El 10 de enero del año 1999 Hugo Chávez Frías tomó juramento como presidente de la República y no solo se juramentó con la frase tradicional, sino que además cambió la tradicional frase de «patria o muerte» que el fallecido dictador cubano Fidel Castro impuso en Cuba tan pronto derrotó al dictador Fulgencio Batista, y consolidó su mentada revolución socialista, por «patria, socialismo o muerte».

Esta variación en el protocolo de la ceremonia recibió bastante atención internacional por los medios de comunicación, desde el británico The Guardian al francés Le Monde, pasando por el norteamericano The New York Times, el diario español El País y el británico de The Financial Times.

Chávez era un demagogo con una terrible sed de poder que condujo a las pobres, analfabetas e ignorantes masas venezolanas por donde le dio la gana, con una mezcla de florida retórica revolucionaria y antiimperialista, y con algunas migajas de los ingresos petroleros del Estado, mientras otorgaba a naciones extranjeras jugosas cantidades de dinero para ganarse el apoyo de las mismas en el concierto internacional.

La mención al socialismo en el acto de la juramentación presidencial; el uso de la palabra «socialista» en las instituciones del Estado, incluso sin ser todavía las de una república socialista para el momento; el anuncio de la creación del un nuevo Partido Socialista Unificado de Venezuela, así como la confirmación de sus peores miedos: el capitalismo que enfrentaría con toda su artillería populista y demagógica, fue el pretexto para justificar y exaltar su furiosa revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana.

Sin embargo, «Patria, socialismo o muerte» expresaba en forma concisa y emotiva su admiración por Tony Blair y su defensa de «la tercera vía» y de un «capitalismo con rostro humano» y adujo con persistente verbo en sus largas peroratas discursivas en su programa semanal de “Habla el Presidente”, que «dentro de los límites del capitalismo no hay solución posible para los problemas que enfrentan las masas venezolanas».

Se comentaba que Chávez en su juramentación como presidente de la República al expresar “Patria socialismo o muerte” pretendía hacer creer a la masa de sus seguidores, su lucha por sacudir al país del supuesto yugo imperialista y alcanzar una vida digna, consigna que impuso Trotsky hace más de cien años.

Conviene recordar que el término “patria, socialismo o muerte” proviene de la respuesta: ¡La patria primero!, que Vicente Guerrero, patricio mexicano, dio a su padre, quedando inscrita de esta manera en la historia mexicana, la frase que dio origen a otra: ¡Patria o muerte!, cuando los mexicanos combatieron contra Estados Unidos en la guerra del año 1847. También Fidel Castro la utilizó, así como Salvador Allende con su manida frase de ¡Chile o muerte! Pero no quedó atrás la frase evocada por el Che Guevara con su ¡Socialismo o muerte!, está ultima sirvió de inspiración a Chávez que la puso de manifiesto en sus intervenciones discursivas y propaganda de su régimen, que poco tiempo después y ante la avalancha de comentarios adversos concluyó cambiando la última palabra de muerte por la de “triunfaremos”.

Han transcurrido 20 años, en los que el socialismo, o mejor dicho el comunismo chavista con su progenitor político a la cabeza y ahora su hijo putativo, heredero de la corona, Nicolás Maduro, pretende seguir embelesando a sus conmilitones, que desde entonces y hasta la presente fecha gritan dicha consigna, muy ufanos y sin comprender totalmente lo que su contexto encierra.

Patria no la tenemos, socialismo sí, pero un socialismo utópico muy al estilo de los otrora países bananeros de Centroamérica, como el de Daniel Ortega, Evo Morales en Bolivia y ahora el del mexicano Obrador, recién elegido presidente, quienes marchan por la misma vía siguiendo el guion impartido por el régimen cubano de los hermanos Castro, que se despachan como mejor les la gana en su natal país, al que tienen sumido en la más absoluta miseria y pobreza desde hace 60 años. Y muerte la tuvimos y la seguimos teniendo, por la barbarie criminal del régimen, que acabó y sigue acabando con la vida de cientos de jóvenes, mujeres y hombres y hasta niños, a manos de la Guardia Nacional y cuerpos represivos.

Por fortuna, Venezuela despertó y ahora soplan vientos frondosos, que anuncian una nueva era y camino hacia la libertad y democracia. De allí la respuesta de millones de venezolanos ávidos por alcanzar tan preciado sueño de salir de esta horrible pesadilla, que están mostrando su total respaldo al nuevo líder que emergió de la noche a la mañana, y sembró en la historia del país su nombre: Juan Guaidó.

Una esperanza pronto a convertirse en realidad, para alegría de un pueblo que padeció por tan largo tiempo ineptitud, incompetencia, negligencia, nepotismo, narcotráfico, corrupción y toda una laya de males, de un régimen que hundió a la nación en el más deplorable estado de miseria, hambre y desempleo, que obligó a más de tres millones y medio de venezolanos a emigrar a otras latitudes, en procura de un mejor porvenir y futuro.

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