En silencio muchos simpatizantes de la oposición y del gobierno estarán felices por el asesinato del policía Oscar Pérez. Los primeros porque era una amenaza  política, que con acciones minimizaba el liderazgo de dirigentes ávidos de diálogos y acuerdos, y los factores gubernamentales porque el joven líder los había dejado en ridículo (igual que Caguaripano), en el terreno de las armas y, sobretodo porque pudo encender la llama en los cuarteles.

Humillo la inteligencia militar venezolana

Para los altos mandos militares, el sobrevuelo de Oscar Pérez en un helicóptero gubernamental sobre el mismo corazón del país, supone una humillación equivalente solo al robo de armas del capitán Caiguaripano, actos donde la inteligencia de unos pocos, burla todo un millonario aparato militar, con un alto mando y generalato rebosante en dólares y negocios, pero cuyas medallas al heroísmo se convierten en medallas de plata con 0.0000001% de pureza, al no poder “justificar” sus torpes errores  en materia de seguridad militar.

¿Podría una fuerza armada militar venezolana enfrentar directamente a una fuerza militar profesional extranjera como los Seals o UsNavy siendo que necesitaron más de 500 efectivos para someter a menos de 10 ciudadanos con mayor o menor grado de instrucción militar?

Opositores lo hicieron invisible

Análisis aparte es el poco apoyo político que tuvo Oscar Pérez desde su irrupción dentro de la escena contingente venezolana, y este “ninguneo” puede ser interpretado como un preámbulo a su asesinato, ya que un papel clave dentro de una dirigencia política opositora es amplificar su mensaje de protesta.

Sin embargo la competencia de los líderes por demostrar quién es más “valiente” se ve minimizada cuando un “valiente de verdad”, es capaz de tomar un helicóptero y encarar de forma directa, con el riesgo real de recibir un impacto de un misil de corto alcance, al gobierno, desnudando su nula capacidad de reacción; nula capacidad de reacción que también tuvieron los principales dirigentes opositores quienes, salvo excepciones, no reaccionaron cuando públicamente estaban sitiando a Pérez, pero si reaccionando de manera conjunta criticando por redes sociales la memoria y cuenta que, paralelamente, realizaba Nicolás Maduro.

Pérez y Caguaripano: silencio de los intelectuales

Hacer invisible la lucha de Oscar Pérez tuvo como efecto inmediato que la opinión pública minimizara sus declaraciones, no lo tomaban en serio, y los líderes de opinión que representan el poder intelectual tampoco se hicieron el tiempo en exaltar la lucha de líderes alternativos como lo fue el asesinado Oscar Pérez y el capitán Caguaripano, sino que ocupan sus finas plumas en argumentar que el gobierno no aplica el verdadero socialismo, que en realidad es un gobierno fascista y que el conflicto solo lo pueden resolver los venezolanos, aun cuando hasta el mismo Smartmatic ha denunciado que las elecciones habían sido arregladas.

¿Qué habría hecho una verdadera oposición?

En un país normal, cuando se enteraron de la noticia del asedio militar policial y colectivo en la casa de El Junquillo, los dirigentes opositores habrían acudido en masa para interceder ante las fuerzas gubernamentales, aprovechado su liderazgo habrían hecho un llamado a sus seguidores, habrían aprovechado de amplificar el llamado de libertad, también habrían aprovechado la oportunidad de solicitar la mediación de embajadores de países amigos, habrían llamado a periodistas extranjeros, al poder eclesiástico, más cuando la matanza estaba siendo transmitido en vivo, sin embargo ni intercedieron y dejaron que la matanza siguiera su curso, escribiendo por omisión otro triste capítulo de la historia venezolana.


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