Era hora de que Estados Unidos se retirara del famoso acuerdo nuclear con Irán, que no era otra cosa que una concesión de la anterior administración norteamericana al fundamentalismo iraní. Menos mal que Israel siempre denunció tal acuerdo como una falacia. En lo económico-energético esa retirada podría tener un impacto en los precios y el mercado petrolero.

El impacto se traduce cuando Estados Unidos somete a sanciones al petróleo exportado de Irán –y además a algunos volúmenes de petróleo exportado venezolano que también está bajo dominación de otro régimen fundamentalista comunista– lo que significaría que los países agrupados en la OPEP –el cártel de países productores de petróleo– tendría que empezar a bombear y producir más petróleo y reducir sus cuotas de recorte de producción acordadas meses atrás, como un motivador a que se eleven los precios del barril. Ese acuerdo de recorte compromete a los 24 Estados-miembro a reducir 1,8 millones b/d.

De no poder Irán aumentar su producción y acomodarla al mercado petrolero global sería una oportunidad para países OPEP y para Rusia en introducir más volúmenes al mercado, a precios mejorados. Precios de barril de entre 80-85 dólares son más que motivadores para países OPEP y Arabia para prácticamente acudir en defensa del mercado ante una eventual falta de volúmenes de crudo.

La sanción norteamericana sobre Irán –que debería ser más dura para dar fin a ese régimen totalitario y abrir a ese país a la libertad democrática– podría afectar la producción de entre 500.000 y 1 millón b/d de crudo iraní, que prácticamente no venderían los ayatolás y empezaría a reducir los ingresos que sostienen ese régimen religioso-militar.

Creo que seremos testigos de una interesante ecuación que el capitalismo y el mundo libre pondrá en práctica: sanción para Irán sumada a sanción para Venezuela dan como resultado menos ingresos para esos regímenes y mejora de cuotas de producción y volúmenes acomodados por OPEP con mejores precios y mejora de acomodación de volúmenes del petróleo no convencional (shale y fracking otra vez a la vanguardia) producido por el pujante capitalismo norteamericano. El mercado nuevamente derrota la ideología del socialismo autoritario.

No creo que se sienta el faltante de petróleo iraní ni venezolano, tanto Arabia Saudita individualmente (que actualmente debe tener un excedente de 2 millones b/d de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía), junto a los Estados OPEP (que de acuerdo con la misma AIE debería tener en conjunto cerca de 3 millones de barriles de excedentes) y Rusia y los productores de shale norteamericanos van a estar a la expectativa en el mercado para reacomodar volúmenes en el mercado.

Los precios del barril pueden subir, quizá no llegar a los 100 dólares, pero nadie tiene bola de cristal. El mensaje es claro: el mercado libre no va a seguir tolerando totalitarismos que manejen discrecionalmente ingentes cantidades de reservas y producción de petróleo como el caso iraní y el venezolano. Tampoco es evidente que Arabia Saudita vaya a tomar ventaja del momento y colocar su excedente a precios muy altos para recuperar ahorros e ingresos que tuvieron que utilizar en época de “vacas flacas” de precios.

La oportunidad de volver a dar un golpe financiero a los regímenes que abusivamente administran el petróleo se ve interesante; pero la palabra final la tendrá, como siempre, el mercado y su demanda agregada.


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