorno a la democracia.


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