De antología periodística, lectura detallada, reflexión, archivo  y relectura  para consultas, cuestionamientos y debates resulta el Papel Literario  de El Nacional publicado el domingo 23 de octubre, dedicado al análisis de  Bolívar y la gestación de la patria criolla. Elipse de una contradicción (Editorial Alfa ,Caracas 2022) cuyo autor es José Rodríguez Iturbe, doctor en Derecho, doctor en Derecho Canónico,  parlamentario, expresidente del Congreso Nacional de Venezuela, experto en política internacional y profesor universitario.

Materia útil para repreguntar(nos) si el militarismo que allí se estudia apoyado en vasta documentación histórica y  ensayística es un fenómeno exclusivo, producto del actuar directo del general Simón Bolívar y atañe solo al independentismo venezolano de naturaleza antihispánica o si es la respuesta habitual en guerras imperiales, gestas libertarias antiimperialistas y en todo combate de carácter teocrático, dictatorial y totalitario que se sirve de la fuerza pretoriana para consolidar su poder absoluto mediante armamento militar.

Combates tribales bíblicos, Guerras Santas, Inquisición, conquistas, colonizaciones y sucesivas invasiones del historial universal ¿respetaron a los adversarios y sometidos o por el contrario les aplicaron discriminación, obligatorio cambio de  sistema político y religioso, tortura, expulsión, ejecuciones?

Si se admite esta verdad de Perogrullo, que las armas son instrumentos esenciales para el dominio y fueron muy bolivarianamente legalizados en la cuna “mantuana y racista” de Simón Bolívar, se enfatiza la duda de si la  revolución castrochavista, nido de ministerios y del empresariado bolivarista desde su inicio dolarizado, nació de un golpe de Estado luego  refrendado con la única elección auténtica que lo llevó al poder, entonces debe salir o no de su Fuerte Tiuna. O si sale después de elecciones el año 2024 porque así votó el sistema democrático con segurísimas elecciones limpias y verificables por organismos internacionales.

¿Alguien cree de verdad que la brutal fuerza militar bolivariana acatará leyes civilistas? Porque esa lucha es entre los instintos agresivos primarios y su contrario sistema, la democracia civilizada, sistema que sí realiza fusiones étnicas. religiosas, culturales desde el contrato social legalizado en instituciones que distinguen los poderes autónomos Ejecutivo,  Legislativo y Judicial para satisfacer necesidades vitales de subsistencia y evolución a masas desarmadas. Las sociedades regidas por un ordenamiento jurídico que determina las funciones específicas de sus fuerzas armadas sí garantizan la soberanía nacional en sus fronteras y protegen la vida del pueblo que las eligió cuando está en peligro por ataques ofensivos. En la ex Venezuela pasa todo lo contrario, su cúpula castrista-castrense es más que experta en comerciar entregas territoriales, acciones ofensivas y de exterminio.

Es la interrogante central que hoy exige respuestas también científicamente avaladas  porque explican la decadencia del partidismo político, factor imprescindible para que funcione una democracia capitalista liberal, ahora como nunca antes bajo asedio de los populismos totalitarios o capitalismos de Estado salvajemente armados, igual con los pertrechos  físicos destructivos que mediante trucos y manipulaciones de aspecto legal. El México actual es un ejemplo claro de cómo el fracaso total del electo partidismo presidencial populista resuelve dar pasos atrás otorgándole a sus militares funciones que no les competen abriendo vía a la militarización gubernamental. ¿Es casual que sea la sede ideal de los “diálogos” famosos entre opositores y sus opresores venezolanos donde se maquilla turísticamente la verdad para beneficio del represor? ¿Ese show debe continuar?

En términos lógicos y sin necesidad de ser especialistas en tan compleja, densa  materia, la realidad venezolana contemporánea señala que el régimen totalitario instaurado por esa ideología criminal nació en los cuarteles y se oficializó al aplicar una nueva carta magna en  1999 – con pies de barro por lo tramposa y el deslave físico- al otorgar en un régimen pretoriano, derecho de voto a los militares lo que significa politizar partidistamente su poder. Aunque se utilizó un argumento absurdo y ridículo según el cual los soldados pueden votar pero sin estar inscritos en partidos políticos porque ese detalle garantiza su neutra integridad patriótica. Así, con trampas, partidizaron al generalato corrupto militante sin carnet del oficialista PSUV que de facto ha eliminado a los partidos tradicionales.

De miembros militares conscientes y disidentes tendrá entonces que salir o no, la solución que permita un lapso transicional destinado a refundar la democracia destruida por esa leguleyada revolucionaria que según el señalado estudio es de sanguínea naturaleza, por su ADN genéticamente heredada de Simón Bolívar.

Conociendo su biografía, cabe preguntar si el Libertador nació radical en su conducta militarista o fue su posindependentista entorno dividido y politiquero y el continuo bandolerismo caudillista los que motivaron su renuncia a la sólida formación libertaria y liberal que lo educó, inspirada en la democracia republicana estadounidense como lo revelan sus escritos públicos y privados. Además, hay suficientes análisis académicos especializados que detallan el proceder estratégico inmediato imprescindible para alcanzar victorias bélicas que lo diferencian de las lentas, tenaces, constitutivas de la civilidad jurídica consensuada y sus disidencias entre otros estilos, la resistencia civil organizada   por Gandhi, Walesa o Mandela.

Cuestión básica para romper estos silencios nefastos y vergonzantes, nudos, norias, el criollizado mito de Sísifo que justifica y autoriza fraudes electoralistas y son la roca basal con la columna vertebral del castrochavismo, gobernanza que vende a la ex Venezuela siempre al mejor apostador usando las decisiones del urgido Simón Bolívar guerrero para incrustarlas en sus fechorías rutinarias como certezas válidas para toda situación política incluido el crimen narcorganizado vía transnacional bajo mando de uniformadas bandas hamponiles.

Durante su juventud el estadista venezolano Rómulo Betancourt conoció tamaño monstruo disfrazado de rojo socialismo en sus mismas aguerridas entrañas y desde la presidencia supo enfrentar con firmeza constitucional y ciertas concesiones económicas a quienes  simulan desaparecer o dormir largas siestas, pero al menor descuido vuelven a sus garras, garrotes, kalashnikovs y se repletan de modernas armas nucleares y sus municiones pagadas con el erario nacional en un  escenario del “mientras tanto” con hambruna, insalubridad y represión.

Aclarar ese macabro fijo mecanismo dilatorio de veintidós años (lo intentan sin tregua sobre el Tribunal Penal Internacional) ayudaría finalmente a que sus víctimas, las sometidas masas urbanas y rurales, decidan de una vez sí permiten que sigan usándolas como carne votista del sanguinario cañón seudoelectoral o si secundan con apoyo  diaspórico un golpe de Estado constitucional a la manera del 23 de Enero de 1958. Lo mismo atañe a la fracasada dirigencia disidente, desunida y de vocación actoral con aspiraciones presidenciales, pues busca salvarse con el veneno de un sufragio presidencial a largo plazo, que de aplicarse culminará suicida para la nación, sin excepciones.

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!