Este tema es muy álgido, sobre todo cuando se refiere al campo religioso y político, donde encuentra una oposición muy férrea. Etimológicamente, el término deriva de la voz griega «laos» que significa «pueblo». Deriva también de la palabra latina «laice» que significa «el que no desempeña papel o cargo eclesiástico en forma oficial». Considerando ambos conceptos, se deduce que «laico» *es ser ajeno al ministerio sacerdotal*. Debemos conocer primero que los términos «laico» y «laicismo» fueron incorporados al Diccionario de la Real Academia Española, en la edición n.° 23 del año 2013.

«Laicismo» es una corriente de pensamiento que defiende la independencia del ser humano, la del Estado, de toda influencia religiosa o eclesiástica. “Laicismo» es el sentir democrático y tolerante, pues no combate ninguna idea o sentimiento religioso, lo respeta y los deja al dominio exclusivo de las conciencias. «Laicismo» es una aspiración hacia lo verdadero, lo bello, es la tendencia a adherirse a una perfección en el dominio de cada individuo, en la pequeña esfera de su vida espiritual, en su conducta con respecto a sus semejantes, las cosas y las ideas.

Todavía existen países en que la religión es el poder del Estado. El papa Pío XII, el 23 de marzo de 1958, planteó una «sana laicidad» como un esfuerzo de entendimiento, entre lo político y lo religioso, con el respeto que se merecen. En los países donde se declaró una religión oficial esta llegó a tener tanto poder que influyó en que figurara en su constitución oficial, y se formó una especie de «teocracia».

El «laicismo» alberga la LUZ de DIOS en su interior, sin dogmas, sin el termino religión, sabiendo que la propia libertad acaba donde comienza la libertad de los demás. El «laicismo» no es ateísmo, no es teísta, ni panteísta, ni agnóstico, es libertad de pensamiento espiritual, es la libertad de elegir mi sendero espiritual. Propone la tesis, de que cada persona, en su libre albedrío, debe resolver el tema de la divinidad, y se debe respetar sus conclusiones decisivas.

El Estado y la Iglesia deben realizar sus actividades por separado por sus diferencias en sus objetivos. En la familia es de suma importancia la relación de «laicidad» padre-madre, donde se origina el aspecto espiritual de los hijos; debe ser una relación sólida, para que el comportamiento de los hijos en el seno de la sociedad sea abierto, tolerante, franco, que allanen las diferencias, y resalten la comprensión como herramienta para alcanzar un verdadero laicismo.

Una educación laicista propone una formación libre de adoctrinamiento, fomenta el libre ejercicio de la discusión reflexiva y el desarrollo del espíritu crítico que cuestiona todo y no acepta nada sin someterlo primero a la razón. La educación laicista pretende que el alumno procese debidamente la información y reflexione. En la educación, el «maestro laicista», crea un ambiente de respeto, de tolerancia y orienta a descubrir y a usar el sentido crítico, para que construyan sus propias ideas internas, liberándose del pensamiento de los dogmas, ignorancia, la mentira, el fanatismo, que atentan contra la búsqueda racional de la verdad.

Por lo tanto, el laicismo supone ausencia de adoctrinamiento y es diferente a que carezca de principios educativos. Sócrates en su mayéutica nos dice que se permite llegar a la verdad a través del análisis personal, pero orientado por un maestro, sacando sus propias conclusiones, descubriéndolas mediante el uso de su capacidad reflexiva. La laicidad respeta la armonía de las facultades cognoscitivas del ser humano. La masonería es una institución, donde se perfecciona en lo que cree, si llega a cambiar de antiguas convicciones, lo hará debido al laicismo, donde descubrió elementos de razonamiento más satisfactorios. Ósculo de paz.


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